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La columna de la UB

Acerca de las intervenciones en el patrimonio arquitectónico de Buenos Aires

La importancia de proteger los edificios icónicos de la ciudad.

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Centro Cultural Kirchner | Cedoc

Cada vez con más frecuencia, los medios de comunicación traen noticias acerca de la rehabilitación o la restauración de edificios de nuestra ciudad. Algunos son tan reconocidos y monumentales como el Teatro Colón, el San Martín, la Usina del Arte o el CCK. Otros son edificios menos conocidos pero cuya permanencia, aún con una nueva función y algunas modificaciones en su materialidad, le da continuidad a la historia edilicia de Buenos Aires, hace que su identidad permanezca y que habitantes y visitantes le encontremos un carácter propio.

Buenos Aires es muchas ciudades en una, y esa heterogeneidad es justamente su carácter, su valor y su riqueza no sólo edilicia sino cultural. Los aportes de cada época suman a su identidad. Asegurarse de que sus edificios representativos permanezcan es tarea y responsabilidad de sus propietarios, los profesionales del área, las autoridades y la comunidad. No sólo es importante que ciertos testimonios perduren, sino que permanezcan de forma digna, con una función útil, para que su mensaje a las generaciones futuras también siga vigente.

Un equipo de treinta expertos trabaja para restaurar El Molino

Los especialistas en preservación podemos tener opiniones diferentes acerca de lo que es acertado o no. Pero todos podemos reconocer una buena intervención formulando dos preguntas básicas. ¿Se reconoce al edificio original? ¿Quedan vestigios que permitan entender qué era y cómo funcionaba? 

Cuando sólo quedan partes de un edificio o no logramos reconocer su integridad, debemos asumir que su permanencia ya no es tal, que sólo objetos parciales que lo componían forman ahora parte de un nuevo discurso arquitectónico en el que mantener
la memoria no es el objetivo.

En los casos ya mencionados es claro que la respuesta es afirmativa. Pero, lamentablemente, no es la regla general. Por eso, en las facultades de arquitectura se incorporaron cursos de grado y posgrado para capacitar a quienes deben proyectar y concretar estos trabajos.

Si recorremos cualquier calle de la ciudad, vamos a identificar edificios de hace décadas -algunos de los cuales merecen estar mejor cuidados-, unos que se modificaron, otros que se rehabilitaron, junto con obras nuevas… La ciudad está viva y evoluciona. Las preguntas son hacia dónde, qué ciudad queremos para vivir y cuál queremos dejar a las generaciones futuras.

Si recorremos cualquier calle de la ciudad, vamos a identificar edificios de hace décadas, unos que se modificaron, otros que se rehabilitaron, junto con obras nuevas…

Italo Calvino habla en la serie de relatos breves Las ciudades invisibles sobre las distintas interpretaciones de lo que es una ciudad. En uno de ellos describe a Andria, una ciudad que basa su trazado en el orden de las constelaciones en el cielo, y que el relator encuentra tan perfecta para suponer que debe permanecer inmutable. A este comentario, los habitantes de Andria le responden mostrándole los cambios que van realizando, siempre atentos a las modificaciones en el cielo, porque entienden que ambos, ciudad y cielo, interactúan.

La cita del último párrafo del relato invita a reflexionar sobre las intervenciones en los edificios de Buenos Aires y sobre qué ciudad queremos: “Del carácter de los habitantes de Andria merecen recordarse dos virtudes: la seguridad en sí mismos y la prudencia. Convencidos de que toda innovación en la ciudad influye en el dibujo del cielo, antes de cada decisión calculan los riesgos y las ventajas para ellos y para el conjunto de la ciudad y de los mundos”.

 

*Directora del Grupo de Investigación del Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Belgrano.

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