ARTE
Muestra

Nuevo bestiario verosímil

El artista y biólogo argentino Pablo La Padula presenta en Muntref Centro de Arte y Naturaleza “Zoología fantástica”, y la artista peruana Claudia Coca, en residencia en el Museo, “No digas que no sé atrapar el viento”.

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La Padula. El artista desembarca con sus “cosas” en las tres salas del espacio Muntref. | CEDOC

A cada tiempo su ciencia y a cada ciencia su arte. Esta podría ser una reversión de la cita que le atribuía a cada momento sus condiciones de libertad para encarar la representación artística correspondiente. Lo cierto es que una ilustración científica es un reflejo de las preocupaciones contemporáneas y una pista de los perjuicios de la época. Antes del siglo XVIII era frecuente encontrar representaciones de la naturaleza de mala calidad y con cierta distorsión. No es solamente que no tuvieran los métodos para la observación ni las técnicas para el dibujo, sino que la preocupación por el realismo de la imagen, por la objetividad para ilustrar los pétalos de una flor o el esqueleto de un caballo no era parte de las preocupaciones de esa época. 

Las nuevas ideas y revelaciones que vinieron de la mano de los avances en la ciencia y la filosofía, el legado de Descartes y el nacimiento de la filosofía moderna, los descubrimientos de Newton, Leibniz, entre otros, desarmaron lo anterior y volvieron a clasificar para encender el Iluminismo. Las técnicas de representación gráfica empezaron a ser estudiadas concienzudamente y las convenciones aceptadas podían entonces aplicarse a la amplia variedad de filosofía natural. Después de siglos de dibujos desencajados y esencialmente toscos, de repente llegó la era de la ilustración científica. En este momento, cuando los artistas se dieron cuenta de cómo podían aplicar su destreza y los filósofos identificaban las realidades que los rodeaba con la naturaleza, las ilustraciones fieles al modelo empezaron a ser comunes.

Entonces, esa pregunta sobre qué tipo de ciencia se corresponde con un modelo de arte es la que se intuye en la exhibición Zoología fantástica, de Pablo La Padula. La respuesta es parte de la preocupación. No hay una única manera de responderla y eso es lo primero que salta a la vista. La salida ilusoria o fantástica del nombre de la muestra es un indicio para intuir que ya no es posible pensar en esa correspondencia. Por lo pronto, el arte contemporáneo, esa materia inestable y desarticulada, es la principal fuente de recreación.

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coca
En el piso superior está No digas que no sé atrapar el viento, de la artista peruana Claudia Coca, seleccionada para la segunda residencia del programa de arte de la Untref. Consta de una serie de dibujos de animales y paisajes de gran formato. También, realiza bordados para estampar en hilos versos de la poesía indígena. 

La Padula desembarca con sus “cosas” en las tres salas del espacio Muntref para darle una nueva impronta a esta vinculación. Arma paneles y láminas, proyecciones y hasta un gabinete de curiosidades. Con el discurso científico de su lado –La Padula es biólogo–, intersecta uno de los problemas centrales de las artes visuales, y de las otras: la representación. Pero si la manera de dar cuenta de lo que vemos fue la preocupación durante mucho tiempo, el presente prescinde de esa interrogación y la sustituye por otra: ¿hace falta representar, aun de la manera más obliterada posible, a la realidad?

Mientras que la ciencia debe rendirle cuentas a la verdad, descubrimientos que necesitan una comprobación, incluso las hipótesis más audaces deberán ser verificadas, Zoología fantástica se arriesga al verosímil. En el despliegue de anclajes para lograr que lo que sea parezca verdadero, el artista construye un relato, describe procesos, ilustra y compara con dispositivos que trae desde sus conocimientos científicos. 

Experimenta en el terreno de las artes visuales contemporáneas como si estuviera en un laboratorio. Pero ya no son las apropiaciones que de esas palabras se han hecho desde el campo de las artes, sino la recreación de uno en el otro. La imaginación técnico-científica de La Padula potencia a la esfera de lo artístico. Puede descartar la utilidad y el uso concreto para deslumbrar con su desplazado sentido de “belleza”.n