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Los bancos centrales del mundo siguen una línea demasiado dura

Los inversionistas globales están posicionados para un ajuste coordinado de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales del mundo. Aunque la Reserva Federal de Estados Unidos ya lleva un gran trecho recorrido, los otros recién están comenzando.

Reserva Federal 08212018
Reserva Federal de Estados Unidos. | Bloomberg

Los inversionistas globales están posicionados para un ajuste coordinado de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales del mundo. Aunque la Reserva Federal de Estados Unidos ya lleva un gran trecho recorrido, los otros recién están comenzando: el Banco Central Europeo está listo para finalizar su programa de compra de bonos a fin de año; el Banco de Inglaterra se inclina por subir las tasas de interés solo por tercera vez en 10 años; mientras que aumentaban las preocupaciones de que el Banco de Japón terminara el objetivo de rendimiento cero para los bonos del gobierno a 10 años en su reunión del mes pasado.

En lugar de unirse a la manada y salir de los activos de renta fija, los inversionistas deben prestar atención a los indicadores que sugieren que las preocupaciones de los bajistas de los bonos sobre una economía en fortalecimiento son exageradas. Cada uno de estos bancos centrales enfrentan suficientes factores negativos para que reconsiderar su decisión, lo que respaldaría no solo los títulos de deuda, sino también las acciones.

Un factor que puede inducir a la Fed a retrasar los aumentos de las tasas después de septiembre es la apreciación del dólar. El presidente de EE.UU., Donald Trump, ya se ha quejado de que el alza del dólar ha mitigado la "ventaja competitiva" de las exportaciones de su país. Al aumentar el costo de las exportaciones estadounidenses a compradores extranjeros, un dólar más fuerte aumentaría el déficit comercial que Trump considera una medición importante de cómo otros países se aprovechan injustamente de EE.UU. El 19 de julio, criticó abiertamente a la Fed por haber aumentado varias veces las tasas, echando por tierra una larga tradición en la que el poder ejecutivo evita realizar comentarios sobre la política monetaria del país.

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El BCE tiene que lidiar con un deterioro de la situación económica en Turquía, que debe US$467.000 millones a acreedores extranjeros, incluida una gran exposición a algunos de los bancos comerciales más grandes de la eurozona. Es posible que los bancos tengan que condonar una parte de sus préstamos a Turquía, lo que requerirá el respaldo del BCE para las instituciones financieras vulnerables, en lugar de ajustar la política monetaria a una crisis. El BCE también tiene que lidiar con el rápido aumento de los rendimientos de los bonos soberanos italianos debido a las medidas fiscales expansivas del gobierno populista que asumió este año. Poner fin a las compras de bonos del BCE, o aumentar la principal tasa de refinanciación por encima del nivel cero actual, podría aumentar los rendimientos de los bonos en el extremo sur de la región.

El Banco de Inglaterra aumentó el 2 de agosto su tasa oficial por segunda vez en 10 años. Al explicar la decisión, el gobernador Mark Carney sugirió que el crecimiento se estaba recuperando y las presiones inflacionarias estaban aumentando. Los operadores de divisas reaccionaron ante las duras declaraciones arrastrando la libra esterlina a la baja. Con la incertidumbre sobre las futuras relaciones del Reino Unido con el resto de la Unión Europea tan solo unos meses antes de que el brexit entre en vigor en marzo de 2019, es posible que el Banco de Inglaterra no pueda volver a endurecer su política. La libra ha caído de forma inexorable este mes.

El Banco de Japón, en su reunión de política monetaria del 31 de julio, decidió mantener su meta de rendimiento cero para los bonos a 10 años. El banco central justificó su decisión confirmando lo que ya sabíamos: que a pesar de cinco años de estímulo monetario masivo, estaba lejos de alcanzar su meta de una tasa de inflación anual del 2 por ciento. Las alzas de precios no han alcanzado nunca la meta del 2 por ciento después de marzo de 2015, y los precios al consumidor aumentaron apenas 0,7 por ciento en junio.

El mensaje para los inversionistas es no creer en la dura retórica de los banqueros centrales, sino que observar sus acciones y seguir los datos, los que sugieren que, en lugar de un ajuste, los mercados pueden tener que prepararse para una mayor relajación en los próximos meses. Si bien las razones para los cambios de política pueden variar desde un dólar excesivamente fuerte, contagio de Turquía, temores relacionados con el brexit o tasas de inflación cercanas a cero, el resultado será una relajación más o menos sincronizada.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.