La obsesión argentina por los dólares responde principalmente a la desconfianza en el peso generada por la alternancia de décadas de auge y caídas. Esta adicción solo se está haciendo más grande este año después de que la moneda nacional perdiera la mitad de su valor.
Entre enero y julio se compraron dólares al ritmo más rápido en al menos 15 años, según datos del banco central entregados en ese entonces. El sector privado no financiero compró US$20.000 millones en activos externos netos, un término del banco central que consiste en billetes de dólares comprados por argentinos y dólares transferidos a cuentas fuera del país.
Eso es aproximadamente el doble de los US$10.100 millones de los primeros siete meses de 2017, y es más que el total de 2015 y 2016, juntos.
La volatilidad global, los errores políticos y la comunicación vaga de los funcionarios del gobierno contribuyeron al colapso del peso este año. Sin embargo, el aumento en la demanda de dólares también está aumentando la presión de venta sobre la moneda local, dijeron los economistas.
"Compramos dólares como locos", dice Marcos Buscaglia, socio principal de la firma de inversión Alberdi Partners y execonomista jefe para Latinoamérica de Bank of America Merrill Lynch. "Eso hace que el país sea muy inestable".
Buscaglia dice que el aumento en las compras de dólares este año refleja las preocupaciones de que la economía pueda implosionar como lo hizo en 2001, cuando el gobierno congeló todas las cuentas bancarias con el llamado "corralito". Él advierte que tales miedos son exagerados, pero que, sin embargo, persisten.
El aumento en las compras de dólares "es muy extraño y hace que las cosas sean muy inestables, porque obviamente la gente aquí ve el riesgo y recuerda que tuvimos confiscaciones de depósitos y grandes devaluaciones, y dado que no quieren pasar por eso, compran dólares", agregó.
