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Cultura

Cultura selfie: cada vez más museos permiten fotografías

Fotos sí o no. El auge de las selfies genera polémica en los museos: voces a favor y en contra de esta tendencia.

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La difusión de las muestras es el punto a favor de permitir las selfies en los museos. | Unsplash

El comportamiento en los museos ha sido siempre sinónimo de restricción: no levantar la voz, no llevar mochilas y, por cierto, no tocar las obras de arte. Una regla, sin embargo –no tomar fotografías- ha sido eliminada en algunos museos y es algo que evalúan decenas de otros.

Permitir la fotografía no comercial tiene obvias ventajas. Al autorizarla, cada visitante que tenga una cuenta de Instagram se convierte en un posible publicista para el museo. Pero también tiene sus desventajas. El principal riesgo tiene que ver con la conservación: tanto por el impacto del flash de los teléfonos celulares en las obras como por el riesgo de que los visitantes empeñados en tomarse una selfie entren en contacto con las piezas exhibidas. “Tenemos rebordes salientes de yeso”, dice Tom Ryley, funcionario de comunicaciones del Museo Sir John Soane de Londres. “Al tomarse una fotografía podría tocárselos por error”.

Cultura selfie vs cultura real

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Existe una creciente cantidad de literatura sobre el efecto pernicioso de combinar museos y medios sociales. Según los analistas más críticos, son demasiadas las personas que fotografían las obras de arte con sus teléfonos inteligentes y se van sin haber mirado el arte expuesto. Varios comentaristas han destacado que como consecuencia de la cultura de la selfie el arte se ha convertido en un telón de fondo para autorretratos. “Los museos ya no son espacios en los cuales experimentar el arte, sino más bien espacios en los cuales poner en escena la propia experiencia del arte, escribe el crítico Rob Horning en Even MagazineEn la misma línea se encuentra la crítica de Benoît Parayre, director de comunicaciones del Centre Pompidou de París: “He advertido es que la gente dedica más tiempo a tomar fotografías que a mirar las obras de arte expuestas”, dice Benoît Parayre,. “Ni siquiera se detienen ante las pinturas”.

Todo el que tenga una cuenta de medios sociales puede apreciar que eso es verdad: incluso si la gente no posa con obras en los museos, sin duda sube las fotografías que toma. Por otra parte, todo el que haya ido a un museo en los últimos años sabe que muchos visitantes (de todas las edades y nacionalidades) parecen sentir la compulsión de interactuar con el arte usando sus pantallas como intermediario. Este año, el fenómeno impulsó al Ministerio de Cultura de Rusia a promocionar el #MuseumSelfieDay a atrvés de su cuenta de Twitter

La pregunta, entonces, es cómo responden los museos a esa tendencia, si es que lo hacen. Virtualmente todas las instituciones prohíben la fotografía con flash y la mayoría censuró también las selfies en cuanto comenzaron a popularizarse. Pero desde entonces hubo abordajes muy diferentes en relación con el fenómeno del autorretrato. La decisión, dicen representantes de museos, no es una simple cuestión de impulsar la asistencia o restringirla. La política en relación con la fotografía se ha convertido en una posición sobre lo que los museos pueden y deben representar para los visitantes.

Desde la perspectiva de un museo, es maravilloso que la gente pueda recordar sus experiencias”, dice Kenneth Weine, jefe de comunicaciones del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. “Para nosotros es muy importante que ese canal esté disponible, ya que en el Met queremos ser accesibles al mayor público posible”, remata.