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La desregulación agrícola abre un nuevo frente entre Bolsonaro y los compradores

La promesa del candidato presidencial brasileño Jair Bolsonaro de flexibilizar restricciones ambientales puede toparse con las aspiraciones de sustentabilidad.

Jair Bolsonaro, ganador en primera vuelta pero obligado a disputar el balotaje
Jair Bolsonaro, ganador en primera vuelta pero obligado a disputar el balotaje | AFP

La promesa del candidato presidencial brasileño Jair Bolsonaro de flexibilizar restricciones ambientales en el sector agrícola puede toparse con las aspiraciones de sustentabilidad de los compradores de commodities.

Pese a que el candidato de extrema derecha ha señalado que eliminará trabas que impiden el crecimiento agrícola, casas de comercio y procesadoras de oleaginosas no rescindirán su compromiso con medidas destinadas a detener la deforestación, según Abiove, grupo que representa a gigantes de la agroindustria como Cargill y Bunge. En un comunicado, la organización adujo mayores demandas de clientes locales y extranjeros en materia de cumplimiento y mejores prácticas.

Ello incluye mantener una moratoria sobre las compras de soja proveniente de terrenos recién deforestados en la región amazónica. La prohibición, criticada por agricultores, se estableció en 2006 tras publicarse un informe de Greenpeace titulado "Devorando la Amazonía".

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Bolsonaro, favorito para ganar el balotaje del domingo, considera modificar una estrategia que logró que la deforestación en la Amazonía brasileña cayera un 75% tras alcanzar su punto más alto en 2004.

El excapitán del Ejército indicó que podría eliminar las facultades de supervisión de los reguladores ambientales Ibama e ICMBio, permitir faenas agrícolas y mineras en reservas indígenas, fusionar los ministerios de Medio Ambiente y Agricultura y retirar a la nación del Acuerdo de París.

Sin embargo, derogar medidas de protección ambiental puede alarmar a compradores extranjeros como Carrefour que se comprometieron públicamente a combatir la deforestación de la soja y podría conducir a prohibiciones comerciales, según Marcio Astrino, coordinador de políticas públicas de Greenpeace Brasil.

La agricultura en Brasil ha tenido un auge desde principios de la década de 2000, en parte gracias a la demanda china de soja, que se utiliza en productos como alimentos para animales y bebidas de frutas. El área sembrada con la oleaginosa casi se ha triplicado en dicho lapso, llegando a las sabanas del norte del país y al bioma del Amazonas.

Aún así, los agricultores luchan contra la burocracia sofocante, la corrupción y la ideología extremista de algunos inspectores ambientales, afirmó Bartolomeu Braz, timonel del grupo de productores de soja Aprosoja. Esto explica por qué el plan de Bolsonaro, que incluye facilitar el proceso de aprobación de pesticidas y una postura dura sobre el Movimiento sin Tierra y las organizaciones no gubernamentales extranjeras, cuenta con un amplio apoyo de los agricultores, detalló.

"Somos muy optimistas sobre el programa de Bolsonaro", admitió Braz. "Se nos debe permitir explorar de manera responsable nuestros recursos naturales, ¿qué nación no lo hace?".