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Duque intenta alejarse de los extremos, pero se queda solo

Cuando Iván Duque se postuló para presidente de Colombia el año pasado, sus opositores dijeron que sería poco más que un títere de su mentor Álvaro Uribe, el expresidente de derecha que lanzó su carrera.

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Cuando Iván Duque se postuló para presidente de Colombia el año pasado, sus opositores dijeron que sería poco más que un títere de su mentor Álvaro Uribe, el expresidente de derecha que lanzó su carrera.

Aunque reconocía su deuda con Uribe, Duque insistía en su independencia. Dirigiría un gabinete de jóvenes ministros capaces en lugar de politiqueros tradicionales, y pondría fin al clientelismo político. Muchos lo dudaban, pero en los cinco meses desde que asumió el cargo, Duque ha cumplido su palabra.

Esto ha descarrilado su presidencia.

Su plan para aumentar los impuestos fue destruido por su propio partido. El índice principal de acciones ha caído 19 por ciento en dólares, más que cualquier otro mercado importante en América, mientras que el índice de aprobación de Duque se ha desplomado aún más rápido. Muchos de sus aliados están desmoralizados; la oposición de izquierda huele sangre.

"Centrista intelectual"

"Está intentando gobernar como un centrista intelectual, pero es un camino difícil en un país tan polarizado como Colombia", asegura Brian Winter, editor en jefe de Americas Quarterly, quien es amigo de Duque y ayudó a Uribe a escribir su autobiografía. "En su círculo, existe la sensación de que necesita presionar el botón de reinicio y encontrar un grito de guerra que una al menos a la mitad del país".

Duque no ha podido movilizar a las docenas de legisladores de su propio partido, el Centro Democrático, como un bloque efectivo para impulsar la agenda del gobierno, ni ha construido una alianza gobernante como la que tuvo el gobierno anterior.

Ha renunciado a la antigua práctica de comprar el apoyo de los legisladores con "mermelada" o favores políticos, pero carece de las herramientas para gobernar sin ella. Sin pesos pesados políticos en su gabinete, ha tenido dificultades para comunicarse con los legisladores y no ha logrado conectarse directamente con el público.

Los desafíos a los que se enfrenta Duque, un abogado de 42 años, serían colosales incluso para un genio político. El país es el más afectado por una de las crisis migratorias más grandes del mundo, con más de 1,2 millones de venezolanos viviendo en Colombia y miles más cruzando la frontera cada día. La producción de cocaína se ha más que triplicado en los últimos cinco años, provocando un caos violento en las regiones donde se produce y socavando un proceso de paz histórico con rebeldes marxistas, muchos de los cuales han vuelto a tomar las armas.

Mientras tanto, las finanzas públicas se han visto afectadas por una caída de 22 por ciento en el precio del petróleo, la mayor exportación del país, desde que Duque asumió el cargo. El precio del café, del cual dependen medio millón de familias colombianas, recientemente alcanzó un mínimo de 12 años.

Ni la oficina del presidente ni el Ministerio de Hacienda respondieron a las solicitudes de comentarios.

El Centro Democrático, cuyo logotipo es una silueta de Uribe con la mano en el corazón, a veces se ha opuesto activamente al gobierno y otras veces se ha mantenido al margen y lo ha dejado solo, según Sandra Borda, decana del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá.

Dado que el gobierno ha intentado poner fin a la antigua política del intercambio de favores, debe organizarse mejor para defender sus iniciativas y coordinar con los legisladores, afirmó Christian Garcés, congresista del partido de Duque, en una entrevista telefónica.

La experiencia de Duque podría servir como advertencia a su vecino, el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien también se comprometió a replantear las relaciones con el Congreso y poner fin a la práctica de "tomar allá, devolver aquí", la expresión brasileña para la mermelada.

Fin de la luna de miel

El Ministro de Hacienda de Duque, Alberto Carrasquilla, solo dio una conferencia de prensa para presentar su plan de gravar alimentos básicos de la canasta familiar como el arroz y los fríjoles. Después de eso, hubo pocas noticias de él, y un joven viceministro quedó encargado de defender la propuesta en los medios de comunicación. La luna de miel de Duque terminó por esa época.

Fue el propio Uribe quien dirigió la oposición a la propuesta tributaria de Duque, lo que obligó al Ministerio de Hacienda a repensarla por completo. Algunos sintieron que el gobierno podría haber evitado la crisis simplemente hablando con sus propios aliados en el Congreso.

"Nunca entendimos esa terquedad o esa actitud de persistir en esta propuesta", aseguró José Obdulio Gaviria, senador del Centro Democrático, en una entrevista en Bogotá. "De hecho ya sabíamos por anticipado, por que teníamos contacto con todas las bancadas, que no había ninguna posibilidad de que el Ministro lograra la aprobación de la universalización del IVA".

Poca coordinación

Hubo pocas reuniones o coordinación con los legisladores del Centro Democrático para discutir los planes, aseguró Garcés, y añadió que desde entonces el gobierno y el congreso han progresado en el trabajo conjunto.

El proyecto de ley tributaria se parecía muy poco al original cuando llegó al Congreso, y recaudó apenas la mitad de los fondos. Un intento de reformar el sistema electoral tuvo un destino similar, mientras que una reforma al sistema judicial no se aprobó.

Algunos de los partidarios de Duque quisieran que se pareciera más al presidente de EE.UU., Donald Trump, o a Bolsonaro, de Brasil, pero esto no concuerda con su personalidad moderada e intelectual, afirma Winter.

"Es otro caso que demuestra que si no se gobierna desde el extremo energizado, el panorama es bastante solitario", dijo Winter.