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Es París, pero se siente como Wall Street

Algo inusual está sucediendo en Francia: dos pilares de su sector comercial se están comportando a lo estadounidense.

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Algo inusual está sucediendo en Francia: dos pilares de su sector comercial se están comportando a lo estadounidense.

Thierry Breton, director de Atos SE y antiguo ministro de Hacienda, reveló el miércoles un plan para entregar la mayoría de las acciones de la firma de tecnología financiera en Worldline SA a sus propios inversionistas.

La creación de imperios se ha convertido en el recorte de imperios. Este tipo de negociación no es digno de las decisiones usualmente amigables con el accionista que caracterizan a los miembros del CAC 40. Atos va a fragmentar poco menos de su participación de 51 por ciento, liberando así a Worldline para que labre su propio destino sin una empresa matriz mayoritaria. Los inversionistas impulsaron la acción de Atos 10 por ciento el miércoles, aumentando el valor comercial de la compañía en 820 millones de euros (US$ 937 millones). La participación que se distribuirá a los accionistas de Atos equivale a 2.000 millones de euros. Es evidente que no se había apreciado en su justo valor.

Un recorte deliberado puede parecer extraño aunque Kering SA, el grupo de marcas de lujo con sede en París, haya hecho algo similar el año pasado con la fragmentación de la mayoría de su participación en Puma SE. Los accionistas están más acostumbrados a movimientos como la costosa adquisición de XL Group Ltd. por parte de Axa SA, la cual pulverizó el precio de la acción del adquisidor. Otro ejemplo es el imprudente intento de Cie de Saint-Gobain por adquirir Sika AG de Suiza.

Breton podía haber vendido las acciones de Worldline en el mercado para aumentar los ingresos y así crear un fondo de financiación para adquisiciones. Los accionistas difícilmente habrían aplaudido algo así.

La desventaja es que Atos cede el control sin recibir una prima. En realidad, cualquier licitador querría comprar el 100 por ciento de Worldline y no solo la participación de Atos, y esta transacción no cambia el hecho que tendría que pagar más para lograrlo. Además, una oferta por Worldline no es probable en el futuro inmediato. Puede que el capital inversión haya estado consolidando al sector, pero una negociación costaría aproximadamente 11.000 millones de euros, tras agregar la prima. Esto representa un gran bocado para una firma de compra apalancada.

Breton se quedará con un Atos mucho más pequeño que no obstante podría valer mucho más si la firma mostrara un mayor enfoque que instara a los inversionistas a valorar las acciones con un mayor múltiplo de ganancias.

El movimiento liderado por Atos se genera un día después de que Denis Kessler, presidente y director ejecutivo de Scor SE, llamara a sus abogados para demandar al fallido licitador Covea y su director, Thierry Derez. El anuncio se reviste de toda la furia de los litigios estadounidenses y los blancos objetivos hasta incluyen a Rothschild en París.

El jurado se pregunta si este alboroto es bueno para los accionistas. Puede que Kessler haya evitado que Covea ganara el control sin pagar una prima adecuada. Es un accionista ancla en Scor, y el acuerdo sobre no aumentar su participación vencía este año. Sin embargo, Kessler corre el riesgo de motivar a los accionistas a aplicar un descuento sobre la acción si se percibe que intenta impedir cualquier adquisición futura.

Puede que todos estos sucesos sean una simple coincidencia. Pero algo está cambiando cuando vemos que avasallan al multimillonario Vincent Bollore por toda Italia o que el activista Elliott Management Corp. estaciona sus tanques frente a Pernod Ricard SA. Una compañía adquisidora se contrae y todo el sector comercial prende sus antorchas.