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Por qué se sigue apoyando a los políticos que mienten

La ciencia tiene una respuesta para las personas angustiadas que se preguntan cómo puede haber tanta mentira pública, cómo los mentirosos viven con ellos mismos, y por qué los partidarios de nuestros mentirosos públicos están dispuestos a pasarlo por alto.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. | Bloomberg

La ciencia tiene una respuesta para las personas angustiadas que se preguntan cómo puede haber tanta mentira pública, cómo los mentirosos viven con ellos mismos, y por qué los partidarios de nuestros mentirosos públicos están dispuestos a pasarlo por alto. Una explicación es que la lealtad también importa, y cuando se ven enfrentados a la elección entre mentir o traicionar, muchas personas consideran que mentir es la opción más respetable.

O al menos ese fue el resultado de una serie de experimentos que realizaron el profesor de gestión de Cornell Angus Hildreth y sus colegas para explorar la tensión entre la honestidad y la lealtad. En diferentes variaciones sobre el mismo tema, se les pidió a equipos compuestos por hermanos de fraternidad, estudiantes al azar u otros voluntarios que resolvieran una serie de acertijos y juegos de palabras. Mientras mejor lo hicieran los miembros del equipo, más dinero ganaba el equipo completo.

Los sujetos tuvieron la oportunidad de mentir sobre problemas que no habían completado y así ganar más dinero. Lo que no sabían era que los investigadores sabían cuándo mentían, ya sea recuperando secretamente las hojas de trabajo de la basura, o incluyendo problemas imposibles, de manera que cualquier grupo que dijera que lo había resuelto estaba mintiendo. (El proyecto en sí requería varias formas de engaño por parte de los investigadores, pero seguramente está bien en el nombre de la ciencia).

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Cuando se les pidió que prometieran lealtad al grupo y se les dijo que estaban compitiendo y tenían que vencer a otros grupos, más personas mintieron (alrededor del 60 por ciento). Aquellos que prometieron lealtad, pero que no eran azuzados por la competencia, mintieron menos (15 a 20 por ciento).

En un estudio posterior, Hildreth y un colega utilizaron un escenario similar y pidieron a las personas que evaluaran su propio comportamiento. Aquellos que mintieron (y beneficiaron a su equipo) se calificaron a sí mismos como más éticos que aquellos que dijeron la verdad. Pero cuando se les pidió que calificaran a otras personas en el mismo escenario, las personas pensaban que los mentirosos no eran éticos, ya sea que la lealtad fuera un factor o no.

Jonathan Haidt, psicólogo de NYU ha argumentado que, si bien todos valoran la justicia y la honestidad, a los conservadores les importa más la lealtad que a los liberales. Sin embargo, Hildreth dijo que todos valoran la lealtad en cierta medida. Seguramente la mayoría de la gente dentro del espectro político estaría dispuesta a mentir para salvar a alguien, o a ellos mismos, de muerte o daño.

Aunque Hildreth y sus colegas usaron una elección de palabras interesante en el título de su artículo más reciente, "When Loyalty Trumps Honesty” (que traducido al español sería “Cuando la lealtad supera la honestidad”), insistió en que el trabajo no es una declaración sobre la política de Estados Unidos. Pero cualquier trabajo sobre la naturaleza humana podría ayudar a dar una luz sobre lo que está sucediendo, y es fácil ver cómo el presidente Donald Trump ha creado la sensación de que sus seguidores están en una batalla campal contra los elitistas y los "enemigos del pueblo". Un sentido de competencia y lealtad podría llevar a los partidarios a pasar por alto sus mentiras.

Puede que Trump ya sepa cómo funciona esta psicología, pero para el resto de nosotros, la ciencia puede hacer que sea un poco menos desconcertante.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.