CIENCIA
navidad segura

Analizan juguetes para evitar que sean tóxicos, ruidosos o inflamables

En el Laboratorio de la Cámara de la Industria del Juguete, realizan casi 8 mil ensayos de seguridad al año. En el 20% encuentran fallas. Los disfraces y las casitas infantiles, entre los productos más riesgosos.

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Pruebas. En el laboratorio verifican si el peluche está realizado con material no inflamable (izq.). También si se desprenden con facilidad piezas chiquitas que los chicos pueden tragar (der.). | Marcelo Abllay

Llegan la Navidad y Reyes, y es época de comprar juguetes para los más chicos de la casa, pero antes de dejarse llevar por la publicidad, el precio o las grandes marcas, se debe tener en cuenta la seguridad para evitar accidentes, como asfixia, intoxicación, cortes o lesiones. Desde hace dos décadas funciona en el emblemático edificio con forma de castillo que la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ)  tiene en el barrio porteño de Boedo un laboratorio para ensayos de normas de seguridad para juguetes comercializados en el país, ya sean de origen local o importados.


“Con la Resolución 851/98 se logró el reconocimiento de la autoridad de aplicación (Secretaría de Industria) para actuar como laboratorio para ensayos de normas de seguridad para juguetes comercializados en el país. Actualmente, la mayoría de los juguetes en el mercado se certifican a partir de los ensayos realizados por nosotros”, le explicó a PERFIL el ingeniero Ezequiel Spak, director técnico del laboratorio.


Allí se realizan seis tipos de pruebas: la primera tiene que ver con las propiedades generales, mecánicas y físicas, del juguete. Por ejemplo, se lo tira para ver cómo se rompe y si se desprende alguna pieza pequeña que los chicos pueden llegar a tragar. También se hacen ensayos de sonido para saber si el ruido que emiten sonajeros o juguetes musicales supera los decibeles recomedados. La segunda prueba es la inflamabilidad, en el sector se ensayan peluches, disfraces y casitas para ver si son resistentes al fuego.

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El tercer experimento se realiza en un laboratorio y tiene que ver con la toxicidad, la migración de metales pesados. “Se parte el plástico para simular los pedacitos que el chico va cortando con los dientes y que se puede llegar a tragar. Después se hace un proceso para ver qué es lo que pasa cuando ese plástico está en la panza del chico y luego en el torrente sanguíneo. Lo que buscamos de esa solución es ver si hubo migración de metales pesados como el plomo, el bario, el cadmio, el mercurio y otros. Eso puede ir envenenando al chico con el tiempo”, sostuvo Spak.

Los controles a juguetes, para determinar su peligrosidad.

 

El cuarto y quinto ensayo se aplican en el caso de juegos de experiencias químicas, y sirven para verificar que los experimentos que hacen no sean perjudiciales. Y el último se refiere a la seguridad de los juguetes eléctricos, ya que todos los que son a pila o llevan un transformador deben cumplir requisitos adicionales: no dar electricidad, no elevar la temperatura, tener folletería de cómo poner las pilas, entre otras normas.

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Fallas. Anualmente el laboratorio del CAIJ realiza entre 6 mil y 8 mil pruebas. En el 20% de los procesos de certificación se encuentra fallas. Pero, advierte Spak, no es la cantidad lo importante, sino el tipo de falla. “Hay casitas o peluches que no cumplen con el ensayo de inflamabilidad y eso puede poner en riesgo la vida de un chico o hasta prender fuego a todo un edificio. En algunos juguetes, como por ejemplo los juegos de experiencias químicas, una advertencia mal puesta le puede quitar la vida al nene”.

Los controles a juguetes, para determinar su peligrosidad.

 

Para Spak, los juguetes más riesgosos son los disfraces, por el riesgo de inflamabilidad. “Hemos visto accidentes en un cumpleaños, donde el niño sopla la vela y se le prende fuego la peluca. Esos productos, aunque parezca mentira, son los que menos se certifican y pueden generar peligrosos incendios”. También hay que tener cuidado con las pilas botón que los chicos se pueden tragar, generando daño en el tejido blando del estómago.
Desde la CAIJ recomiendan comprar juguetes que tengan el logo de seguridad: una “S” negra dentro de dos figuras circulares. El mismo garantiza que el producto aprobó los análisis toxicológicos y las demás pruebas de seguridad. Además, elegir el juguete según el rango de edad del chico, información que debe figurar en el embalaje principal. Y prestar atención a los cuidados e instrucciones que se deben tener en cuenta al utilizar el juguete, para evitar accidentes por usos indebidos.

El slime, la masa de moda

El slime es uno de los juegos de moda entre los chicos. Pero esta masa gomosa también despierta cierta preocupación entre los padres por su posible toxicidad. “La mayoría cumple con las normas de seguridad”, explica el ingeniero Ezequiel Spak.

"El problema es un activo que tienen que se llama borato de sodio (bórax), lo que le da la apariencia de ‘miquimoco’. Eso es muy corrosivo. Puede producir una descamación en la mano”, agregó. “Aún no hay nada con respecto al bórax, yo participo en procesos de revisión de la norma. Lo estamos incluyendo y en la próxima actualización va a haber una  reglamentación para evitar cantidades excesivas. Además, debe estar orientado a chicos de 6 a 8 años que tengan noción de que no deben comérselo”, concluyó.