CIENCIA
julio palmaz, radiologo argentino

“Busco crear un nuevo stent intracraneal para los ACV”

El médico que revolucionó la cardiología habla con PERFIL sobre el futuro de la medicina y su nuevo desafío: un dispositivo para prevenir los infartos cerebrales.

Innovador. Palmaz cuenta con 40 patentes internacionales y es autor de 29 libros.
| Cedoc

Hace 25 años, el radiólgo argentino Julio Palmaz patentaba un invento que revolucionaría la cardiología mundial: el stent expandible, una pequeña malla metálica que evita que las arterias vuelvan a cerrarse luego de una angioplastía. Aún hoy, este brillante egresado de la Universidad Nacional de La Plata y amante de los autos antiguos, se sorprende al hablar del impacto de su descubrimiento. “Nunca pensé el rol que iba a tener el stent en el infarto agudo de miocardio. Se transformó en un salvador de vidas. No pasa un día en el que alguien se me acerca y me dice ‘tengo un stent’ y hasta recibí uno yo mismo”, le contó a PERFIL durante su visita a la Argentina para dictar el seminario “Presente y futuro del desarrollo tecnológico en la medicina cardiovascular”, organizado por el Ministerio de Ciencia y la Universidad Favaloro.

Este invento le valió a Palmaz un gran reconocimiento científico pero también varios dolores de cabeza. Durante once años, atravesó doce juicios contra tres competidores que reclamaban para si la patente del stent hasta que logró demostrar su potestad. El conflicto, lejos de derribarlo, lo fortaleció. Desde entonces, Palmaz creó otros 40 productos innovadores a través de su empresa, Palmaz Scientific Inc. Y ahora se enfrenta a un nuevo desafío: desarrollar un stent intracraneal capaz de prevenir y tratar el accidente cerebrovascular (ACV), una enfermedad que sólo en Argentina causa 18 mil muertes al año.

¿Cómo se le ocurren las ideas brillantes? Palmaz está convencido de que el componente más importante de la invención es la actitud de innovar. “Siempre pongo el ejemplo de que la innovación es como la llama de una vela en medio del viento. Las ideas disruptivas tienden a ser eliminadas por nuestra mente, que siempre busca una explicación para todo. Por eso, hay que aprender a cuestionar”.

—Para el inventor, ¿existe un momento ‘eureka’?
—En mi caso no fue un momento ‘eureka’ sino un proceso, una especie de razonamiento repetitivo. La idea del stent volvía una y otra vez a mi cabeza. Cuando empecé, lo primero que hice fue leer sobre biomateriales, aprender sobre la cirugía ortopédica y odontología. Eso me ayudó a modelar la idea. Sólo el experto es el que innova.
—¿Cuáles son las áreas más prometedoras en medicina?
—La nanotecnología aplicada a la farmacología. Eso tiene un futuro inmediato excelente porque los nanocarriers, las partículas que llevan drogas, puedan penetrar las estructuras nucleares y llegar a áreas de interés más efectivamente, de modo que uno puede disminuir la dosis de la droga y la toxicidad. En cambio, hay algunas áreas que no estoy seguro de que vayan en el camino correcto. Por ejemplo, la medicina genética que tuvo un auge monstruoso después del descubrimiento del genoma humano. Ahora se crearon sistemas de análisis de genes para establecer el riesgo a enfermedades. Me parece que es una tecnología en busca de aplicación, cuando debería ser al revés.
—¿En qué trabaja hoy su compañía?
—En lo que se llama deposición física de vapores. Estamos tratando de hacer un stent microscópico. El área de mayor esfuerzo es crear un stent para el uso en el cerebro, un dispositivo intracraneano para el tratamiento y prevención del ataque cerebral. El ACV va a ser la siguiente frontera: un tercio de las muertes se deben al infarto cerebral. En realidad, hoy en día estamos en el mismo punto con respecto a eso que lo que se estábamos con el infarto de miocardio en los ‘50. Los médicos no hacemos nada o muy poco y vemos al paciente recuperarse o no.
—¿Cuáles son las dificultades para crear este stent?
—Los vasos cerebrales son un décimo del espesor de un vaso coronario, entonces requiere instrumentos que son proporcionalmente más delicados. La tecnología con la que se hace un stent coronario hoy no puede brindar esa oportunidad. Los stent intracraneales deben ser muy delicados pero fuertes. Tienen que tener la capacidad de hacer su trabajo físico pero con un pequeñísimo perfil.
—¿En el futuro podría haber un stent ‘interactivo’?
—Sí, un stent podría tener biosensores y sistemas de comunicación para transmitir al exterior información útil, como la velocidad de flujos.  Pero el problema son los altos costos que implica su desarrollo.

 

De vocación, ingeniero

Julio Palmaz nació en La Plata, en 1945. Hizo toda su educación en la UNLP: cursó la primaria en la Escuela Anexa Joaquín V. González, el secundario en el Colegio Nacional Rafael Hernández y se graduó en la facultad de Ciencias Médicas en 1971. “Soy un producto de la UNLP. Siempre me sentí excelentemente bien preparado. En EE.UU. pase todos mis exámenes de equivalencia sin ninguna dificultad”, le dijo a PERFIL. “Mi papá era colectivero y mi mamá ama de casa. Era la típica familia, tercera generación de inmigrantes, que hicieron un gran esfuerzo para mandar a sus chicos a la universidad”. Él mismo admite que no estudió medicina por vocación, sino porque era la carrera que habían elegido sus amigos. “En retrospectiva, si hubiera tenido la oportunidad de comparar carreras y hacer un ajuste entre mi talento y mi interés, habría estudiado ingeniería”.