A pesar de que la
ciencia y la religión no se llevan bien, y más allá de las dudas en torno a si
Dios existe o es sólo un invento de la humanidad que necesita creer en algo que trasciende lo
terrenal, un equipo de investigadores de la
Universidad de Oxford
tratará de determinar si la creencia en un ser superior llamado Dios es algo propio de la
naturaleza humana o un producto de la cultura.
Los científicos quieren verificar si la creencia en Dios ha sido
beneficiosa para los seres humanos, desde el punto de vista de la evolución.
También intentarán ver si la fe se ha desarrollado como producto derivado de determinadas
características humanas, como la sociabilidad.
Los profesionales del
centro Ian Ramsey para la
Ciencia y la Religión y sus colegas del Centro de Antropología y la Mente de Oxford aplicarán
técnicas cognitivas, que combinan la neurociencia, la biología evolucionaria o la lingüística para
estudiar el comportamiento humano.
El psicólogo Justin Barret afirmó que intentarán "averiguar exactamente en qué sentido la
creencia en Dios es natural. Pensamos que hay más de eso de lo que la gente cree comúnmente",
informa el portal
Montevideo.com. Barret traza una analogía
entre los creyentes y los niños pequeños que creen que los adultos lo saben todo.
Esta predisposición a creer en la omnisciencia de los otros, que puede corregirse con la
experiencia que traen los años, es una condición que continúa, pronostican los expertos, en la fe
en Dios. "Normalmente continúa en la vida adulta. Es fácil. Es intuitiva y natural", sostuvo el
psicólogo británico.
El estudio no es sencillo, por lo que su realización demorará
tres años y su valor estimado es de 2,5 millones de euros, que serán donados
por la fundación John Templeton, que apoya las investigaciones en torno a la ciencia, la religión y
la espiritualidad.