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El ‘cuello de texto’ cada vez afecta a más argentinos

Seis de cada diez consultas por dolor cervical ya se deben al uso excesivo de smartphones. La mala postura al inclinarse a leer deriva en trastornos traumatológicos severos.

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Seis de cada diez consultas sobre dolores de columna y de cuello ya son consecuencia del uso excesivo que los argentinos hacemos de los teléfonos inteligentes. Esto es lo que reveló un reciente informe del Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires sobre más de 250 casos estudiados. El trabajo remarca que hace sólo cinco años eran tres de cada diez casos los relacionados al mal uso de la tecnología. En Argentina, ya hay más de 18 millones de usuarios de smartphones que tienen un promedio mensual de 27,4 horas online, cuatro más que el promedio mundial.


El crecimiento de las consultas se justifica por la proliferación de todo tipo de dispositivos electrónicos (computadoras, tablets, netbooks) que, sumados al teléfono, están generando un ejército de personas encorvadas absortas en sus múltiples pantallas. A esta dolencia se la denomina text neck (cuello de texto) y suelen estar asociadas a un marcado sedentarismo, que en muchos casos deriva en trastornos traumatológicos crónicos. “Se trata de un cuadro patológico de tipo mecánico de la columna cervical provocado por la inclinación hacia adelante de la cabeza y el cuello, mientras se fija la vista permanentemente en la imagen que emite el aparato electrónico, ya sea para escribir mensajes de texto, mirar videos o navegar por internet”, describió Daniel García, fisiatra, docente de la UBA y autor del informe.


Los síntomas van desde rigidez en el cuello y dolor de hombros y espalda hasta, en muchos casos, mareos y náuseas causados por la permanencia en posturas estáticas durante muchas horas al día. “La columna cervical naturalmente es proclive a rectificarse pasados los 40 años, pero hoy nos encontramos con inversiones de la curvatura normal a edad temprana (entre los 12 y 17 años), aparejada a síntomas muchas veces incapacitantes como rigidez del cuello o trastornos de la deglución”, completó García. El 63% de los casos de columna que trataron entre junio de 2013 y junio 2014 corresponde a la cervical, en una franja etaria entre los 17 y los 42 años.

Malos hábitos. “Cuando los pacientes llegan y hablan de los dolores intensos en cuello, pocas veces los relacionan proactivamente con el uso del celular, pero al ser consultados por esto, caen en la cuenta del tiempo excesivo que tienen este dispositivo en la mano y de la mala posición en la que lo utilizan”, explicó Jorge Fernández, director de la carrera de Kinesiología y Fisiatría de la Universidad Abierta Interamericana. “Esto demuestra lo automatizada que está esta costumbre y que falta conciencia para tomar recaudos desde la postura y el tiempo que se usa”, recomendó.
El problema comienza en la niñez y se agrava por la falta de actividad física. “Cada vez hay más consultas, empiezan desde los 10 años y se acentúan en la adolescencia. En el caso de los niños, les recomiendo a los padres que el uso de los smartphones se reserve para fuera de horarios diurnos y por ventanas breves de tiempo y que se promueva el deporte durante el día”, explicó Diego Duncan, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Ortopedia y Traumatología Infantil.


Según los profesionales, más de la mitad de las consultas son de “reincidentes”. Se los trata, pero luego siguen sometidos a la misma causa, sin modificación de hábitos. El principal consejo es hacer consciente el momento del uso de la tecnología para poder adoptar una mejor postura y levantar el teléfono a la altura de los ojos para no bajar la vista hasta las manos.
 “Además, debe haber descansos de 15 minutos cada dos horas de uso de la tecnología, intentar dormir de costado y no boca abajo, y acompañar siempre cada día con actividad física”, aconsejó García. Para Duncan, el cambio de hábitos puede aprenderse mediante ejercicios de reeducación postural global. “Esto no sólo ataca el problema del momento sino que aporta las herramientas para que las nuevas posturas se hagan habituales y el paciente las incorpore en su vida diaria”, concluyó.