CIENCIA
victor cruz atienza, experto mexicano

“Es raro que ocurran dos sismos cercanos y de tanta magnitud”

El jefe de Sismología de la Universidad Autónoma de México le aseguró a PERFIL que los terremotos del 7 y 19 de septiembre no están relacionados. Y advirtió que podría haber réplicas en las próximas horas.

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Daños. Para Víctor Cruz Atienza lo más importante ahora es salvar vidas. | AFP

El 19 de septiembre de 1985 México vivió el terremoto más significativo y mortífero de su historia. Exactamente 32 años después la tierra volvió a temblar. Esta vez el epicentro del sismo no estuvo en el océano Pacífico sino entre los estados de Puebla y Morelos, a 120 kilómetros de la Ciudad de México, y alcanzó una magnitud de 7.1, según el Servicio Sismológico Nacional (SSN). Mientras los rescatistas continúan removiendo escombros a la espera de que haya más sobrevivientes, los científicos comienzan a develar algunas claves del terremoto, el segundo en menos de quince días que sacudió el suelo mexicano.

“México se encuentra en una zona de alta sismicidad debido a la interacción de cinco placas tectónicas. Las más importantes en términos de la sismicidad son la placa de Norteamérica, donde está asentada la mayor parte del territorio mexicano, y la de Cocos, un placa oceánica. Esta última subduce por debajo de la de Norteamérica produciendo los sismos que ocurren con mayor frecuencia en el país”, le explicó a PERFIL Víctor Manuel Cruz Atienza, jefe del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Es raro que ocurran sismos de estas dimensiones con tan pocos días de diferencia, es una coincidencia desafortunada”.

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—¿Existe relación entre este último terremoto y el que ocurrió el 7 de septiembre?

—Es muy difícil establecer una relación causal entre ambos. El paso de las ondas sísmicas producido por el 8,2 del 7 de septiembre no disparó el sismo que ocurrió el último martes. Las ondas habían pasado hace días. Además, la perturbación estática del estado de esfuerzo en la corteza continental inducido por el sismo 8,2 es muy poco probable que haya tenido alguna influencia en el disparo del 7,1 por la gran distancia, más de 500 kilómetros, que los separan.

—¿Cómo se generaron ambos terremotos?

—Los dos terremotos son de la misma naturaleza: son sismos de profundidad intermedia que ocurren dentro de la placa oceánica de Cocos. Esto no los hace excepcionales porque ha habido sismos de esta naturaleza, pero sí es una realidad que son mucho menos frecuentes que los sismos típicos de subducción que ocurren con el contacto de dos placas. En el caso del sismo del 19 fue una falla geológica normal, que se da en un régimen de esfuerzo distensivo dentro de la placa oceánica. Lo mismo el del 7 de septiembre. Lo que es importante remarcar es que el sismo del martes ocurrió muy cerca de la Ciudad de México, a 120 kilómetros. Es el sismo de esta naturaleza más cercano y de mayor magnitud jamás registrado. Eso es lo que produjo aceleraciones del suelo muy superiores, cerca de dos veces más grandes que las registradas en el gran sismo de 1985, que además ocurrió a mucha mayor distancia.

—¿Eso explica también por qué hubo más daño ahora que en el sismo del 7 septiembre?

—Sí, el sismo del 7 de septiembre fue de mayor magnitud. La falla geológica y la energía sísmica irradiada por el sismo de magnitud 8,2 fue 35 veces más grande que la del 7,1. Sin embargo, la intensidad de los terremotos fue muy diferente. Fue mucho mayor la del sismo de 7,1 por la cercanía de la ciudad de México con el epicentro del terremoto.

—¿Existe la posibilidad de que ocurran réplicas en las próximas horas?

—Del sismo de 8,2 hubo miles de réplicas ( 3.831), en cambio del último muy pocas. Pero esto no significa que pueda haber una réplica de magnitud significativa, entre 5 y 6, en las próximas horas. Con magnitud 6 las aceleraciones esperadas en la Ciudad de México pueden ser lo suficientemente grandes como para colapsar estructuras debilitadas en el sismo del martes.

—¿Se puede predecir un terremoto?

—No, eso los expertos en sismología lo sabemos bien. Mucha gente ha dedicado su vida a tratar de identificar fenómenos precursores antes de un sismo. Ningún método o tecnología actual permite saber cuándo ocurrirán. Ni los países mejor instrumentados del mundo, como Japón y EE.UU., lo han podido lograr.


Puede pasar en Argentina

“México vivió el 19 de septiembre el aniversario del terremoto de 1985, que marcó un antes y un después en ese país y en todo el mundo sobre las normas de construcción sismorresistentes. Era un sismo interplaca, de poca profundidad pero que provocó daños a 200 kilómetros de la Ciudad de México. Se dieron cuenta de que era por un efecto de suelo y en estos años se cambió toda la construcción. Lo que pasa hoy, en 2017, es que son sismos de profundidad intermedia, que ya no están en el contacto de placas sino dentro de la placa de Cocos”, explicó Patricia Alvarado, directora del Grupo de Sismotectónica del Centro de Investigaciones de la Geósfera y la Biósfera (Universidad Nacional de San Juan y del Conicet). Un sismo como el del martes en México se vivió en Argentina el 20 de noviembre del año pasado en San Juan. Se trató de un sismo de magnitud 6,5. “Nunca tuvimos uno de 8,1, pero al ver lo que ocurrió en México tenemos que subir este umbral. Saber que si hay una zona que ya lo ha experimentado puede pasarnos también”, concluyó Alvarado.