CIENCIA
Laura Echarte, Beca L'Oreal UNESCO

"Para dedicarse a la ciencia, creo que lo difícil no es ser mujer sino tener un hijo"

Es una de las pocas científicas del país para quien el campo es su laboratorio: allí estudia cómo hacer para que el suelo no se deteriore tan rápidamente por el avance de la soja. La ingeniera agrónoma Laura Echarte, que acaba de obtener un importante galardón en París, habla sobre cómo es hacer ciencia siendo mujer y madre de un bebé de apenas seis meses. La discriminación, la presión por publicar y loas a su marido, también investigador del Conicet.

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La cientfica estar seis meses en Canad. Viajar con su marido investigador. | Mara Victoria Gesualdi

No resulta fácil ser científica en Sudamérica, mujer y además madre de un bebé. Detrás de becas, premios y distinciones suele haber una realidad de esfuerzo cotidiano que rara vez sale a la luz, pero que es tan tangible como el placer con que se hace esa tarea. A todo esto, Laura Echarte le suma que ejerce su rol de investigadora literalmente en medio del campo, buscando que la exagerada producción de soja no degrade definitivamente los terrenos.

Esta semana, la marplatense de 32 años fue una de las 15 ganadoras de la beca L‘Oreal-Unesco for Women in Science, por la cual obtuvo US$ 40 mil para continuar con su proyecto de investigación durante un año: seis meses en Canadá y otros seis en la Argentina. “ Hay estudios que indican que el monocultivo de soja disminuye mucho el carbono orgánico del suelo, es decir, su fertilidad. Estos datos de conservación del suelo son los que faltan y es lo que voy a hacer gracias al premio.”

—¿Y cómo se hace este viaje con un bebé de seis meses?
—Voy con mi marido, veterinario e investigador del Conicet. El sabe con lo que uno tiene que lidiar día a día.

—¿Por ejemplo?
—Más que nada con la presión del Conicet por publicar. Necesitamos resultados todo el tiempo, para mantenernos en el sistema. Publicar o perecer, y que no te desaprueben los informes. Además, para tener toda esa producción se necesitan fondos, así que también hay que pedir subsidios a todo organismo que presente algún concurso. Es una lucha.

—Los científicos a veces parecen una máquina de pedir subsidios...
—Sí, exactamente, porque si no, no se puede producir. Además, en mi área hay mucho trabajo. Por ser mujer, necesito más ayuda, contratar más gente para cortar plantas, la fertilización, el desmalezamiento...

—¿Por qué?
—Y, sola no puedo. En el INTA de Balcarce tengo una parcela para investigación. Mis ensayos están en un terreno de 80 metros por 30. Es un lugar considerable para mantener y desmalezar. Hay que estar ahí todo el tiempo. Antes de que naciera Prando, estaba siempre. Con el bebé, las cosas cambiaron. Me reparto entre el jardín maternal del INTA y el campo. Cada vez que el bebé quiere tomar la teta, me llaman. Voy y vuelvo.

—¿Nota algún tipo de discriminación por ser mujer?
—No siento que se me subestime por ser mujer. Lo que veo es que es más complicado llevar adelante todo cuando tenés un hijo; es más complicado que para el científico hombre. Pero de hecho, todos los organismos que otorgan becas se las dan tanto a hombres como a mujeres. Y como las mujeres son más productivas y más responsables, veo una tendencia a que ellas obtengan más becas.

—El ex rector de Harvard una vez dijo...
—Sí, que las mujeres tenían menor coeficiente intelectual (se ríe). Pavadas. A palabras necias, oídos sordos... En el INTA mismo, yo veo que los cargos jerárquicos los tienen los hombres, pero no creo que sea porque la mujer no es capaz, o porque entre un hombre y una mujer se opte por el hombre. Creo que a las mujeres directamente no les interesa estar en eso, tienen otras prioridades. A lo mejor yo hablo porque a mí me tienen sin cuidado los cargos con poder...

—¿Tiene colegas mujeres en su área?
—Hay pocas ingenieras agrónomas en investigación. Hay más en laboratorios de genética, biotecnología y patología vegetal. Somos contadas las que vamos al campo a buscar datos.

Contra la "sojización". El premio a Echarte llega justo cuando las organizaciones ecologistas advierten sobre el peligro del desmonte para la calidad de los suelos y el exceso de plantar sólo soja por su extraordinario precio internacional.
La científica estudiará la factibilidad de sembrar maíz junto con la soja para darles respiro a los suelos. Eso se llama intersiembra.

En la prueba, hacemos un surco con maíz y dos con soja, uno de maíz y dos de soja, y así. Se cosecha el maíz en marzo y la soja queda sola hasta mayo”, explicó. La idea es que con prácticas de manejo como densidad de plantas, estacionamiento entre hileras y ciclo de cultivo, entre otras, se podría tener un mayor rendimiento y buscar una alternativa frente a la “ sojización” del país.

Si bien es algo complejo técnicamente, las grandes empresas semilleras están interesadas y desarrollando semillas que se adapten. La idea es tratar de cosechar el maíz lo antes posible para que la soja esté la mayor cantidad de tiempo posible sola, algo que conviene”, completó.