CIENCIA
recomendacion de la Academia americana

Pediatras piden que menores de un año no beban jugos de fruta

Es porque, aún los naturales, interfieren en la lactancia y contribuyen al aumento de peso y la formación de caries. Límites también a escolares.

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Pediatras piden que menores de un año no beban jugos de fruta | Shutterstock
Los jugos de fruta, aun los 100% naturales, no ofrecen propiedades nutritivas a los niños menores de un año y no deben ser parte de su dieta, de acuerdo con las nuevas recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría. Esta es la primera vez desde 2001 que el organismo, del cual Argentina aplica muchas de sus directrices, cambia una sugerencia al respecto. Antes los pediatras aconsejaban no ofrecerles jugo de frutas a los niños menores de seis meses, pero ahora se ha ampliado el período para incluir enteramente el primer año de vida, dados los altos índices de obesidad infantil y el aumento de las caries dentales.

“Los padres pueden pensar que el jugo de fruta es saludable, pero no es un buen sustituto de las frutas frescas y, además, añade más azúcar y calorías”, aseguró Melvin Heyman, coautor del estudio “Jugo de fruta para los bebés, niños y adolescentes: las recomendaciones más vigentes”, publicado este mes en la revista Pediatrics. El trabajo recomienda, además, limitar el consumo diario de jugo de fruta dependiendo de la edad del niño: 120 ml de 1 a 3 años, hasta 180 ml de 4 a 6 años, y 230 ml de los 7 a los 18 años.

“La alimentación normal de un niño durante los primeros seis meses de vida es la lactancia materna. Y en condiciones normales, no necesitaría ningún otro aporte nutricional. Después de los seis meses, se aconseja que la bebida que no sea leche materna sea agua segura y que se incorporen frutas frescas”, explicó María Virginia Desantadina, secretaria del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Las guías nutricionales tanto de la SAP como del Ministerio de Salud de la Nación aseguran que un consumo excesivo de jugo puede asociarse a una malnutrición, tanto por obesidad como por déficit nutricional al desplazar el aporte de otros alimentos como la leche.

“El jugo de fruta no es la fruta, el jugo de la naranja no es la naranja, no sólo porque le faltan nutrientes como la fibra sino porque además concentra otros, como azúcares. No quiere decir que estén proscriptos: agregar un poco de jugo de fruta a un puré está muy bien. Pero no es darle un vaso de jugo en reemplazo de una fruta”, explicó Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni).

Una investigación reciente de este centro encontró que una cuarta parte (25%) de los niños menores de tres meses ya habían incorporado de manera precoz alimentos, bebidas y/o infusiones, valor que aumenta a uno de cada tres niños antes de cumplir los seis meses de edad. “Por debajo del año, la cuarta parte de los alimentos que se introducen en los chicos podrían ser considerados menos saludables, porque tienen una alta concentración de sodio, azúcares y grasas saturadas”.

Problema. A los jugos naturales se suma la cada vez mayor oferta de opciones artificiales, ricas en azúcar y colorantes. “En Argentina, desde el advenimiento de los jugos procesados y en cajitas, los pediatras hemos contraindicado su uso, ya que el azúcar deteriora significativamente la dentina con la aparición muy precoz de caries. Esto sin duda también aumenta el riesgo de diabetes y síndrome metabólico en la infancia”, opinó Fernando Burgos, jefe de Pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Austral y miembro de la red Niños Sanos = Niños Felices.

Los pediatras recomiendan establecer en los primeros años de vida el hábito de beber agua. “Hay que predicar con el ejemplo: los padres deben tomar agua y ofrecer agua a sus hijos cuando tengan sed”, aseguró Carmuega.

También aconsejan que haya agua disponible en todos los ámbitos donde esté el chico, incluyendo guarderías y jardines de infantes, no dar jugo o bebidas azucaradas en biberones para no fomentar el consumo excesivo, y no utilizar lo dulce como recompensa social. “No se debe utilizar ningún alimento o bebida ni como premio ni como castigo. Hay que fomentar una alimentación sana y variada”, concluyó Desantadina.