CIENCIA

Un banco de cerebros ayuda a científicos a estudiar el Alzheimer

Desde 2006 funciona en el Fleni y es el segundo de Latinoamérica. Fotos.

Respuestas: Gustavo Sevlever, de Fleni, asegura que analizar el tejido cerebral post mortem sirve para entender mejor las enfermedades neurodegenerativas.
| Cedoc

 El cerebro es un órgano sumamente complejo pero fascinante a la vez. Es el responsable de procesar la información sensorial, de coordinar los movimientos y de regular las emociones. En sus neuronas se esconden nuestras capacidades intelectuales, los recuerdos, en definitiva, cómo somos.

 

Pero, además, el cerebro representa uno de los mayores desafíos para la ciencia. Es que en la actualidad todavía se desconocen muchos de los mecanismos que subyacen a enfermedades que afectan al desarrollo cognitivo o la memoria, como el Alzheimer, que padecen más de 35 millones de personas en todo el mundo e implica un enorme desafío para los sistemas de salud en una sociedad cada vez más envejecida.

 

Para tratar de entender cómo y por qué surgen este tipo de patologías e intentar hallar una cura, existen iniciativas como los bancos de cerebro que conservan tejidos neuronales post mortem que se utilizan, de acuerdo con el propio paciente o sus familiares, para la investigación.

 

Desde 2006, funciona en el Fleni el único banco de cerebros de la Argentina, que ya almacena 45 muestras de tejidos que pacientes donaron a la institución en forma altruista. Es uno de los dos biobancos que conserva cerebros en América latina. El otro está ubicado en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo, en Brasil. “La idea es poder entender qué pasa en el cerebro con las enfermedades neurodegenerativas. Hay un viejo refrán que dice: ‘La muerte enseña lo que la vida oculta’. Si se puede analizar post mortem, con las mejores técnicas, los tejidos cerebrales quizás se logre entender qué es lo que pasó con la enfermedad en vida del paciente”, explicó Gustavo Sevlever, director de Investigación y Docencia del Fleni.

 

Procedimiento. Cualquier persona, con o sin enfermedad neurológica, puede decidir en vida donar su cerebro para la ciencia, previa firma de un consentimiento informado. En el caso de que no lo haya hecho, su familia puede decidir donar o no el órgano. El cerebro puede recibirse para su almacenamiento hasta 18 horas después de la muerte.

 

En el caso de ser donado, se extrae el órgano sin alterar la estructura de la cabeza. Luego, una mitad se guarda en formol y la otra se congela en nitrógeno líquido a -80ºC. “Con la primera mitad se realiza un diagnóstico neuropatológico y con el material congelado se pueden hacer estudios más sofisticados, de biología molecular, que dan información sobre una o varias enfermedades”, sostuvo Sevlever.

 

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