CIENCIA
investigacion experimental

Un chip en el cerebro devolvió el tacto a un paciente tetrapléjico

Mediante microelectrodos, médicos de EE.UU. lograron que un joven perciba sensaciones como si provinieran de su mano.

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Ensayo. Robert Gaunt, de la Universidad de Pittsburgh, realizando una prueba a Copeland. | cedoc

En 2004, Nathan Copeland disfrutaba de su primer año en la facultad. Apasionado de las ciencias, quería convertirse en un especialista en nanomateriales. Pero un accidente de tráfico truncó sus planes y le dejó tetrapléjico, sin ninguna movilidad por debajo del pecho. Doce años después logró recuperar el sentido del tacto gracias a microelectrodos implantados en su cerebro.

El avance fue realizado por un equipo de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.) que, mediante la implantación de varios microchips en el cerebro de Copeland, consiguieron imitar las sensaciones que, de forma natural, provendrían de su mano derecha. Además, los científicos también hicieron posible que el paciente experimentara este sentido del tacto artificial a través de un brazo biónico controlado por su mente.

“Puedo sentir casi cada uno de mis dedos. Es una sensación extraña”, declaró Copeland, quien estrechó la mano del presidente estadounidense, Barack Obama. “Algunas veces siento como una corriente y otra presión, pero en la mayoría puedo identificar con precisión qué dedo es. Siento cómo tocan y presionan mis dedos”, recordó el joven.

Avance. “El resultado más importante de este estudio es que la microestimulación de la corteza sensorial puede provocar una sensación natural en lugar de un hormigueo”, explicó Andrew B. Schwartz, coautor del trabajo publicado en la revista Science Translational Medicine, quien destacó: “Además, esta estimulación es segura, y las sensaciones evocadas son estables durante meses, aunque todavía hay que seguir investigando para que los pacientes consigan hacer mejores movimientos”.

Esta réplica del sentido del tacto es fundamental a la hora de desarrollar prótesis inteligentes que puedan suplir la discapacidad del paciente, remarcaron los investigadores. Porque poder emular el sentido del tacto abre la puerta a mejorar y adaptar los movimientos a las distintas circunstancias.

En la actualidad Nathan puede sentir la presión y distinguir su intensidad durante los experimentos, pero todavía no puede identificar si una sustancia está caliente o fría. El doctor Robert Gaunt, que dirige el equipo, explicó que su intención es que los pacientes pueda volver a usar capacidades naturales del cerebro, que por algún motivo se habían perdido, pero no olvidado.

 “El objetivo final es crear un sistema que se mueva y sienta como lo haría un brazo natural”, señala Gaunt, quien concluyó: “Tenemos un largo camino por recorrer para lograrlo, pero esto es un gran comienzo”.