COLUMNISTAS
arranca la campaña

A la hora señalada

Desafíos del oficialismo y de la oposición en el inicio de la cuenta regresiva hacia las legislativas.

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SHERIFF DEL CONDADO Mauricio Macri | PABLO TEMES
Abril de 2017. Se inició la cuenta regresiva rumbo a las PASO del 13 de agosto y las elecciones generales del 22 de agosto. No hace falta decir la relevancia que tendrán para el Gobierno las elecciones de medio término, que se parecen mucho a las del año 2005. En aquel momento se produce la ruptura entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner y en la provincia de Buenos Aires se dirime la interna entre Cristina Fernández de Kirchner e Hilda González de Duhalde, donde Cristina saca el 45,77% y Chiche el 20,43%, lo que significaría el ocaso del duhaldismo y el ascenso irresistible del kirchnerismo. En el otro extremo de la casuística electoral están los sufragios de 2001, donde la Alianza obtiene sólo el 23,1% contra el 37,4% del PJ en diputados, y el 15,35% contra 37,36% para senadores, resultados que precipitarían su caída. ¿A cuál se parecerá más la elección de 2017?
Candidatos, estrategia en las PASO y mensaje electoral son los elementos centrales de la campaña, y donde emergen las dudas en los headquarters macristas, que por primera vez llevarán sobre sus espaldas el peso de una elección nacional.

Candidatos. Una discusión estriba en la conveniencia entre colocar candidatos conocidos contra desconocidos, y ambas posiciones tienen pros y contras. Colocar poco conocidos para el gran público, caso Facundo Manes o Gladys González, permite enfocar las luces en los líderes del proyecto evitando de paso los disgustos de quienes tienen juego propio. La idea de poblar las listas de conocidos permite descomprimir la tarea enfocando el esfuerzo para convencer a los indecisos lugar por lugar. Entre los conocidos se enlistan los políticos y los famosos, y estos últimos posiblemente pueblen las listas provinciales.

En el campo de los profesionales de la política, la gran intriga reside en dónde va a jugar Elisa Carrió, que por esas rarezas de la argentinidad puede elegir distrito. Tener que optar entre Provincia o Capital muestra la doble presión que significa estar desafiados por CFK y Martín Lousteau respectivamente. Cristina cambió la estrategia, al pasar a un segundo plano, raro en ella, lo que hizo crecer las esperanzas entre quienes piensan que puede llegar a no presentarse. No presentarse sería una opción extraña pues la sacaría del juego político y le entregaría las llaves a un triunfo macrista, pero obviamente su decisión se la reservará para último momento, pues sólo se presentaría para ganar. Por su parte, a Lousteau le llueven tanto promesas como amenazas para que no sea candidato este año, y los rumores de que bajaría Marcos Peña al distrito le pusieron más presión. Sin embargo, se puede leer en el embajador la intención de fondo de convertirse en el propietario del electorado que encontró en Macri una opción, si se debilita la posibilidad de su reelección.

PASO. Las primarias siguen siendo un experimento de difícil comprensión y la disyuntiva para las fuerzas políticas estriba en presentar varias listas o una sola, obviando el trámite. Por lo visto, las primarias funcionan como un instrumento legitimador de las candidaturas con valor táctico si se presentan varios candidatos pero con un claro predominio de uno de ellos (caso Macri contra Carrió y Sanz), caso contrario se convierten en un instrumento peligroso, por ejemplo si se presentan dos candidatos muy enfrentados que parten en mitades la elección, hace probable que los votantes del perdedor no sigan al ganador (caso Aníbal Fernández contra Julián Domínguez).

Resignación. Acertar con el mensaje de campaña adecuado será lo más difícil para el macrismo, ya poseedor de un pasado que la ciudadanía evaluará a la hora de votar, y con un terreno angosto hacia el futuro por haber dilapidado buena parte del capital de las promesas. A la hora de evaluar el clima social actual, prima la resignación en gran parte de la población.

El año pasado, para la misma época, había un sector enojado con lo que era “el nuevo gobierno” (25%, para ponerlo en números), pero un sector de tamaño similar se encontraba muy feliz ante los acontecimientos, y gran parte de los restantes, con expectativas positivas. Este último sector mutó hacia la resignación bajo la premisa de que ya no recuperará salario real y por ende tampoco su capacidad de consumo. Por otra parte, los números que arrojó el Indec durante la semana sobre la evolución de la producción industrial en febrero frente al año anterior fueron lapidarios (http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emi_03_17.pdf), superando las previsiones más pesimistas. Caídas como el 22,5% de la industria textil; el 18,5% de la automotriz; e incluso la baja de 4,2% del sector alimenticio dejan toda la responsabilidad del crecimiento del PBI en el sector primario.

En este contexto no sorprende que casi cuatro de cada diez trabajadores argentinos crean que peligra su fuente de trabajo.

Sobre este marco se sobreimprime la conflictividad social, donde la Ciudad de Buenos Aires es testigo permanente de innumerables movilizaciones de carácter netamente opositor. La respuesta del Gobierno tiene una sola palabra: desestabilización. Supone que los reclamos, incluyendo la irresuelta crisis por la paritaria docente, responden a una conspiración orquestada desde el kirchnerismo, lo que construye un planteo inverosímil. Incluso a esta conjura “helicopterista” han sumado al manso sindicalismo de la CGT, que mediante el paro del jueves próximo intentará reconciliarse con sus bases. La vacilante convocatoria a la movilización de hoy para defender al Gobierno buscará equilibrar la balanza en la posesión de “la calle”.

Finalmente, la campaña oficialista también tendrá que lidiar con un Presidente un poco disgustado y distante; que se siente más valorado y comprendido por las prolijas monarquías europeas que por ese plebeyo desborde cotidiano que constituye la Argentina.

Estos elementos permiten presumir que el mensaje principal de campaña apelará al miedo, que consiste en establecer que una derrota del Gobierno traería de vuelta al populismo, a Cristina, a La Cámpora y a Venezuela. Este discurso tiene sentido para una cuarta parte del electorado, y es objetado por un sector similar; ¿podrá atraer a la mitad restante?

*Sociólogo, analista político
(@cfdeangelis).