COLUMNISTAS
GOBIERNO VS. CFK

A quién le alcanza

Los votos de hoy pueden ser reveladores de cuál será el futuro político de Macri, Vidal y Cristina.

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. | DIBUJO: PABLO TEMES

Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) tienen dos consecuencias: definen a través del voto los candidatos de cada de uno de los partidos para la elección de octubre venidero y se transforman en una verdadera encuesta abierta de alcance nacional que, a la manera de una foto, le permite a cada agrupación política conocer cuál es la verdad de su presente electoral. De esas dos consecuencias, la de mayor significación es la segunda ya que –salvo en algunos casos– en nuestro país la primera se torna abstracta debido a la falta de competencia interna que exhiben las alianzas partidarias. Por eso, los tres interrogantes que se plantean en la jornada cívica de hoy –¿ganará Cristina Fernández de Kirchner o ganará Esteban Bullrich? En caso de que CFK ganara, ¿con qué guarismos y con qué diferencia sobre Bullrich? ¿Cómo le irá al oficialismo a nivel nacional?– van más allá de la interna partidaria. Es algo que Mauricio Macri siempre supo y que, increíblemente, algunos conspicuos miembros de Cambiemos, no. En ese marco, la batalla electoral por la senaduría de la provincia de Buenos Aires es su desvelo.  

La campaña electoral, que ha sido en general mala, ha dejado sin embargo mucho para el análisis. Ante la escasez de propuestas, las formas han sido casi todo.

Lo que se vio. Hemos asistido a una campaña que pareció hecha a partir de las sugerencias e ideas de Jaime Duran Barba: actos en los que candidatos aparecen en medio de un escenario rodeados por la gente; candidatos que pronuncian discursos cortos que apelan a lo emotivo; spots publicitarios en los que habla la gente. Donde más se notó el cambio fue en CFK. Nada hubo de las largas peroratas de sus Aló presidenta. “Hemos decidido que había que escuchar a la gente” –parece que antes no–, dijo la ex presidenta en su discurso de cierre en La Matanza. Habló poco y se mostró poco. Su objetivo fue mantener el caudal de sus votantes, ese núcleo duro del kirchnerismo que le es absolutamente fiel y que, según exhiben la mayoría de las encuestas, le augura buenas posibilidades.

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El precandidato a senador Esteban Bullrich representó, hasta aquí, un verdadero dolor de cabeza para el oficialismo. Su nominación fue producto del dedo del Presidente y, hasta aquí, en sus cercanías muchos consideran que cometió un error. “Perdimos un muy buen ministro que como candidato resultó malo”, se confesaba en la mañana del jueves último un operador del Gobierno que, aun cuando se esperanzaba con los guarismos de alguna encuesta de último momento, no paraba de lamentarse por la mala performance que tuvo Bullrich durante toda la campaña. La verdad es que un triunfo suyo sería un batacazo.

“De no haber sido por sus disputas de protagonismo con María Eugenia, la candidata debió haber sido Lilita”, reconoció otro funcionario de cercanía con el Presidente. Por todas estas circunstancias, tanto la gobernadora como la diputada debieron ponerse la campaña sobre sus espaldas. La fuerte imagen positiva de Vidal –incluso superior a la del Presidente– llevó a Macri a dejarle el rol central en la parte final. De hecho, si hoy se diera el resultado positivo que sólo una o dos encuestas le dan al oficialismo, deberán levantarles un monumento de gratitud tanto a la gobernadora como a Carrió.

Más allá de Buenos Aires. El panorama luce diferente para el Gobierno en el resto del país. Ahí, los pronósticos hablan de buenos resultados que buscará capitalizar mostrando un crecimiento que lo consolida como primera fuerza a nivel nacional. En ese marco, la aspiración es, además, ganar alguna provincia más. En la mira están Santa Cruz, San Luis y Santa Fe. Sergio Massa está lejos de la disputa central, y Florencio Randazzo, lejísimos.

Cada elección plantea un escenario propio y, por lo tanto, hacer comparaciones con las anteriores es casi siempre un error. Vale esto para los que intentan hacer algún paralelismo entre esta elección y las de 2013 y 2015. En 2013, el triunfo de Massa estuvo apuntalado por la decisión del macrismo de apoyarlo en aquella cruzada que tenía como objetivo impedir la reforma de la Constitución Nacional que buscaba darle vuelo al proyecto de reelección indefinida con el que soñaba CFK. En 2015 se trató de una elección presidencial, cuya dinámica es distinta a la de una legislativa.

Las encuestas muestran que el tema central de las preocupaciones de la mayoría de la gente pasa por la situación económica.

A la hora de votar, la inseguridad pesa menos y la corrupción, mucho menos. En el vasto territorio de la provincia de Buenos Aires, esto no solamente emerge como dato en las zonas más carecientes del Conurbano profundo sino también en ciudades de su interior como, por ejemplo, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca. En 2015, María Eugenia Vidal tuvo en esas tres ciudades un caudal de votos notable, lo que le permitió compensar los que no tuvo en La Matanza. Fue una performance extraordinaria que incluso superó a la de Macri. Hoy eso parece difícil de repetir. El impacto de la inflación y el ajuste de las tarifas de los servicios públicos ha llevado a muchas pymes a bajar sus persianas o a reducir su personal.

En ese universo anidan muchos de los desencantados a los que apeló en sus últimos discursos Vidal. Veremos si con eso alcanza para mantenerlos en el redil.

Más allá de las encuestas, la volatilidad del dólar le ha mostrado en estas semanas al Gobierno lo que la calle presiente: que CFK gana. Por eso, no alcanzó con los millones de dólares que el Banco Central lanzó al mercado para frenarlo. Es un adelanto de lo que pasará si el Gobierno no hace una buena elección. Nada que sorprenda. Al Presidente se lo han dicho en la cara muchos potenciales inversores extranjeros: no vendrá un dólar a la Argentina mientras exista la posibilidad de que el proyecto presidencial de CFK se mantenga vivo. Esto es lo que está en juego en estas elecciones que se definirán en octubre y de las que en la noche de hoy tendremos un adelanto.

Producción periodística: Santiago Serra.