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Actualidad de los proverbios

Hay un refrán inglés, You can’t tell a book by its cover, que equivale al castizo “El hábito no hace el monje” e invita a no juzgar las cosas por sus apariencias. Aplicado literalmente, debería impedir que uno comprara libros sólo porque su diseño es original o atractivo. Sin embargo, vengo de incurrir en ese desliz dos veces. La primera fue con Ahora sabréis lo que es correr, de Dave Eggers, una edición de Mondadori que tiene la particularidad de que la tapa no incluye el título ni el nombre del autor (de hecho, sólo aparecen en el lomo), sino que sirve como primera página del texto, que continúa al dorso y no se interrumpe hasta el final. No lo he leído.

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Hay un refrán inglés, You can’t tell a book by its cover, que equivale al castizo “El hábito no hace el monje” e invita a no juzgar las cosas por sus apariencias. Aplicado literalmente, debería impedir que uno comprara libros sólo porque su diseño es original o atractivo. Sin embargo, vengo de incurrir en ese desliz dos veces. La primera fue con Ahora sabréis lo que es correr, de Dave Eggers, una edición de Mondadori que tiene la particularidad de que la tapa no incluye el título ni el nombre del autor (de hecho, sólo aparecen en el lomo), sino que sirve como primera página del texto, que continúa al dorso y no se interrumpe hasta el final. No lo he leído.
Mucho más llamativo es el otro libro, Pieza única, de Milorad Pavic, que en realidad son dos libros presentados en una caja. El tomo principal está ilustrado por el mismo artista que la caja mientras que el secundario es azul con letras doradas y corresponde al cuaderno de apuntes que lleva el inspector Stross, encargado de investigar las muertes que se narran en el otro volumen. Es una edición de Sexto Piso, sofisticada y carísima editorial mexicana que ha publicado, entre otros, a Musil, Kafka y Henry James en ediciones de bello aspecto. Nunca había leído a Pavic, el autor del Diccionario jázaro. Esa obra viene en dos versiones, la masculina y la femenina, y Pavic (Belgrado, 1929) parece obsesionado con el cambio de sexo: Pieza única gira alrededor de un andrógino llamado Aleksa/Sandra Klozevits cuya identidad oscila entre hombre y mujer y refleja su otra mitad en el espejo.
Los capítulos de Pieza única llevan perfumes como títulos: Kenzo, Poison, Hugo Boss, Addict Dior, Antracite. Klozevits puede reconocer a la gente por la fragancia que usa. No es su única habilidad esotérica, ya que se dedica a vender sueños del futuro además de ejercer la astrología y la adivinación. A sus servicios recurren Distelli, un cantante de ópera obsesionado con Pushkin, y la amante de Distelli, que a la muerte del tenor lo será de un banquero que tiene otra pareja. La novela va transcurriendo entre referencias literarias, crímenes violentos y encuentros sexuales. No es un libro largo, pero en la mitad me empecé a preguntar qué clase de cosa era la que estaba leyendo. Una visita a Internet me aseguró que Pavic era un grande de la literatura, autor de culto y eterno candidato al Premio Nobel (como Sabato, pensé). Sin embargo, no podía evitar cierta vergüenza mientras leía. En lugar de seguir una novela, tenía la sensación de estar espiando una vieja revista dominical: una página con el horóscopo, otra dedicada al erotismo, una tercera con acertijos, una cuarta con la biografía de un escritor famoso, una quinta sobre la moda… A medida que me acercaba al final, iba quedando claro que no se trataba de literatura sino de una mezcla de los pensamientos más banales, las supersticiones más groseras y los relatos más insulsos confundidos en un espiritualismo de mal gusto.
Ya convencido de que estaba frente a un impostor, volví a internet, donde descubrí un texto autobiográfico de Pavic en el que se proclama como el primer escritor del siglo XXI y termina diciendo: “Era el mejor escritor conocido de la nación más odiada del mundo: la nación serbia”. Para completar el cuadro, Pavic resultó también un patriota, y de los pesados. En 1992, luego del sitio de Vukovar que concluyó con la limpieza étnica de los croatas por parte de las milicias de Milosevic, Pavic proclamó que la destrucción de la ciudad era una bendición que permitiría reconstruirla en el estilo serbio-bizantino.
Es notable cómo el diseño y la publicidad pueden transformar un bodoque kitsch a cargo de un nacionalista senil en un objeto chic. Aunque este arte de vidriera de boutique hace pensar en otro viejo refrán, el que habla de la mona vestida de seda.