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Ahora el peso se apreció 10%

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El huevo de la serpiente. Los desmanes frente al Congreso a fin de 2017 minaron la confianza. | Piemonte

En junio, el peso se revalorizó 10%. Mientras el dólar bajó 7%, la inflación del mes subió 3%. La mayor apreciación de nuestra moneda desde otro junio, el de 2002, un mes después de que asumiera Lavagna en el Ministerio de Economía tras la hiperdevaluación de Remes Lenicov.

Que la inclusión de Miguel Angel Pichetto haya producido un “milagro financiero” de tal magnitud es un síntoma que lo trasciende. Comprenderlo puede permitir sacar conclusiones sobre lo que verdaderamente sucedió pocos meses después de que Macri ganara las elecciones de 2017 con la devaluación de ese diciembre y luego las que siguieron en 2018, y lo que podría no suceder en diciembre de 2019 aun si Macri ganara las elecciones y fuera reelecto.

Junio batió un récord: la mayor revalorización del peso desde 2002, cuando asumió Lavagna en Economía.

Que le sume tanto a Cambiemos un senador, que por más prestigio que haya acumulado en la conducción del bloque opositor no tiene votos propios ni el control sobre una provincia, es la contracara de lo mucho que le restaron los incidentes del 18 de diciembre de 2017, cuando se aprobó la modificación de la reforma de la fórmula de la actualización de las jubilaciones y durante dos días llovieron piedras en una batalla campal entre la policía y los manifestantes en las afueras del Congreso.

Con Macri, durante 2016 y 2017 hubo una “paciencia estratégica” entendiendo que primero tenía que consolidar su legitimidad electoral (había ganado en 2015 solo por un punto) y su poder en el Congreso con más legisladores propios. Las elecciones de medio turno de 2017 eran esperadas como un punto de inflexión a partir del cual se proyectaría dejar definitivamente atrás el pasado o su regreso. Al ganar Cambiemos las elecciones legislativas de 2017, las expectativas descontaban que entonces el Gobierno haría las reformas.

Ver que la modificación de la fórmula de la actualización de las jubilaciones –y no una reforma previsional integral como la que se espera apruebe este mes Brasil– generó en la Argentina tal caos, que hizo pensar a los actores económicos argentinos e internacionales que no alcanzaba con que Macri ganase las elecciones, como habían creído. Que la sociedad argentina no estaba dispuesta a aceptar reformas que permitieran proyectar que el Estado, gradualmente, iría reduciendo su déficit fiscal y las empresas privadas irían aumentando su productividad para que las exportaciones fueran mayores que las importaciones. Y así, sin déficit fiscal ni comercial relevante, que Argentina fuera exhibiendo una solvencia que le permitiera ir renovando sus emisiones de deuda con solo pagar los intereses.

Aun si Cambiemos triunfa en 2019, no será condición suficiente para que se vuelva a apostar por Argentina: luego haría falta un gobierno que pudiera plasmar en leyes las reformas que permitan hacer competitiva la producción argentina. Es ahí donde la candidatura a la vicepresidencia de Miguel Angel Pichetto es un significante de mucho más que él mismo: de un Cambiemos que habría comprendido que sin un Poder Legislativo colaborativo no habrá política económica exitosa.

La candidatura de Pichetto representa un reconocimiento de que las causas políticas del fracaso económico de la gestión de Macri fueron tanto o más importantes que los problemas intrínsecos reales, como la falta de coordinación entre los ministerios económicos y el Banco Central durante los primeros tres años. Y lo más importante, que el Gobierno lo habría aceptado. Ese es el análisis que realizaron los mercados durante este junio y el 10% de la revalorización de la moneda argentina fue su expresión.

El mercado le dice a Macri: no alcanza con ganar las elecciones si luego no logra aproba que se aprueben las leyes.

El hecho de que los peronistas que ya ocupaban puestos importantes en Cambiemos antes de la llegada de Pichetto –como Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, nada menos que el presidente de la Cámara de Diputados y el ministro del Interior– no tuvieran ninguna representación en las listas a legisladores generó temor en la parte más politizada del círculo rojo: ¿será que la inclusión de Pichetto fue solo marketing electoral? Si eso se confirmara en la práctica siendo reelecto Macri, nuevamente el mercado volvería a descreer del futuro de la economía argentina.

La enseñanza para Cambiemos es que no alcanzará con que gane las elecciones para generar un crecimiento de la confianza que ponga en funcionamiento el círculo virtuoso de inversiones, más trabajo, más consumo, más crecimiento, menos deuda sobre el total del producto bruto, más confianza, más inversiones...

Al habérsele devaluado la palabra, al Gobierno le harán falta hechos para volver a convencer. El traer a Pichetto es uno de los tantos que precisará.