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Ajuste de términos

Una vez que los abominables narcotraficantes son detectados, son identificados, son perseguidos, son atrapados; una vez que se los juzga y se los condena; una vez que se los encarcela y se los aparta del resto de la sociedad, ¿qué es lo que acontece?

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Una vez que los abominables narcotraficantes son detectados, son identificados, son perseguidos, son atrapados; una vez que se los juzga y se los condena; una vez que se los encarcela y se los aparta del resto de la sociedad, ¿qué es lo que acontece? ¿Qué es lo que se consigue? ¿Se restablece, acaso, ahí donde hasta entonces imperaban, la vida sana, la vida buena, el trato apacible y cristalino de los cordiales vecindarios, el reclamado entorno propicio para el crecimiento armónico de los niños, el ambiente familiar tan añorado, una vida juvenil muy de otra especie?

Por lo que leo, parece que no. Cuando se captura a alguna de esas deplorables bandas dedicadas al narcotráfico, cuando se la lleva a juicio y se la pone por fin tras las rejas, lo que ocurre es muy otra cosa: lo que ocurre es

que queda un territorio disponible, disponible un circuito regular de abastecimiento y suministro, disponible una fuente caudalosa de incesante rentabilidad. Lo que ocurre, entonces, por lo tanto, es que se suscita, si es que no la había, o que recrudece, si es que la había ya, una disputa feroz de grupos en ambición; disputa a plena violencia, de pelea a muerte, por hacerse de ese espacio de mercado inagotable: más balas y más miedo, más desdicha y más cadáveres, es decir, más de lo mismo.

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Habría que establecer, pues, según creo, una distinción semántica entre estos términos: entre la lucha contra el narcotráfico, por un lado, y la lucha contra los narcotraficantes, por el otro. La que se emprende, llegado el caso, es lucha de la segunda clase: lucha contra los narcotraficantes. La lucha contra el narcotráfico sería para mí otra cosa. ¿Cómo se emprende? No tengo idea. Pero dudo de

que pueda encararse sin previamente revisar, a conciencia como suele decirse, en qué consisten, a qué se deben, dos de las más grandes pasiones contemporáneas: la pasión por el consumo, la pasión por el dinero.