COLUMNISTAS
La vuelta de los torneos largos

Al fin una buena idea

Julio Grondona está pensando en volver a los torneos largos, y quienes siguen estas columnas seguramente sabrán de nuestra prédica a favor de este tipo de competencia. Partimos de una premisa lógica. Si los países que tienen el fútbol más desarrollado, más costoso, mejor pago y con las figuras más importantes tienen un campeonato de 38 fechas, ¿por qué acá, con lo devaluado que está todo, con ausencia casi total de figuras, nos empeñamos en torneos de cuatro meses con el pobre y casi solitario argumento de que “de esta forma puede salir campeón cualquiera”? ¿Por qué tiene que salir campeón “cualquiera”? ¿No puede salir campeón “el mejor” en vez de “cualquiera”?

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Julio Grondona está pensando en volver a los torneos largos, y quienes siguen estas columnas seguramente sabrán de nuestra prédica a favor de este tipo de competencia. Partimos de una premisa lógica. Si los países que tienen el fútbol más desarrollado, más costoso, mejor pago y con las figuras más importantes tienen un campeonato de 38 fechas, ¿por qué acá, con lo devaluado que está todo, con ausencia casi total de figuras, nos empeñamos en torneos de cuatro meses con el pobre y casi solitario argumento de que “de esta forma puede salir campeón cualquiera”? ¿Por qué tiene que salir campeón “cualquiera”? ¿No puede salir campeón “el mejor” en vez de “cualquiera”?
Los torneos cortos no entregan campeones que queden en el recuerdo, también lo hemos dicho. Racing 2001, Independiente 2002, Newell’s 2004, River 2008 son apenas algunos ejemplos de equipos campeones descartables, sin ningún aporte serio a la discusión o a una determinada línea futbolera. A los citados títulos de Racing y de Independiente, además, se les pueden hacer varios cuestionamientos. El de la Academia, por sucesivos fallos arbitrales a favor. Con el paso del tiempo, la idea de que el por entonces flamante gerenciamiento necesitaba un título para afirmarse se agiganta paso a paso, justamente. La siguiente parte de la temporada, lo tuvo a Racing iniciando la debacle que concluyó en la huida de Blanquiceleste, dejando el club en llamas. Sigo pensando que aquel título del Apertura 2001 fue perjudicial. Gracias a él, la empresa se mantuvo más tiempo del aconsejable. Y como expresión futbolística –sobre todo comparada con otros campeones de torneos similares, como el Vélez y el Boca de Bianchi y el River 96/97– fue muy parecido a la nada.
El caso de Independiente Apertura 2002 fue diferente. El promedio lo ponía cerca de su primer descenso de su historia y Daniel Grinbank y Andrés Ducatenzeiler decidieron armar el equipo a como diera lugar. “Son tres meses, nada más. Hacemos un equipo con buenos jugadores, ganamos el torneo, y zafamos”, pensaron. E hicieron. No contentos con eso, Ducatenzeiler pasó por la AFA para pedir algo que le fue concedido: que Horacio Elizondo y Fabián Madorrán no dirigieran los partidos en los que jugara el Rojo, con el argumento de que el primero “es de Racing” y el segundo “era de Boca”.
Esa política de compras, la llegada masiva de jugadores a préstamo que ganaban una fortuna y que enriquecieron a tres o cuatro tipos, colaboró con Independiente en el objetivo inmediato, que fue ganar el torneo y engrosar el promedio. Fue un equipo muy costoso que sólo jugó bien un puñado de partidos y que entregó sólo una efímera alegría. Tan corto fue todo, que en el torneo siguiente –el Clausura 03– la campaña fue desastrosa su el DT, Américo Gallego, terminó renunciando bastante antes del final. En el recuerdo colectivo quedó equivocadamente como súper ofensivo, un espejismo que generan los torneos cortos, pero sólo goleó tres veces (a Chacarita 6-2; a Colón 7-1 y a Racing, 4-1.Y fueron varios los encuentros en los que su rendimiento dejó mucho que desear, incluido el que lo terminó dejando al borde del título, contra Boca, al que le empató casi de milagro. No contentos con mostrarnos un fútbol berreta, se nos apabulla con recuerdos falsos.
El Apertura 2004 fue tan malo, que Newell’s fue el campeón con menor cantidad de puntos de la historia en torneos cortos. Y se consagró aprovechando un empate de Vélez, su principal competidor, de local con Arenal, ya que en su visita a Independiente perdió 2-0. Demás está decir que este Newell’s no pudo sostenerse en el tiempo. Y ni hablar del River del Cholo, campeón de vuelo bajo, al que de todas maneras le sobró un partido, ya que enfrentó a Banfield en la fecha 19 ya consagrado. Al torneo siguiente, sin Carrizo y Ortega, terminó último.
El reciente campeón, Boca, en el Apertura 2008, jugó 21 partidos, sumando los dos del triangular. Hizo 42 puntos. River ganador del Clausura 2008 (ya hablamos de su vuelo
bajo) sacó un punto más, con dos partidos menos.
Quienes no quieren campeonatos largos se sostienen en el temor de que se corte un equipo y que al resto sólo le quede pelear por el segundo puesto. De haber sido así, Boca habría ganado los dos últimos. ¿Cuál es el problema? Es normal que sea Boca y no otro el que acceda a ese privilegio. Es el único que apuesta en serio –con defectos, con algunos movimientos poco claros, pero apuesta al fin– al largo plazo. Pero, si bien es cierto que Boca fue primero en la tabla acumulada de la última temporada completa (2007/2008), los setenta puntos que consiguió sumaron sólo uno más que Estudiantes, cuatro más que River, seis más que San Lorenzo y nueve más que Argentinos Juniors. Es decir, en un torneo largo, Boca hubiese sido un ajustado campeón. No hubo diferencia abismal a sus seguidores. Apenas superó por una unidad al segundo en 38 partidos. Y si le hubiese sacado mayor diferencia, habría sido porque lo mereció y no porque haya pegado una racha positiva de cinco o seis partidos, como suele pasar con los certámenes cortos.
Con el regreso de los campeonatos largos, deberían desaparecer los descensos por promedio, muy injusto con los equipos recién ascendidos, que se ven obligados poco menos que a hacer campañas de equipos grandes, y las promociones, donde esa historia de la ventaja deportiva es uno de los más atroces disparates que se le haya ocurrido a los dirigentes.
Esta reforma debería venir en un combo: campeonato largo con descenso directo a la B Nacional de los tres o cuatro últimos. Y que los clubes vendan jugadores en enero o en junio/julio, solamente.
Merecemos un fútbol mejor. Demos el paso adelante. Grondona parece haber tenido, por fin, una buena idea.