COLUMNISTAS

Argentina o el melodrama invertido

default
default | Cedoc

El lunes, Argentina sorprendió al mundo con la noticia de la muerte del fiscal Alberto Nisman, que la semana pasada había denunciado a la Presidenta, su canciller y otras figuras políticas del oficialismo por encubrimiento en el atentado ocurrido en 1994 en la sede de la AMIA en Buenos Aires. Ese crimen de lesa humanidad que sesgó 85 vidas ocurrió durante otro gobierno del partido oficial.

El hecho criminal en estos días transcurridos en vez de resolverse se enturbió más, despertando una fuerte indignación popular y la atención de la prensa internacional que cubre con especial atención el oscuro suceso.

Cristina Fernández de Kirchner eligió las redes sociales para expresarse; su bloque parlamentario y el Consejo del Partido Justicialista y sus aliados en el Frente para la Victoria lo hicieron a través de documentos presentados en conferencia de prensa, con contradictorios contenidos en los sucesivos días.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Relaciono estos textos con un trabajo de investigación que Claudio España realizó sobre la obra de Manuel Puig, porque nunca en nuestro país la política se pareció más a una ficción que en los últimos años, si bien la relación se establece con mayor contundencia con el género de la telenovela local que con el melodrama romántico  admirado por el escritor.

Todos esos documentos colocan a la mandataria y a su partido en el punto de vista de un tercero ajeno a lo ocurrido y al manejo de los órganos de poder que dependen del Estado. También omiten que desde diciembre de 1983, fecha de terminación de la última dictadura militar argentina, ejercieron el Poder Ejecutivo Nacional durante veinticuatro años, tuvieron mayorías parlamentarias en casi todo el período y gobernaron más de la mitad de las provincias argentinas durante todo este prolongado lapso histórico.

La estructura y organización del poder en Argentina es obra del partido de gobierno que hasta impulsó una reforma constitucional que ya tiene dos décadas de vigencia y que implicó la renovación del Poder Judicial, cuyos integrantes han sido designados en los sucesivos gobiernos del justicialismo.

Por ese hecho el contenido de las comunicaciones que menciono se parece más a un recurso literario que a la descripción de la realidad política del país.

Las alusiones a un supuesto Estado de bienestar alcanzado por el pueblo en los últimos años son desmentidas por la realidad, que se convierte así en una metáfora deformante del espejo donde se miran el partido oficial y sus principales integrantes.

Si los guionistas del “relato oficial” tomaran un tren suburbano, habitaran por horas en los miles de asentamientos y barrios de emergencia en los que viven millones de argentinos, vivieran sin agua potable ni cloacas por unos días, se acercaran a los familiares de los muertos por desnutrición u oyeran los testimonios de las familias con hijas desaparecidas por la trata de blanca, para sólo enumerar algunos casos de quienes desconocen el bienestar por razones que no obedecen ni al azar ni a torpezas individuales, la escritura del libreto podría ser más respetuosa para los que sufren y para la comunidad en su conjunto.

Si bien el discurso oficial se encuentra muy lejos de la expresión racional de un ideario democrático y la política parece guiada por el pensamiento mágico expuesto con los recursos literarios del folletín, hemos caído en una extraña operación narrativa que puedo denominar, tomando una expresión del citado Claudio España, “el melodrama invertido”, porque en este relato los sacrificados y sufrientes son los gobernantes y los felices los gobernados. Cada vez que se dirigen al pueblo, no dejan de enrostrarle el sacrificio que implica poseer una fortuna y ejercer el poder. También lo enuncian más como un castigo y misión providencial que como una decisión personal de presentarse a elecciones durante casi setenta años.

El problema no radica ni en la reformulación del género narrativo ni en las expresiones utilizadas, sino en que este melodrama transcurre para millones de personas no en las pantallas televisivas sino en la realidad. Los destinatarios son los protagonistas y su sufrimiento no es una ficción, sino un drama cotidiano que destruye miles de vidas irrecuperables, a la que ahora se suma la del fiscal Alberto Nisman que por la importancia de la función desempeñada y las circunstancias en que se produce adquiere una dimensión pública de la que otras carecen.

Esperar que se revele la verdad es casi una utopía, cuando el Estado de derecho también ha sido reducido al olvidado texto literario de la Constitución nacional.

*Profesor de Derecho Constitucional y Derechos Culturales. Reside en Montevideo.