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Arte en el mercado

La revista Art Press siempre tuvo una preferencia por la herencia de la tradición de la abstracción.

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No hace mucho estuvo en Buenos Aires, invitada por el Filba, Catherine Millet. Como suele ocurrir en estos casos, una catarata de entrevistas en medios se abatió sobre ella. Casi todas versaron sobre sus intervenciones en el debate en torno al feminismo, alguna también sobre sus libros, en especial La vida sexual de Catherine M., que, según vi en no me acuerdo qué folleto publicitario, vendió más de tres millones de ejemplares y fue traducido a decenas de idiomas. No leí ninguno de sus libros, ni tampoco el discurso inaugural en el Filba, en el que, por lo que me contaron, volvió sobre las discusiones acerca de si “existe la mujer” y otras posiciones críticas de la sororidad, ante una sala repleta. Una pena que en ninguna entrevista nadie (o muy pocos: tal vez alguien lo hizo y yo no me enteré) le preguntara por Art Press. Dirigida por ella, fundada a fines de 1972 junto con Daniel Templon (dueño de la galería de arte del mismo nombre, tal vez la más destacada de la escena parisina de las últimas décadas), Art Press es la más importante revista francesa sobre el mercado del arte (decir que es una revista de arte es un error: es una revista sobre el arte en el mercado). Comparable a Flash Art (fundada en Italia un lustro antes y que rápidamente se volvió internacional gracias a su edición en inglés) y a Art Forum (lanzada una década antes en Nueva York), Art Press siempre pretendió –y casi siempre lo logró– ser un poco más sofisticada, algo más intelectual y crítica que sus competidoras. Durante varias décadas apareció solo en francés, incluyendo una sección de crítica de libros impecable (conozco un editor francés, ya muerto, que decidió publicar casi la obra completa de un autor sudamericano solo por haber recibido, con su primera novela traducida al francés, una reseña favorable en Art Press) y un gran trabajo de investigación documental. Luego comenzó a ser bilingüe (francés/inglés) pero entonces perdió encanto y punch (la globalización no se lleva bien con Francia).

Art Press defendió con agudeza a Support-Surface, en mi opinión (es decir: en mi opinión formada por Art Press) el grupo de artistas franceses más inteligentes de fines de los 60 en adelante. Con Daniel Dezeuze a la cabeza, Su-pport-Surface implicó un trabajo de deconstrucción (perdón por el uso de tan trillada palabra) de los propios materiales expresivos; en el caso de Dezeuze, de la pintura. La inclusión de materiales como madera, objetos encontrados, plástico, no fue ajena a sus escritos teóricos (cercanos, como corresponde para la época, a Tel Quel) que, para ser honesto, no sé si están compilados en libro (ahora cuando termine este artículo me voy a fijar en internet). Recuerdo también un número dedicado a la obra tardía de Picabia (levemente realista, como los retratos de rostros de mujer de mediados de los 40) que fue para mí absolutamente iluminadora de la posibilidad de dejar atrás la vanguardia, no para negarla sino para convertirla en fantasma.

Art Press siempre tuvo una preferencia por la herencia de la tradición de la abstracción. Es una revista del mercado con toques de convicciones estético-ideológicas. El año pasado había una pila en una librería de viejos de la calle Sarmiento. No las compré. A los días me arrepentí. Volví, pero ya no estaban.

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