COLUMNISTAS
EL ESCANDALO DEL VALIJAGATE

¿Así que zafamos de Antonini?

Tras la reunión del martes entre Doña Cristina y Mister Wayne, el Gobierno se dio por “satisfecho” con las “explicaciones” del embajador estadounidense a la Presidenta. Lo hizo a través del todoterreno Alberto Fernández. Y santas pascuas, porque, al fin y al cabo, todos queremos “una relación madura con los Estados Unidos”.

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Tras la reunión del martes entre Doña Cristina y Mister Wayne, el Gobierno se dio por “satisfecho” con las “explicaciones” del embajador estadounidense a la Presidenta. Lo hizo a través del todoterreno Alberto Fernández. Y santas pascuas, porque, al fin y al cabo, todos queremos “una relación madura con los Estados Unidos”.
Un viejo apotegma de la politiquería señalaba que, a veces, ciertos gobernantes se vieron obligados a “cambiar todo para que nada cambie”. Pero aquella máxima pareciera haberse invertido: todo ha cambiado, cuando, en realidad, sigue igual.
Repasemos:
u La Justicia de Miami, asistida por el FBI, nunca investigó el origen ni el destino de los casi US$ 800.000 que Guido Antonini Wilson quiso ingresar al país durante la madrugada del 4 de agosto de 2007. Lo que se investiga allí es una supuesta presión de un gobierno extranjero (el de Venezuela) sobre un ciudadano estadounidense (Antonini, que es venezolano-norteamericano) para que éste no revele jamás de dónde salió y hacia dónde iba esa plata.
u Nunca el gobierno estadounidense, ni su embajador en Buenos Aires y ni siquiera el fiscal del caso afirmaron que el dinero iba dirigido “a la campaña electoral de Cristina Kirchner”. Lo que hizo público el fiscal fue que, en una grabación, uno de los supuestos conspiradores hoy presos había dicho eso. El dato sólo sirve en ese Tribunal para corroborar que, en efecto, alguien habría tenido un motivo de peso para intentar que Antonini se callara.
¿Qué cambió, entonces, entre las efusivas denuncias de Cristina sobre una “operación basura para ensuciar nuestra relación de hermandad con Venezuela” y las sonrisas del jueves?
Nada. O, en todo caso, que los Kirchner anotaron que el episodio fue muy perjudicial para el arranque del segundo mandato, ahora a cargo de la ex primera dama, quien había ganado votos prometiendo “normalizar las relaciones con el mundo”. Voceros de la Embajada deslizan su propia interpretación: “Los hechos no cambiaron, pero sí las circunstancias”. Y las circunstancias, en política, siempre son sinónimos de necesidad. Sin embargo, nada de eso es el centro del asunto.
Llama la atención que Alberto Fernández haya celebrado que, según Wayne, “la investigación sobre la valija le corresponde a las autoridades argentinas”. Vale la pena repetirlo: fue así desde un principio. ¿Será que tranquiliza a la Casa Rosada que la investigación corra por cuenta de jueces y fiscales hasta ahora impotentes para extraditar a Antonini y hasta para que se presente a declarar Daniel Uzcátegui Spetch, hijo del mandamás de la petrolera PDVSA en Buenos Aires y, casi seguro, verdadero dueño de la valija del escándalo?
Responder afirmativamente esa pregunta sería temerario, por más que la historia sirva de testigo. Pero inquieta que las autoridades les den tanta importancia a las palabras y a los gestos, y tan poca a los hechos. Y eso que el General decía: “La única verdad es la realidad”.
Repasemos la realidad, entonces:
u La valija llegó a Ezeiza a bordo de un avión privado contratado por funcionarios argentinos.
u Sigue depositada en la sucursal del Banco Nación en el aeropuerto.
u Sólo fueron relevados de sus cargos el devidista Claudio Uberti y su secretaria. Ella ya trabaja en otra área del Estado y él se encargó de la última campaña electoral del Frente para la Victoria en Santa Cruz. El responsable de la empresa que pagó el viaje (Enarsa) y también pasajero, Exequiel Espinoza, sigue en su puesto.
u Gracias a la investigación de Miami (y no a las realizadas por dos juzgados argentinos, a falta de uno) se puede suponer, por boca del detenido Franklin Durán, que semejante cantidad de billetes de US$ 50 “iban para la campaña de Cristina Kirchner”, pequeño detalle sobre el cual nuestra Justicia federal no ha mostrado hasta hoy el más mínimo interés.
u Otro de los detenidos, el abogado venezolano Moisés Maionica, acaba de declararse culpable. Dice que formó parte de esa “conspiración” y que la valija no era de Antonini. Ya habría sumado más nombres de compatriotas y de argentinos a la movida para silenciarlo. Maionica, alguien muy vinculado al poder en Caracas, conocería bastante bien a Julio De Vido y a Uberti.
u Fuentes judiciales de Miami confiaron la semana pasada a PERFIL que en las 41 grabaciones y 8 videos tomados de las reu-niones de Antonini con sus “apretadores” se habría mencionado a funcionarios del Consulado argentino en Miami.
Operación basura. Buena voluntad. Como adjetivos, suenan bastante disímiles para definir la misma situación. Pero así es la política. Repetimos la pregunta del título al lector: ¿zafamos de Antonini?