COLUMNISTAS
ecos de la crisis

Bienvenidos a un mundo feliz

Del estallido financiero a la hecatombe social y política.Las respuestas de Estados Unidos y Europa. Los países “cerdos” que reciben al FMI. Y las víctimas de Madoff.

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¿Cómo va el mundo con la crisis que empezó siendo financiera y continuó económica, social y política? Para el tratamiento de los divertículos en el sistema digestivo del capitalismo, dos grandes líneas se consolidaron. En la vertiente norteamericana, predominó la ayuda federal directa. A los publicitados 600 mil millones de dólares listos para los rescates, se sumaron subsidios, incentivos y otros socorros de distintas ventanillas. De dicho monto, se ha consumido una buena parte.

Ultimamente, se agregó la promesa de 600 mil millones adicionales, mediante el llamado cuantitative easing 2. Se trata de una estimación inicial que incluso podría llegar a ampliarse para sucesivas compras de bonos del Tesoro a tenedores privados. Esta demanda suplementaria tiende a elevar el precio de los títulos, lo que implica una reducción en su tasa nominal fija, con el consiguiente efecto testigo para el costo del endeudamiento privado. Los escépticos apuntan al escaso apetito empresarial por el crédito, al tiempo que los consumidores tratan de disminuir su alto endeudamiento. Mientras tanto, la tasa de interés de referencia que fija la Reserva Federal (FED) norteamericana se ha ido reduciendo hasta tocar el cero.

Europa, al ritmo propiciado por Alemania y el Banco Central Europeo (BCE), marcha a la zaga. El BCE se resistió con uñas y dientes a bajas sustanciales en su tasa primaria, aunque terminó fijándola en un mínimo histórico del 1%. Cuando la crisis griega, la demora en acordar los montos y mecanismos del auxilio obligó a elevar notablemente las cifras inicialmente barajadas. Se trató de los también sonados 750 mil millones de euros. El anuncio revirtió por entonces en la caída de los mercados de bonos y acciones. Esa reacción mostraba la desconfianza en la austeridad como eje central de la terapia antidiverticulosis.

El episodio verificó que la frenada chirriante del gasto público, de la mano de un empleo mezquino de los fondos comprometidos, provocaba temores sobre las economías más castigadas. Ello no ha impedido que el rigor fiscal se presente a los sufridos pueblos como supuesta imposición del mercado. Europa necesita renovar su abultada deuda pública a medida que se van verificando los vencimientos, pero mientras los bonos norteamericanos se pueden colocar a tasas que resultan exiguas, a los países de la gama PIGS (por “cerdos”, en inglés, aludiendo a Portugal, Irlanda, Grecia y España) les sucede religiosamente lo contrario. Más aun, otros como Italia y Bélgica pueden obtener la membresía para sumarse al sombrío club. A su turno, los bunds (bonos germanos) exhiben sus tasas a mínimos históricos.

Los actores del mercado ven más cerca el riesgo de default soberano cuando la cortedad fiscal colabora en la contracción y tampoco se avizora que las economías cuestionadas puedan ganar en competitividad. Del alto monto del auxilio europeo comprometido, sólo se ha utilizado una porción menor. El FMI reclamó un aumento del fondo de rescate y un mayor impulso a la compra de bonos por parte del BCE. Su presidente, Jean-Claude Trichet, promete créditos para bancos comerciales pero llama a los gobiernos a incrementar su propio rescate.

Paul Krugman y Ken Rogoff, entre otras figuras de predicamento, han venido advirtiendo sobre lo inevitable de la reestructuración de la deuda pública de varias naciones europeas. Mohamed El-Erian, CEO de Pimco –grupo inversor que maneja el mayor caudal de bonos del mundo–, vaticina que la renuencia alemana a abrir más el grifo de la ayuda tiende a convertir a tal reestructuración en un evento de alta probabilidad, que llevaría a un shock en los mercados de riesgo contaminando los bancos europeos (grandes tenedores de bonos PIGS) y reduciendo severamente la liquidez.
Nada más justo que los tenedores de tales bonos soporten una parte de las pérdidas (como contrapartida de la ganancia esperada y recibida). Pero el anuncio de Angela Merkel sobre tal acto de justicia (que se cumpliría a partir de 2013) no pudo sino propinar otro empujón a la tasa de interés, siempre a tono con el riesgo. Esta semana, España pagó el costo más alto de los últimos años. Como solía observar el físico argentino Jorge Sábato, una cosa es verla venir y otra mandarla a traer.

Sobre el modo como se reparten las cargas del aprieto, vemos que en Estados Unidos el desempleo aumentó al 9,8%, casi 2,5 veces más que antes de la crisis. Aumentó también el número de ejecuciones hipotecarias y de norteamericanos cuyas casas arrastran una deuda superior al valor actual de la propiedad. Por otro lado, un estudio encargado por el Consejo de Inversores Institucionales de Estados Unidos en noviembre, que incluye más de 100 grandes fondos de pensiones, determinó que las prácticas en grandes bancos y firmas de valores se han agravado desde la crisis financiera en cuanto a las jugosas remuneraciones y recompensas a sus ejecutivos, explotando un vacío “en las nuevas regulaciones”.
Por lo demás, la gran mayoría de las unidades empresarias parecen haber salvado el pellejo y son legión las que lucen bastante prósperas. El filántropo Warren Buffet publicó el mes pasado una carta abierta en el New York Times, destacando la acción del gobierno cuando “se desató una fuerza económica destructiva como no se había visto en generaciones (…). Todas las fichas del dominó empresarial de los Estados Unidos estaban alineadas para caer a la velocidad de la luz (…). Pues bien, Tío Sam, usted cumplió: sus acciones fueron efectivas”.

Con altibajos, la economía norteamericana mejora: un paso atrás y dos adelante. Como es de precepto, la carga de crisis queda para los más débiles. Ronnie Sue Ambrosino, que encabeza una Madoff Victims Coalition (coalición de víctimas del inversionista preso Bernard Madoff), acusa a Irving Picard, síndico de la quiebra “Madoff”, de haber rehuido su obligación legal de accionar contra la Securities and Exchange Commission (SEC, equivalente a nuestra Comisión Nacional de Valores), el organismo de control que no advirtió el burdo “esquema de Ponzi” urdido por el encarcelado. Un inspector designado por la SEC terminó casándose con una hija del timador. Versión yanqui de nuestra inspirada telenovela Malparida.