El presidente venezolano, por primera vez desde que llegó al poder, no utilizó la tribuna mundial
que implica hablar ante la asamblea anual de las Naciones Unidas. El día que tenía que hablar
estaba de visita en Beijing, previo a un breve encuentro con los hermanos Castro en Cuba y antes de
viajar a Moscú para reforzar la alianza militar ruso-venezolana, que en noviembre se pondrá de
manifiesto con los ejercicios navales binacionales en el Caribe.
Hugo Chávez dijo públicamente que prefería estar en China que en Nueva York, pero quizá tomó
esta decisión porque sabía que el mismo día en que hablara podían producirse novedades negativas en
el juicio que se lleva adelante en Miami, y que se ha denominado el Valijagate. En los EE.UU.
hubiera tenido que responder preguntas sobre el tema y en China, no.
Chávez trata de presentarse a nivel mundial como un líder de la confrontación con los EE.UU.
Busca representar a quienes tienen hoy en Asia, Africa, Europa y América latina un
antinorteamericanismo militante, situación que el gobierno chino evitó compartir. Pero en noviembre
tienen lugar las elecciones municipales en Venezuela y el oficialismo puede perder en los
principales estados, con una oposición que ha hecho del Valijagate un punto central en la crítica
al gobierno por corrupción.
En cuanto a la influencia de Chávez en la región, no es relevante en los tres países más
poblados (Brasil, México y Colombia) y tampoco lo es en Perú ni en Chile. Entre estos cinco reúnen
tres cuartas partes del PBI y la población de América latina. Pero es importante e incluso
creciente en los demás. Formalmente integran la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA,
impulsada por Venezuela) Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica –una isla de Caribe– y
Honduras, que acaba de pedir su incorporación. Ecuador no la integra, pero se alinea con Chávez en
diversas cuestiones de la agenda internacional. Argentina, Paraguay e incluso Uruguay mantienen
distinto grado de proximidad, aunque conservando diferencias ideológicas.
Chávez realiza una diplomacia muy activa en la región, vendiendo petróleo barato a países que
lo importan y utilizándolo como instrumento de influencia política. Suministra petróleo en estas
condiciones a los países de América Central y el Caribe, a Cuba y también a Paraguay y Uruguay,
vendiendo a veces también gasoil, como sucede con la Argentina. También realiza aportes directos en
dinero a gobiernos, como ha sucedido con Bolivia, o financiamiento a través de la compra de bonos,
como en el caso de Argentina. También financia movimientos políticos afines, como sucede en Perú
con el que lidera Ollanta Humala, en Bolivia con el MAS y en Argentina con los piqueteros
kirchneristas.
El supuesto apoyo económico de Chávez a la campaña electoral de Cristina Kirchner se da en el
contexto de una relación especial entre los dos países. Esta relación tiene varios ejes: Venezuela
es el único país que financia a la Argentina a través de la colocación de bonos; el país además
tiene déficit energético y el gobierno venezolano está proveyendo gasoil; hay una serie de
emprendimientos empresarios y económicos entre los dos países, y además cierta simpatía ideológica.
En este marco, no parece imposible que haya existido un aporte a la campaña de la actual
Presidenta, como investiga actualmente la Justicia en Miami. Estos aportes han tenido lugar en
otras campañas electorales de la región. El presidente venezolano apoyó públicamente las
candidaturas de Felipe Calderón en México, Rafael Correa en Ecuador, Ollanta Humala en Perú, Evo
Morales en Bolivia, Fernando Lugo en Paraguay y Cristina Kirchner en Argentina.
En conclusión, el Valijagate no sólo afecta la imagen internacional de Chávez y da una
bandera a la oposición venezolana frente a las próximas elecciones, sino que además hará más
difícil su diplomacia de apoyos económicos directos en la región.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.