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Chistes de argentinos y misiones extremas

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Cuando Jean-Louis Tauran pronunció, en latín, los nombres de pila del nuevo papa, su apellido, familiar para nosotros, sonó casi como una incongruencia o un chiste. Subí el volumen de inmediato, mientras los carteles de la prensa local, aún incrédula y dubitativa, tardaban unos segundos en confirmar que el arzobispo de Buenos Aires, descartado en la lista de los favoritos, era el candidato electo.

Los chistes de argentinos y sobre argentinos empezarían muy pronto a proliferar. Es que a Messi y Maradona se une ahora, para completar la trinidad, un papa propio. Prueba evidente de que Dios mismo lleva sobre el pecho la celeste y blanca. Algunas camisetas, entre los muchos objetos de merchandising que florecieron como hongos después de la lluvia, no tardarían en leer el triunfo en clave futbolera. Un buen ejemplo: la que exhibe, lado a lado, a Bergoglio y al cardenal brasileño (él sí papable preferido), asignándoles, respectivamente, 1 a 0.

Otras insignias, no ya blanquicelestes, sino blancoamarillas (los colores del Vaticano) y no en remeras, sino sobre solapas de traje, iban a congelarnos la sonrisa. Las lucirían, en la misma sala del juicio, a los dos días del anuncio, los acusados por los crímenes de lesa humanidad que se cometieron contra los detenidos del campo clandestino La Perla. La imagen, como una broma de humor negro, siniestra para todos los católicos de buena fe, no hizo sino escarbar en una herida que sigue supurando: la que abrió el colaboracionismo, por acción u omisión, con la dictadura en la que esos represores fueron funcionarios.

Las sospechas alcanzaron al mismo cardenal Bergoglio, como ya se sabe por la cobertura de prensa que en los últimos años se ocupó de los juicios por la memoria, donde fue llamado a declarar como testigo. Los fuegos cruzados de acusaciones y excusaciones todavía siguen ardiendo, sobre todo en el caso de los sacerdotes de su orden Orlando Yorio (fallecido) y Francisco Jalics (que vive en Alemania), detenidos y torturados en la ESMA. El cardenal respondió a esos cuestionamientos en la biografía autorizada El jesuita (2010). Franz Jalics, por su parte, acaba de afirmar, en la web de los jesuitas alemanes (http://www.jesuiten.org/aktuelles/details/article/erklarung-von-pater-franz-jalics-sj.html), que tuvo un reencuentro conciliador con Bergoglio, a quien desea bendiciones en su gestión pastoral y que da los hechos por cerrados. En estos días Adolfo Pérez Esquivel desestimó la injerencia o la aquiescencia del actual papa en los crímenes de la dictadura.

Más allá de los buenos deseos del padre Jalics, probablemente la polémica continuará. Y quizá sobre todo la percepción de que la jerarquía eclesiástica en su conjunto está en deuda con la sociedad siquiera por haber callado, o por no haber hecho lo suficiente. Pero también continuará el papado de Francisco. Un nombre de especiales resonancias, para quien, como yo, se educó en los 70, en un colegio confesional progresista, donde se leían los documentos del Concilio Vaticano II y los obispos de Medellín, y se hablaba de la teología de la liberación y de la opción por los pobres. ¿Paradojas reparadoras de la Historia? Tal vez. O Dios lo quiera. La denominación une simbólicamente a dos santos jesuitas: Francisco Javier y Francisco de Borja, con Francisco de Asís: el hermano de todas las creaturas, el que abandonó sus privilegios de clase para seguir el Evangelio. Parece auspiciarse así un giro, en tiempos de austeridad, solidaridad y renunciamiento hasta para los países ricos, o al menos para la mayor parte de sus ciudadanos. La conducta privada que quienes más lo conocen atribuyen al ahora ungido Francisco, avalaría esta dirección, así como muchas acciones públicas: desde los programas de trabajo en las villas miseria, hasta la lucha contra la trata de personas o contra la captación de los más vulnerables por el narcotráfico.

No es verosímil aguardar decisiones innovadoras en otros campos, como puede inferirse por la belicosa oposición del entonces cardenal al matrimonio igualitario. Pero eso importa sólo a quienes libremente han decidido ajustar sus vidas personales a la ortodoxia católica. Mientras exista la separación de Iglesia y Estado, quienes profesan otras creencias o son ateos o católicos disidentes, no deberían sentirse afectados por los pronunciamientos del Vaticano.
Imposible ignorar, por último, que este papa es el primero de América, y el primero latinoamericano y argentino. El fin del mundo se ha vuelto inesperadamente visible con este nombramiento. ¿Redundará eso en mayores posibilidades y consideraciones para la región? No lo sabemos. No es necesariamente bueno estar en la mira de los poderes de la Tierra. Pero en definitiva se le ha encargado a un outsider del país más austral una misión extrema que no logró asumir su antecesor: restaurar la imagen resquebrajada en varios frentes de la Iglesia romana, recordar que los pasos de Cristo se siguen mejor cuando se calzan sandalias franciscanas.

*Escritora.