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Colores y pelos para todos y todas ¡y todes!

Colores para todos y todas: En la contratapa del sábado 12, Fontevecchia cita una declaración de la nueva ministra bolsonarista de la Mujer, Damares Alves, que refleja su fundamentalismo y anuncia el retroceso inminente en materia de diversidad y derechos sexuales: “Atención, atención, es una nueva era en Brasil donde los nenes se visten de azul y las nenas se visten de rosa”.

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Inclusión colorida. Crayones con seis tonos distintos de “color piel” para propiciar diversidad. | cedoc

Colores para todos y todas: En la contratapa del sábado 12, Fontevecchia cita una declaración de la nueva ministra bolsonarista de la Mujer, Damares Alves, que refleja su fundamentalismo y anuncia el retroceso inminente en materia de diversidad y derechos sexuales: “Atención, atención, es una nueva era en Brasil donde los nenes se visten de azul y las nenas se visten de rosa”. El binarismo cromático asociado al binarismo sexual, vigente hasta la crítica feminista a la construcción de los géneros, tuvo respuestas irónicas inmediatas en las redes (desde la viralización del video de un niño que reprochaba con sensatez “los colores son colores”, hasta la más procaz imagen de dos dildos rosa y azul que indicaba “para nenas y para varones”). El domingo 13, en la sección Sociedad, se presenta una iniciativa de “crayones inclusivos” con seis tonos de “color piel” que incluyen amarillo, dos tonos de rosa, dos de marrón y negro. Además de género y raza, otros privilegios pueden distorsionar nuestra relación con los colores. Así inicia Julio Petrarca su columna de ese domingo: “Ya se ha convertido en un clásico del periodismo argentino el descubrir que los colores de cada cristal varían según quién mire, qué mire y desde qué posición política/ideológica/sectorial esté mirando”.

Pelos para todos y todas: En la sección Sociedad también del domingo 13 nos hablan del nuevo hábito de depilación masculina. Un cuidado que antes estaba reservado a deportistas (a quienes el vello corporal les significara una molestia o una desventaja frente a rivales) se ha extendido hoy a muchos varones, sobre todo jóvenes. En verano, y con personajes públicos reconocibles, se pone en escena un cambio en la cultura estética masculina para la que el pelo ha dejado de ser signo de virilidad. Las mujeres, por oposición, han comenzado hace años a poner en cuestión el mandato de la depilación como rasgo de feminidad. Aunque con resistencias, algunas actrices y modelos se animaron a mostrar sus axilas pobladas, e incluso en algunas expresiones estéticas disidentes teñidas con colores vibrantes. Tal vez esa amenaza de retiro del mercado depilatorio hizo que se buscaran nuevos nichos de consumo. Lo cierto es que fueron apareciendo publicidades dirigidas a ellos que presentaban como primitivos, desprolijos y simiescos los cuerpos velludos, y en cambio como deseables (para las mujeres) los cuerpos depilados. No se trataba entonces de feminizarse ni homosexualizarse, sino de cambiar el patrón de consumo manteniendo intacto un estereotipo de identidad y deseo: el varón cis binario heterosexual ahora se depila. Ya le había abierto la puerta el varón metrosexual que usaba cremas y cosméticos para mejorar su imagen, sin abandonar ni la masculinidad ni su gusto por las mujeres.

Genealogía feminista y la condición de las mujeres

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Si bien la primera hojita de afeitar (a la que seguimos llamando con la marca que le dio origen) nació con el siglo XX, la depilación masculina tiene milenios. En pinturas rupestres se ven los rostros barbudos y los rasurados; y en los yacimientos arqueológicos las herramientas con las que lograban su cometido: pedernales afilados, navajas de cobre o cuchillas de hierro. Y también se encontraron pincitas, por lo que se especula que varones y mujeres de distintas clases y culturas practicaban rasurado y depilación. Incluso en los genitales, prolongando el cuerpo adolescente o púber. ¿Una elección, un mandato? Buena parte de los tratamientos de hormonación en personas trans, varones y mujeres, tienen que ver con la redistribución del vello corporal como expresión de género.

Algo está cambiando aceleradamente, algo que disloca el viejo refrán castellano “hombres de pelo en pecho, hombres de dicho y hecho”.