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El costo político de la insinceridad

Bolsonaro se manifestaba reacio a los programas liberales privatizadores. Ahora avanza en la venta de empresas estatales.

bolsonaro presidente de brasil afp
Bajo medidas de seguridad extremas, el ultraderechista Jair Bolsonaro recibió este 1 de enero en Brasilia la banda presidencial de manos del expresidente Michel Temer. | AFP

Extraña sensación puede acarrear el no ser correspondido. Entrega de confianza de un lado y traiciones del otro. Difícil reanudar un vínculo erosionado, desgastado en su esencia.

Oseas es el primer profeta menor del Antiguo Testamento. La descripción del dolor de Dios hacia la infidelidad de su pueblo se resume en unas pocas palabras: confianza ultrajada. La cultura de los cananeos había corrompido los corazones de los israelitas. “Porque sembraron viento, torbellino segarán…” (Oseas 8:7).

Pareciera un fenómeno que puede extrapolarse a los tiempos políticos actuales. La crisis institucional que hoy amenaza a la Unión Europea (UE) encandila sin duda a las máximas autoridades de varios de los Estados miembros que, a la fecha, no han dado con las respuestas que espera la ciudadanía.

Italia implosiona puertas adentro. Las negociaciones hasta último momento para contentar a Bruselas entorno a una Ley de Presupuesto capaz de reflejar niveles de déficit tolerables hasta 2,04% del PIB costó dos meses de negociaciones. El vicepresidente del Ejecutivo de Italia y líder del Movimiento 5 Estrellas (M5S), Luigi Di Maio, líder de los “indignados italianos”, de la antipolítica, de la protesta en las plazas afirmaba: “La carnicería social que pide la UE no es posible… Los italianos hemos pasado en 10 años por reformas laborales, aumento del IVA, reforma de las pensiones, subida de impuestos a las empresas... Dialogaremos sin renunciar a más derechos para los italianos”.

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El corolario final ha sido el recorte de unos 4.000 millones de euros para la renta ciudadana y la reforma de la ley de pensiones anunciados inicialmente por el Gobierno populista de Liga y M5S en pos esquivar sanciones económicas de la UE.  Uno de los mayores inconvenientes que hoy afronta Italia es la brecha distributiva. El patrimonio de los más ricos aumenta en tanto jubilados, Pymes y pequeños ahorristas encuentran erosionado su poder de compra.

Francia es un acápite aparte. La promesa de prosperidad y movilidad quedó en el tiempo. Se espera una subida del déficit sin consecuencias. Los gilets jaunes protagonizaron otra manifestación pública en las calles. Afirman no ser entendidos por el Gobierno. En tanto para el Ministro del Interior, Christophe Castaner, hoy el movimiento no resulta representativo de Francia refiriéndose a los 50.000 manifestantes.

En ambos países se han corrido los límites de lo tolerable. La ciudadanía no puede hacer frente a los achiques, los ajustes que representan las presiones del mercado sobre la economía. La deuda pública francesa equivale al 99,10% del PBI. En tanto la italiana asciende a 133,10% (ambos II Trimestre 2018).  

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En crisis, no sólo Europa. Brasil y Argentina tampoco quedan exentos. La deuda pública brasileña alcanza el 77,3% del PBI. La inminente necesidad de atraer inversiones para revertir el sombrío panorama que provocó la crisis en infraestructura por el cese de obras ligadas al Lava Jato muestran a un Brasil desesperado por reactivación económica. La adopción de cada medida en torno al comercio repercute en la Argentina. Se dejó entrever el avance de acuerdos bilaterales con grandes economías aún en desmedro del Mercosur.

Está claro que, en una era del “sálvese quién pueda”, el pueblo queda en medio. Ayer, Bolsonaro se manifestaba reacio a los programas liberales privatizadores. Hoy avanza en la venta de empresas estatales. El fenómeno “Guedes” gestiona con rienda suelta medidas en pos de disminuir la pesada deuda pública. Reforma del sistema de jubilaciones, simplificación tributaria, privatizaciones express, reducción de personal estatal. Lo resumen en “saneamiento de las cuentas públicas”.

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Brasil, China y Estados Unidos son los principales socios comerciales de nuestro país. En conjunto absorbieron en noviembre 2018, el 40,5% de las exportaciones de Argentina y abastecieron 54,4% de las importaciones (INDEC). Las exportaciones a Brasil alcanzaron 1.044 millones de dólares, a China sumaron 672 millones de dólares y a Estados Unidos 450 millones de dólares.

El mayor nivel de los intercambios que Argentina realiza en el Mercosur se dan con el coloso sudamericano. El 82,2% de las exportaciones al bloque fueron destinadas a Brasil; 8,6%, a Paraguay; 7,6%, a Uruguay; y 1,5%, a Venezuela. En tanto el 82% de las importaciones desde el Mercosur provinieron de Brasil, 14%, de Paraguay; 4%, de Uruguay (Nov. 2018- INDEC).

Fortalecer el Mercosur implica compromiso en: el desarrollo de políticas comunitarias, remover las múltiples excepciones al Arancel Externo Común (AEC), saltar la valla de la limitación que hoy refleja una simple unión aduanera imperfecta.

El gobierno de Giuseppe Conte tuvo que ceder ante la UE. El de Macri ante el FMI. La pregunta es: ¿quién cede ante el pueblo?

Dilema cruzado. Líderes que asumieron con la empatía del pueblo y hoy degüellan ovejas para expiar su pecado: la insinceridad. Sembradores de vientos. Cosechadores de torbellinos.

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