Cada semana actualizo un archivo llamado todoperfil.doc donde compilo estas columnas de los
sábados. A la fecha contiene 333 mil caracteres, suma de 124 piezas publicadas a cambio de 28
centavos por carácter en los meses de cuatro sábados y de 22 centavos en esos meses de cinco
sábados, que, como la masa de peronistas y radicales, son lamentablemente mayoría.
Entre esas 55 mil palabras del documento, “oposición” se repite una veintena de
veces, y casi siempre en esta frase que suelo copiar, pegar y modificar para ocultar que siempre me
repito: “La peor herencia del régimen K no son sus actos ni sus inacciones, sino la oposición
que ha logrado crear”.
Como muchos me manifestaron su acuerdo, yo mismo terminé tomándola al pie de la letra y
representándome su referente con el patético grupo de presidenciables: Cobos, De Narváez, Duhalde,
Solá, el heredero Alfonsín Jr., el devaluado Macri, la expresiva Carrió y el enigmático Reutemann.
Fue un error: la oposición más patética y la más peligrosa política y moralmente no es la que
compone esa manga de juntavotos sino la que opera dentro de cada uno de nosotros hasta llevarnos al
borde de celebrar lo que jamás habríamos auspiciado, desde el triunfo del campo en una puja
sectorial y el de un empresario aventurero en las elecciones provinciales hasta la acumulación de
fracasos y papelones de la Argentina en la escena internacional.
Sólo la oposición interna que el régimen K nos ha instalado dentro explica el tiempo que
perdemos en la trampa de las denuncias de corrupción y la ausencia en mis 124 columnas de cualquier
referencia al espantoso crimen de apropiación de niños, eludido tan sólo porque el régimen lo
eligió como parte de su estrategia para controlar la opinión pública y ganar terreno en los pingües
negocios que facilitan los oligopolios multimedios, entre lo cuales es ya el más poderoso y todo
indica que seguirá imponiéndose.
En este párrafo invito a mis colegas columnistas a manifestar su apoyo a la justicia,
independientemente de los motivos que impulsaron a la señora de K a abrir el cerrojo de impunidad
vigente a lo largo de seis o siete períodos constitucionales, incluyendo el de su marido. El
encarcelamiento de Martínez de Hoz se ha convertido en noticia al cabo de una demora que atravesó
siete o seis períodos de gobiernos constitucionales es un buen motivo para pensar si no ha llegado
la hora de revertir su primer decreto dictatorial: la anulación del impuesto a la herencia, que el
matrimonio gobernante, conocido por su avaricia y su pasión de acumular, viene eludiendo entre
tantas otras cosas.