COLUMNISTAS

Cristina, lejos de los atributos femeninos

Su interés por la imagen, su estilo confrontativo y la falta de autocrítica. Rasgos de una mujer que avivó el resentimiento para dividirnos.

El último día de Cristina en la Casa Rosada.
| Presidencia

Cristina Kirchner fue la Presidenta de los argentinos durante dos periodos consecutivos y se retiró del poder muy a su pesar y sin transmitir ni una pizca de amor, sentimiento femenino por excelencia.

Sus cadenas nacionales, que según muchos, eran un ejemplo de oratoria, fueron hasta último momento la herramienta que utilizó para montar la farsa de un gobierno vacío de contenido constructivo. Un gobierno con compartimientos estancos, que si alguna vez estuvo unido, fue para salvarse a sí mismo, pero de ninguna manera para acompañar a la gente.

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La manipulación permanente de su pelo, extremadamente largo y peinado a la antigua; sus collares de perlas, relojes y carteras caras; e incluso algunos comentarios filtrados como: “Wado, ¿ Te fijaste si en el escenario hay sol? ¡No quiero que entre ni un solo rayo sobre mi cara!”, dan cuenta de su gran interés por la imagen. Siempre pensé que alguien que tiene en sus manos el destino de un país, no tiene tiempo de tanto maquillaje y peinado. Así como Bachelet, Hilary Clinton o Evita, mujeres que ejercen y ejercieron el poder y que se ocuparon de su aspecto, pero con un cierto límite. A Eva Perón no le importaba cómo se veía cuando atendía desde las 6 de la mañana a millones de personas que venían a pedirle ayuda.

El tono confrontativo que caracterizó su estilo no es un atributo femenino. Las mujeres tenemos un plus y justamente es la intuición de saber cuándo y cómo transmitir decisiones firmes, sin lastimar inútilmente. Buscamos unir a la familia, tratamos de no pelear si no es necesario, de callar cuando lo amerita. La mujer tiene intuición y dulzura, cualidades que le faltaron a Cristina. Hizo todo lo posible por avivar el resentimiento para dividirnos. ¿Y ahora qué hacemos con ese odio? ¿Cómo salimos de esta grieta que además no tiene sustento, porque está basada en puras mentiras?

Leía en una foto de Cristina en Instagram publicada por una gran actriz a la que admiro por su arte: “No es cuestión de ideologías, es cuestión de defender los intereses de la Nación”. Abajo, un comentario: “Más claro, imposible”. Yo le diría que no, que no hay nada claro. Que los intereses de la Nación no tienen nada que ver con el enfrentamiento inútil, ni con la falta de transparencia, ni con una ley de medios para hostigar a periodistas, ni con el robo de empresas, el endeudamiento interno, la inauguración de hospitales fantasmas, el apriete a las provincias para que se apeguen a su mandato, la amenaza a los que denuncian sus patrañas, ni con la asociaciones ilícitas para robar las arcas del estado. No. Esos no son los intereses de la Nación, de ninguna manera lo son.

Una mujer que no piensa en sus congéneres, que no se pone en el lugar del otro, que no impide el sufrimiento ajeno y es capaz de lastimar con palabras, como lo hizo con la exesposa y las hijas del fiscal Alberto Nisman al decir que se había suicidado y que tenía relaciones ocultas un día después al que apareció muerto en su casa. Una mujer que insinúa “Por algo habrá sido….”, no es una buena representante de nuestro género.

Los Qom, los wichis del impenetrable también necesitaban de la sensibilidad de la Presidenta. Sin embargo, estuvieron años sin recibir ni siquiera una cita para poder expresar sus carencias. La estadísticas del INDEC, manipuladas para tapar la verdadera pobreza, no son dignas de alguien que realmente quiere trabajar para solucionar las necesidades de la gente.

La tragedia de Once dejó 52 muertes por la corrupción que ejercieron por la falta de control, con subsidios millonarios. ¿Adonde fueron a parar esas partidas presupuestarias, teóricamente enviadas para que no paguemos caro el boleto de transporte? ¿De qué sirvió? ¿por qué no les exigió a los empresarios la excelencia del servicio, la seguridad de los usuarios? No hizo ninguna cadena nacional para compadecerse y ofrecer soluciones a los familiares de las víctimas. ¿Qué fue más importante, la gente o ella misma, que debía negar y borrar tamaño accidente que se produjo por negligencia propia?

Las mujeres, en general, tratamos de buscar los errores en nosotras mismas, de enmendarlos, de aprender de ellos. Muchas veces sentimos culpa cuando nos equivocamos. No vi ni un centímetro de autocrítica en Cristina Kirchner, solo narcisismo y pura pasión por el poder y la impunidad. No la veo como una representante del género femenino. Quizás me equivoque en la apreciación y no sea un tema de género. Es probable que se trate de la cualidades que nos hacen, hombre o mujer, más humanos.

(*) Conductora de Dímelo Tu y autora de Estilo Mariana en Rouge. Especial para Perfil.com. En Twitter: @marianaarias