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CAMBIOS CONTRADICTORIOS O ACERTADOS

Cuba: Vietnam o el precipicio

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Cuando concluyó la guerra de Vietnam, en 1975, el país estaba devastado. Varios millones de muertos, cientos de miles de mutilados y nacimientos con malformaciones, el 70 por ciento de su infraestructura industrial y de transportes destruida, casi sin escuelas, sin universidades, sin hospitales. El “agente naranja” que arrojaron los aviones norteamericanos destruyó gran parte de las selvas, que fueron invadidas por otras plantas, y hubo daños severos en la agricultura.

La conducción política del país, que quedó reunificado con la vuelta de Vietnam del Sur a la misma geografía, decidió aplicar una férrea planificación, al estilo del comunismo hasta entonces vigente. Los resultados fueron penosos, con ciclos de hambre y de altísima inflación. Parte de la población prefirió el exilio. Otra eligió la paciencia. En 1986 el país, con el ejemplo de China, cambió de rumbo y aplicó la “Renovación” (Doi Moi). Fue un cambio profundo porque el gobierno apoyó sin prejuicios la competencia económica, la apertura del mercado y, fundamentalmente, la inversión extranjera. En 2010 el país llegó a crecer el 6,5 por ciento, incluso con una producción agraria dedicada al mercado interno y con cultivos de exportación incluyendo el café, el té, la soja y el caucho natural. Ya es considerado como otro “tigre asiático”, y “factoría de exportación”, con radicación de compañías norteamericanas, del Pacífico y europeas.

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En estos días, la conducción de Cuba, en el VI Congreso del Partido Comunista de la isla, está dedicada a modificar el rumbo de su postrada economía. O de lo contrario el país caminará al borde del precipicio. Cuba y Corea del Norte son los últimos baluartes de un sistema rígido, stalinista, verticalista, donde no se han formado dirigentes jóvenes, donde los que mandan tienen demasiada edad con extendidos privilegios de toda índole, naciones con serias carencias cotidianas y dificultades de arrastre Los Castro, con cincuenta años continuos en el poder, que ya no le achacan los males al bloqueo norteamericano, intentaron reformas económicas para salir de diferentes atolladeros en 1970, en los años 80 y en la década de los 90. Dieron idas y vueltas girando a favor o en contra del cuentapropismo o del otorgamiento de incentivos, con las zafras de azúcar fracasaron año tras año y cuando se cortó definitivamente la ayuda soviética el régimen mostró total ineptitud. Basó su subsistencia esencialmente en el turismo. Pero las divisas que entran no alcanzan.

En el VI Congreso se elevaron casi 300 propuestas de cambio. ¿Cuántas serán aprobadas? ¿Cuál es la temperatura real de la desesperación de la conducción para modificar el rumbo? Desde que Fidel enfermó seriamente se conocieron ciertas liberalizaciones económicas, pero no políticas. Raúl Castro ha llegado a reconocer que los problemas suceden por la baja eficiencia, la descapitalización casi total de la base productiva, una infraestructura inexistente y, por si fuera poco, envejecimiento de la población y estancamiento en el crecimiento poblacional. En los últimos años el PBI ha venido cayendo en picada. Lo único que ayudó a sortear una insolvencia total fue la existencia del sector servicios, a través de las entradas de divisas por las ventas de servicios profesionales a Venezuela (las campañas médicas), el turismo y las remesas que envían los exiliados en el extranjero a sus familiares.

¿Cuál podría ser una salida? El “modelo vietnamita”, dicen unos. Pero para que eso ocurra tendría que desaparecer toda la generación de ancianos que participó de Sierra Maestra y manejó los resortes hasta ahora. Hay conciencia, empero, de que la alternativa es la descentralización del poder y la desestatización. Para el economista disidente Oscar Espinosa Chepe habrá que hacer un equilibrio entre la propiedad pública y la propiedad privada, en un marco regulador que promueva laboriosidad, más la reestructuración del agro, la recuperación de la industria azucarera pero con capital extranjero y la privatización sin ninguna veda del comercio minorista, la gastronomía y los servicios de reparación de electrodomésticos y material rodante. Habrá que apoyar a las pymes que vayan surgiendo y a las cooperativas, y favorecer el ingreso de extranjeros para erigir plantas de energía termoeléctricas.
En los últimos treinta años los cambios fueron insuficientes, contradictorios y demoraron más de la cuenta. No en vano los ciclos de fugas de población.

*Periodista especializado en economía.