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cables secretos, efectos publicos

¡Decí Wiki...!

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“Yo tenía un amorcito que me dejó abandonada, y en mis horas de tristeza lo recuerdo con el alma. Era un tigre para el tango y envidia del cabaret, pero un día traicionero tras de otra se me fue. ¿Por qué me dejaste mi lindo Julián...?”.

(Del tango “Julián”, de José Luis Panizza y Edgardo Donato)

En su momento, a Cristina Fernández le gustaba comparar la significación política de su matrimonio para nuestro país con la de los Clinton en Estados Unidos. Y hasta llegó a hacer propio un chiste que la hizo reír mucho, contado por Hillary. Resulta que un día, en tiempos de Bill presidente, éste y la actual secretaria de Estado pararon a cargar gasolina en una estación de servicio. Para sorpresa de ambos, les despachó el combustible un viejo novio de ella y Clinton, en espontáneo brote machista, preguntó:

—¿Qué hubiera sido de tu vida si te quedabas con él, Hillary?

—Yo sería primera dama, ¿y vos?

Seguro que no hubo tiempo ni lugar para carcajadas, el último jueves, cuando Hillary habló por teléfono con Cristina para darle veinte minutos de explicaciones sobre la chorrera de cables secretos emitidos por su Embajada en Buenos Aires y revelados por el sitio WikiLeaks, del “traicionero” hacker australiano Julian Assange.

Es difícil imaginar a la presidenta argentina en actitud varonil, pero tranquilamente pudo haberse sentido como Mel Gibson en la película Lo que ellas quieren, esa en la que el tipo, tras un shock eléctrico en la bañera, empieza a escuchar los pensamientos íntimos de las mujeres y a obrar en consecuencia. Todo indica que CFK (enterada como otros mandatarios del mundo de lo que piensan de ella en Washington y en otras capitales gracias al Cablegate) reaccionó como Hillary pretendía: sin sumar más barullo al despiplume armado por el lindo de Julian, quien, con apenas un golpe de enter, demostró que el cabaret del vestuario de Boca es un poroto de soja al lado de los códigos que inspiran ciertos costados de la diplomacia a nivel global.

En principio, Cristina salió airosa del affaire. Nadie como un peronista sabe que cualquier cosa que surja de las entretelas de la Embajada norteamericana (o de la Iglesia, para citar otra institución considerada piantavotos) suele agrandar más que golpear al sujeto que supuestamente afecta. A casi seis semanas de la muerte de Néstor, su esposa evidenció en los actos públicos cierta recuperación de ánimo. Al menos se la vio sonreír con mayor frecuencia y menor obligatoriedad circunstancial. Incluso se permitió la humorada de invitar a la Casa Rosada al staff de la radio La Colifata (puesta en el aire por internos del Borda) para celebrar la nueva Ley de Salud Mental, mientras todo el planeta se anoticiaba de la preocupación del Departamento de Estado por la estabilidad emocional de quien posa sus faldas en el sillón de Rivadavia.

No habría que dejar de considerar, sin embargo, que el wikiescándalo termine habiendo sido el primer gran zarpazo a un luto presidencial que hasta hoy blinda más de lo que debilita. Es que, con susurrante tono de sainete, las filtraciones publicadas volvieron atrás las agujas del reloj al repasar varios episodios oscuros de la Era K que, cuanto más nos alejemos de los funerales, tal vez irán recobrando interés y apilando expedientes judiciales que en estas horas no pasan de los cuatro procesamientos a Ricardo Jaime, lo cual ya representa un problema nada pequeño para la crema y nata de Balcarce 50.

Claro que no sólo de corruptelas varias hablan aquellos informes dados por indesclasificables hasta el lunes 29. También retratan dobles juegos y agachadas traperas de ex kirchneristas, opositores y “periodistas cautivos” capaces de cualquier cosa con tal de ganarse un Oscar, aunque venga de regalo en una cajita feliz.