COLUMNISTAS
moral catolica

Del fin del mundo

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Para cuando sea sábado y esta columna esté hecha tinta, el asunto de Francisco I será literatura viejísima. En vez de sumar mi indignación por el ascenso de este amigo de la dictadura, de este pastor que afirmó que el matrimonio igualitario fue concebido por el Diablo, me parece que prefiero ir a una literatura más vieja. Ir a las fuentes.

Por obra del destino cayó en mis manos una Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras. Es que hice de Testigo de Jehová en una serie, y en los tiempos muertos del rodaje me dediqué a abrir páginas al azar. Imagino que los que hoy se dicen católicos no han leído en realidad la Biblia, que esgrime motivos suficientes para justificar que Bergoglio sea candidato idóneo para el puesto vacante: “Y cuando un hombre se acuesta con un varón igual a como uno se acuesta con una mujer, ambos han hecho una cosa detestable. Deben ser muertos sin falta.” A matar a los invertidos. “Y en cuanto a un hombre o una mujer en quien resulte haber espíritu de médium o espíritu de predicción, deben ser muertos sin falta. Deben lapidarlos hasta que mueran.” A lapidar a Lilita, que predijo en 2001 el nombramiento de Bergoglio. “Simplemente queda firmemente resuelto a no comer la sangre, porque la sangre es el alma y no debes comer el alma con la carne.” A pasar por las espadas a parrilleros que vendan morcipán a precio de pan ácimo. “En caso de que se halle a un hombre acostado con una mujer poseída por un dueño, ambos entonces tienen que morir juntos.” A fulminar entonces a los amantes y a quienes buscan el amor fuera del ámbito de sus dueños. “En caso de que hubiera una muchacha virgen comprometida con un hombre, y un hombre realmente la hallara en la ciudad y se acostara con ella, entonces tienen que sacar a ambos a la puerta de aquella ciudad y lapidarlos, y ellos tienen que morir, la muchacha por razón de que no gritó en la ciudad, y el hombre por razón de que humilló a la esposa de su semejante. Sin embargo, si es en el campo donde el hombre halló a la muchacha que estaba comprometida, entonces el hombre que se acostó con ella tiene que morir solo. La muchacha no tiene pecado merecedor de muerte. (…) Porque fue en el campo donde la halló. La muchacha que estaba comprometida gritó, pero no hubo quien la socorriera.” Acá no me queda muy claro a quién podemos matar. ¿Será por eso que el delito de violación, sobre todo cuando va acompañado de preñez, produce tanto disenso?

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Por mí, que elijan a quien quieran. La Iglesia tiene los elementos que se merece. Sus razones son bárbaras, delirantes. Y muy peligrosas para la paz.