COLUMNISTAS
frases

Deleites del verano

Vivir sin escribir es un infierno, pero escribir es más que conseguir el alivio para la adicción palabrera, es emprender una tarea de ascesis mística, de una reforma espiritual que se presenta siempre como incompleta, una transfiguración a medias que no nos lleva a cielo alguno.

default
default | CEDOC

Vivir sin escribir es un infierno, pero escribir es más que conseguir el alivio para la adicción palabrera, es emprender una tarea de ascesis mística, de una reforma espiritual que se presenta siempre como incompleta, una transfiguración a medias que no nos lleva a cielo alguno.

El mejor ejemplo de esta posición es la del adúltero sorprendido por su mujer en la puerta del hotel alojamiento con una amante. Palidece, mira a su esposa y le dice: “No soy yo”. En esa frase se encuentra una operación aún más desoladora, más desesperanzadora que el “Yo es otro” de Rimbaud, que de escritor pasa a ser, efectivamente, otro: traficante de esclavos y objeto de la literatura biográfica. En cambio, el yo del infiel está precedido por una negación que no lo coloca en ninguna parte. Sabe que perdió a su amante y a su mujer, que ya no cuenta siquiera con su secreto gozoso, que el destino lo aniquiló de un sopapo. Da su vida por una frase.

Durante años creí que la incompletud de los finales de algunos libros, su corte abrupto (nada que ver con el abandono caprichoso) podía entenderse como la operación estratégica que señala el momento en que el texto gana autonomía y se desprende del autor, permitiendo imaginar la aparición del infinito como proyección de sus posibilidades. Pero ahora tiendo a pensar que ese corte no es resultado de una certeza estética sino consecuencia de un temperamento que impide sostener cualquier cosa emprendida porque, antes de su conclusión, el espíritu se ha sumido en la tiniebla.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite