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Dos ecologías

En el Viaje de un naturalista, Charles Darwin cuenta sus viajes a Sudamérica y todo lo que allí aprendió.

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En el Viaje de un naturalista, Charles Darwin cuenta sus viajes a Sudamérica y todo lo que allí aprendió: “Cuando estaba como naturalista a bordo del Beagle me impresionaron mucho ciertos hechos que se presentan en la distribución geográfica de los seres orgánicos que viven en América del Sur y en las relaciones geológicas entre los habitantes actuales y los pasados de aquel continente”, escribe al comienzo de su obra más influyente y más discutida, El origen de las especies, publicada en 1859.

La obra de Darwin subraya que cada vez que se modifican las condiciones de producción de lo viviente, lo viviente muta y cambia. Esas variaciones, por lo general mínimas, garantizan la supervivencia o la desaparición de una especie.

Por cierto, el darwinismo natural o social constituye una ideología tan opaca como el conservacionismo, que pretende conservar intactas las condiciones de vida, para garantizar la supervivencia de especies.

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En Las tres ecologías, Félix Guattari ha situado el problema de la producción de vida respecto de lo que llamó Capitalismo Mundial Integrado, que constituye la ecología respecto de la cual se producen y definen todas las formas de vida. Se trata de un contexto en última instancia autodestructivo porque en lugar de producir variaciones y multiplicación de lo viviente produce únicamente aniquilación y exterminio.

Si las definiciones de Darwin fueron formuladas y discutidas en el contexto del capitalismo imperialista, las de Guattari (o las de Deleuze, o las de Foucault) deben ser discutidas en el contexto del CMI.

En la misma playa de Galápagos que Darwin recorrió en septiembre de 1835 corresponde preguntarse no tanto cómo garantizar la supervivencia de tortugas gigantes (algo que la fertilización asistida, la manipulación genética y la clonación ya ha resuelto) sino cuáles son las condiciones de felicidad común de la especie humana.