COLUMNISTAS

Educación e inteligencia

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Educación y aseo en la Siberia. Cosaco significa hombre libre: eran campesinos que se rebelaron contra los señores feudales de Moscú y salieron a conquistar nuevos territorios hacia el año 1600. Sus casas eran de madera y pese al frío se bañaban diariamente (derecha). La escuela (izquierda) es del 1800.

En la contratapa de ayer escribí sobre el tramo de mi viaje a Mongolia. Ahora el tren Transiberiano me dejó en Vladivostok, el punto más oriental de Rusia, a 9.288 kilómetros de Moscú (más o menos la distancia de Buenos Aires a Miami), frente a las costas de Japón y a pocos kilómetros de la frontera con la anacrónica Corea del Norte. Regresaré mañana a Argentina para el evento con el que el diario PERFIL celebrará los cinco años de su relanzamiento.

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Ubico al lector desde donde estoy escribiendo esta contratapa porque mi perspectiva está atravesada por esta imponencia geográfica que trataré de hilvanar con nuestro aniversario.

PERFIL renació un Día del Maestro (el 11 de septiembre de 2005) y lo celebrará mañana con un “Homenaje a la inteligencia argentina” en la Manzana de la Luces, porque allí se encuentra el Colegio Nacional de Buenos Aires y se fundó la Universidad donde estudiaron cuatro de los cinco Premios Nobel argentinos. Se entregarán distinciones a los discípulos y descendientes de aquéllos: Carlos Saavedra Lamas (Nobel de la Paz 1936); Bernardo Houssay (Medicina 1947); Luis Leloir (Química 1970); y César Milstein (Medicina 1984). Y entregará la primera distinción de PERFIL otro Nobel, el quinto argentino y único vivo de todos ellos, Adolfo Pérez Esquivel (de la Paz 1980).

La Manzana de las Luces es también evocativa porque allí Mariano Moreno instaló el primer diario del país: Gazeta de Buenos-Ayres, donde ya funcionaba la Imprenta de los Niños Expósitos, luego rebautizada Imprenta de la Patria, y donde también funcionó la primera Biblioteca Pública, fundada hace justo 200 años, el 13 de septiembre de 1810. En esa misma máquina, Moreno hizo imprimir su traducción del Contrato social de Juan Jacobo Rousseau, en cuyo prólogo el secretario de la Junta escribió: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”.

Gestos como éstos no cambian nada ni a nadie. Pero por mínima que resulte su utilidad, se orientan en la dirección correcta: poner énfasis en que el desarrollo económico y la educación e inteligencia son pares gemelos. La Argentina logrará ser un país donde todos sus habitantes alcancen un nivel de vida digno sólo si desarrolla la educación y su producto: la inteligencia.

La asociación con Mongolia y Vladivostok tiene que ver con el tren Transiberiano que une Ulan-Bator, capital de Mongolia, con la ciudad más remota de Rusia. Las vías tienen la misma trocha, el tren tiene el mismo tipo de vagones, las locomotoras viajan a la misma velocidad, la topografía exterior es similar, pero en Mongolia el tren es sucio, sus pasajeros se dedican principalmente al contrabando, los guardas lucen cómplices del tráfico ilegal, los pasillos (equivalentes al espacio público) están invadidos y principalmente se escuchan gritos.

El tramo ruso Irkutsk-Vladivostok es lo opuesto: limpieza extrema, pasan la aspiradora por las alfombras de los pasillos dos veces por día (los cosacos que colonizaron Siberia en el siglo XV, a pesar del frío intenso, se bañaban todos los días en unas especies de saunas rústicos que hacían en sus casas de madera), los pasajeros son silenciosos y los guardias, severos y disciplinados. En el tramo mongoliano se vivía un clima de descontrol; en el ruso, de gobierno y contención. Al estudiar la historia de Rusia y Mongolia, se puede percibir la prioridad que tuvieron la educación y el desarrollo de la inteligencia para un país y el otro, y las consecuencias que esto fue dejando con los siglos.

Rusia zarista (el Transiberiano se terminó en 1902, quince años antes de la llegada de Lenin), comunista o democrática fue siempre un país que se destacó en las artes y las ciencias. Pudo ser potencia bajo cualquier sistema de gobierno y régimen ideológico, lo que demostraría que antes que en la política, el desarrollo tiene sus causas en la educación.