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los fieles deben entregar el 10%

El Anticristo llegó a San Justo y critica el “embrujo” católico

La controvertida agrupación religiosa Creciendo en Gracia, que sostiene que su líder es Dios en la Tierra, Jesucristo hombre y el Anticristo, está muy activa en la Argentina. La iglesia de José Luis De Jesús Miranda ya tiene seis sedes, dos de ellas en el Gran Buenos Aires. PERFIL participó del culto en uno de los “centros educativos” de una secta creada por un portorriqueño con un pasado de cárceles y drogas, y a quien la Justicia norteamericana acaba de condenar porque usa las donaciones, que ya le permitieron acumular cuatro millones de dólares, para su propio beneficio.

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A simple vista parece una de las clásicas zonas residenciales de San Justo, donde sólo algunos automóviles y transeúntes interrumpen la sosegada vida de una calurosa y tranquila tarde de verano dominical. Pero en esa localidad, en la calle Anchoris, “habita” un mundo desconocido para la mayoría de los argentinos. Se trata del grupo religioso Creciendo en Gracia –que cree que su líder, José Luis De Jesús Miranda, es Dios en la Tierra–, que tiene una iglesia en la zona del Conurbano.

Cerca de las 6.30 de la tarde, el pastor del centro educativo (como llaman a cada una de sus sedes) de San Justo, Vicente Martín Rueja, abre las puertas del local que separa al mundo real de calor y concreto de ese “mundo” donde no hay muerte, enfermedad, ni pecado (como ha sostenido su fundador que tiene un pasado de presidiario y drogadicto).

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Rueja dirige uno de los seis centros que tiene la organización en la Argentina, donde el grupo se instaló en 1997 (fijando su casa central en Rosario), y de las 327 filiales que posee la agrupación a nivel mundial. Este movimiento ha crecido de forma sostenida en los Estados Unidos y Latinoamérica, desde que en 1986 De Jesús inscribió legalmente a la agrupación como Ministerio Internacional Creciendo en Gracia. Trece años después de lo que él mismo denominó la “revelación”: “Cuando Jesús se me metió adentro y me dio su mente, mientras me visitaban ángeles en un sueño”, ha señalado el puertorriqueño de 62 años para explicar que él es Jesucristo hombre y representaba la segunda venida de Jesús.

Posteriormente, el carismático predicador –que tiene su cuartel general en Florida– que busca prensa a través de la polémica, afirmó que sus enseñanzas sustituían a las de Jesús y se proclamó como el Anticristo. A partir de ese momento, él y sus seguidores se tatuaron un “666’’ (número del Anticristo) provocando protestas y la prohibición de ingresar a ciertos países.

Al margen de los cuestionamientos, cerca de las 7 de la tarde, Rueja y su esposa Elba Brisuela, que exhiben en sus brazos tatuajes con las consignas que identifican a la congregación: SSS (Salvo Siempre Salvo) y “666”, comienzan a dar la bienvenida a los fieles. “Buenas tardes bendecidos”, saludan a quienes osan cruzar el portal.

Poco a poco, los adherentes del grupo que sigue las enseñanzas de San Pablo llegan a la reunión dominical. Ahí, los espera un local que podría compararse con una modesta sala de clases, un pequeño altar con la foto de De Jesús –que en febrero de 2008 estuvo por tercera vez en la Argentina–, una pantalla y una experiencia totalmente fuera de lo común.

Rueja da inicio a la ceremonia y pregunta: “¿Cómo están?”. Diez voces contestan al unísono: “Reinando”. “Rueja sigue: “Yo soy un pueblo especial, más que todos lo que hay en la Tierra”. Los presentes –que se consideran los verdaderos cristianos– repiten esas mismas palabras.

Se apagan por completo las luces. Un video con una imagen y un audio bastantes defectuosos se proyecta en una pantalla sobre el altar. Muestra a un grupo de música, una mezcla entre gospel y orquesta latina. Se inicia la reunión con “la alabanza”.

Cantan. No todos se saben bien las letras. “Tú eres mi dios, eres mi rey. En mi vida reina ya”, entona Analía Ortíz de la mano de su hija Antonela de cinco años, evocando al hombre de la foto –que cuenta con una gran fortuna personal producto de las donaciones de sus adeptos, viaja en un auto blindado y vive rodeado de escoltas y extremas medidas de seguridad–.

Silvina Díaz, junto a su pareja Martín Cortabarría, intenta dar con la letra mientras acaricia su panza de casi nueve meses de embarazo. Ambos lucen camisetas negras que llevan impresas un triple seis.

Unos metros más allá, Isabel Díaz, encargada de repartir gaseosas entre los presentes, sigue las canciones al pie de la letra. “Ve y dile al mundo que él ya regresó”, canta.

Los fieles miran atentamente el programa de televisión transmitido desde Bogotá. Después de la música aparece el obispo de Colombia, Luis Martín Guío, para dar a conocer la enseñanza semanal llamada Calqueo –tarea que ha recaído históricamente sobre el propio De Jesús–.

En su prédica, Guío habla en contra la Iglesia Católica: “Papi (como también llaman a su líder) dice que las catedrales católicas deben cerrarse”. Y continúa atacando a los seguidores de esa religión.

A las 8.10 de la noche el obispo colombiano invita a la comunidad a la llamada Siembra, momento en que los adherentes entregan sus donaciones en un sobre diseñado para la ocasión. Sin titubear, los hombres y mujeres dan el diezmo y una ofrenda voluntaria (que generalmente, representa otro diez por ciento de sus sueldos y ganancias). “Es muy especial, porque en el mundo entero se entrega el aporte al mismo tiempo”, dice un fiel.

Las actividades siguen hasta la puesta de sol. Finalmente, se despiden: “Hasta el próximo domingo”. Pero su participación no se limita a los días que acuden al centro. Durante la semana siguen atentos los programas de radio y televisión, visitan la página de Internet del grupo (www.creciendoengracia.com) e intentan demostrar a todos quienes conocen que ellos están en el verdadero camino. “Se fanatizan. El culto los absorbe y tratan de evitar que los parientes y amigos convenzan a los fieles para que dejen el grupo. De esa forma, se producen rupturas familiares”, asegura un ex miembro de la congregación que pidió permanecer en el anonimato.


En el ojo del huracán. A los fieles de San Justo y de otras sedes de Creciendo en Gracia les ha extrañado que De Jesús no sea quien dicte la enseñanza semanal en estos días. Todo indica que el escándalo que ha levantado el reciente juicio de divorcio entre el puertorriqueño y su segunda esposa, Josefina De Jesús Torres, lo han llevado a evitar la exposición pública. Así lo confirma Rueja, quien señala: “Por eso (por el juicio de divorcio) no está apareciendo”.

De hecho, el hombre que vive entre Houston y Miami de-sapareció en agosto. Y el juez a cargo de la demanda civil lo declaró en desacato y le ordenó entregarse a las autoridades por no pagar los quince mil dólares mensuales que le correspondían a De Jesús Torres. Se realizó el juicio de divorcio en su ausencia.

Pero los problemas no terminaron ahí. El juez determinó que la iglesia Creciendo en Gracia era el negocio personal de De Jesús en vez de una entidad religiosa sin fines de lucro –algo tajantemente prohibido por las leyes de Estados Unidos, ya que las donaciones no pueden ser usadas en gastos personales–, y le otorgó a su mujer los más de dos millones de dólares que pedía –cantidad que, según su abogado, era la mitad de los bienes de De Jesús y su iglesia–.

Además del golpe monetario, su imagen se ha visto afectada por rumores de abuso sexual (afirmación hecha por la Torres), uso excesivo de drogas y alcohol y el distanciamiento de su muy cercano colaborador, Carlos Cestero, quien después de dejar la organización se autoproclamó como el verdadero Jesús hombre.