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Defensora de Género

El camino hacia la igualdad económica

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Lactario. Perfil fue reconocida como empresa periodística “amiga de la lactancia”, la única con este espacio. | cedoc

La semana pasada, mientras el tema excluyente era el valor del dólar y la política económica, tuvimos en Buenos Aires la visita de interesantes mujeres políticas y académicas invitadas a eventos sobre la igualdad económica de las mujeres. Patricia Valli, en su columna 50/50 del domingo pasado, entrevistó a la alcaldesa de Helsinky, Pía Pakarine, quien dijo: “Lograr la igualdad requiere integrar a las mujeres a la ciencia, las matemáticas, la ingeniería y la tecnología”, y para eso hay que promover clases de robótica para nenas, jornadas de tecnología en empresas para las mujeres, entre otras medidas. Promover la capacitación de mujeres en tecnología contribuye a achicar la brecha salarial entre mujeres y hombres, que en el país es de 27%.

Para disminuirla, capacitar a las mujeres en tecnología es útil, se debe empezar desde chiquitas. También hace falta que “las empresas privadas generen ecosistema emprendedor”, como dice un directivo de un laboratorio privado en la sección Economía, para que el único destino de los científicos no sea ser empleados del Estado. Agregaría: para que las mujeres científicas puedan desarrollar su investigación en empresas privadas que las alienten y financien.

Lograr que las mujeres concilien la vida laboral y familiar contribuye a achicar la brecha salarial. Por ejemplo, facilitar a las mujeres que amamantan contar con lactarios en sus lugares de trabajo. Perfil es la única empresa periodística con lactario, por eso la premiaron como “Institución amiga de la lactancia materna”, según la nota en Ciencia. Sabemos que la leche materna es el mejor alimento durante el primer año de vida, pero no se puede lograr esto obligando a las mujeres a recluirse en sus casas.

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La ciudad y el estado de Nueva York tienen leyes que exigen la instalación de lactarios, como una medida de protección de las trabajadoras cuando retornan al trabajo después de tener un hijo. Unicef estudió en el país la situación en empresas privadas, encontró que el 92% no cuenta con lactarios, según se informa en la nota. La Segunda Encuesta de Nutrición y Salud (2018) evidenció que solo el 7% de las mujeres que amamantan se sacan leche para alimentar a los bebés cuando se ausentan del hogar. Estos datos muestran lo lejos que estamos de ayudar a las mujeres a conciliar la maternidad con la vida laboral.

El domingo en Sociedad, Clara Fernández Escudero y Liliana Chimenti hacen una interesante nota titulada “Juguetes con impuesto rosa: los de nena pueden costar hasta el doble”. Señalan que, si bien los padres y algunas empresas están tratando de superar el binarismo, aún se impone la publicidad de los de nenas, que cuestan más caros.

Comentan un estudio, realizado por CEPA –Centro de Economía Política Argentina–, en el que relevaron el costo de los juguetes para nenas, para nenes y genéricos. Al comparar los precios de algunos de nenas con inespecíficos, encontraron que los de nenas eran hasta un 20% más caros. Este llamado “impuesto rosa” fue estudiado en otros productos, es una estrategia de marketing que produce importantes ganancias. En el caso de los juguetes, la Cámara Argentina de la Industria, al ser consultada, dice que esta distorsión se produce por la mayor demanda, no por el precio de salida de fábrica. Lo preocupante de esto es que aun la publicidad y la sociedad siguen atadas al rosa y el celeste como los colores que identifican a mujeres y hombres, sin poder superar la concepción binaria de la identidad de género.

En la sección Sociedad, la nota sobre la separación de un cura por acoso en una escuela en CABA informa otro caso de pedofilia, de los muchos que existen en la Iglesia católica. En este caso se reitera lo observado en la mayoría, tenía antecedentes que motivaron su traslado desde Chile, pero no se denunció ni sancionó. El ocultar los hechos, sin entender que lo reiterará y que de esa forma afectará a otros adolescentes y niños, es una actitud perversa de la institución. Si bien esto ha sido reconocido y se dispusieron medidas desde el Vaticano impulsadas por el Papa, no ha permeado a la institución. La diferencia ahora es la actitud de la sociedad que lo denuncia y exige se los procese y sancione.