Las causas de la muerte de Simón Bolívar parecen no presentar dudas. Padeció una tuberculosis de
larga data a la que se sumó una torturante artrosis reumática. Aunque el golpe letal pudo haber
sido un cáncer de hígado, sugerido por la disminución de peso y síntomas de insuficiencia hepática.
Sin embargo, síntomas como éstos pueden coincidir con alguna forma de envenenamiento. Más que
razones médicas hay motivaciones psicológicas y políticas para el revisionismo que propone el
presidente de Venezuela. Entre las últimas podríamos incluir la voluntad de adueñarse en su
totalidad de don Simón, ya no sólo de su vida. Convencer a la masa que Chávez y Bolívar son la
misma persona.
Sobre las razones psicológicas, creo que el presidente de Venezuela está convencido
inconscientemente de ser el Simón Bolívar de los tiempos modernos. Acaba de afirmar que don Simón
fue asesinado por la burguesía colombiana acaudillada por Santander. Pero en esa declaración se
descifra claramente una proyección de su propia identidad y de sus circunstancias actuales: acusa a
los colombianos de haber asesinado a Bolívar cuando él mismo está hoy enfrentado con ellos. Hay una
devoración de la imagen de Bolívar por su propio deseo de identificación.
No hay dudas de que un psicodiagnóstico de Chávez arrojaría una caracteropatía con un fuerte
contenido paranoico revestido de heroicidad. Chávez puede imaginar y desear para sí mismo una
muerte por sus ideales como las de Martí o el Che. Un final que debe descubrir o inventar en
Bolívar para que el espejo identificatorio sea completo. Por eso, esta investigación tiene todas
las características de una proyección inconsciente de su propio deseo heroico y trágico acerca de
cómo traspasar los umbrales de la historia.
El problema más grave es que estas personalidades, cuando acceden al poder, aman la guerra,
el escenario donde sus sueños de grandeza se hacen realidad.