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Defensor de los Lectores

El error, un enemigo inquietante

Por años, los periodistas hemos tenido un lugar privilegiado, y siempre ha existido el miedo a que si se empieza a admitir que se cometieron errores se pierda credibilidad.

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Por años, los periodistas hemos tenido un lugar privilegiado, y siempre ha existido el miedo a que si se empieza a admitir que se cometieron errores se pierda credibilidad. Si uno ha pasado décadas fingiendo que no comete errores, es difícil aceptar que ahora sea el lector, por medio de comentarios, el que señale las fallas”. Esta fue una autocrítica notable de Chris Elliott, quien fuera hasta abril pasado el ombudsman de los lectores del diario británico The Guardian.

En verdad, es uno de los grandes desafíos de los medios periodísticos y de sus integrantes: aceptar que se ha incurrido en el error y repararlo para beneficio de los lectores y audiencias, que tienen derecho a exigir precisión en la administración de los datos y su traslado a las páginas y espacios de comunicación. En una entrevista que le realizara el diario El Espectador de Colombia, Elliott desarrolló ampliamente sus observaciones acerca de la función analítica que deben cumplir los defensores de lectores y audiencias, muchas veces para enojo de editores y redactores de los medios para los cuales trabajan: “Cuando se responde de manera inteligente a sus cuestionamientos (de los lectores), cuando se reúnen sus quejas, comentarios y preocupaciones y ellos se sienten escuchados y respetados, se motiva su participación”, señalaba el ombudsman de The Guardian sintetizando de qué manera es posible promover el empoderamiento de los lectores en su relación con sus medios de consumo habituales. En verdad, es la misma línea que seguía por entonces el director editorial de The Guardian, Alan Rusbridger, quien hizo una movilizadora exposición en la reunión anual (realizada en 2010, en Oxford) de la Organización Internacional de Ombudsmen (ONO, según su denominación en inglés). Según la crónica que publicara mi predecesor, Andrew Graham-Yooll, “el objetivo de Rusbridger es ‘hallar el sistema óptimo de ingresos (económicos) para el diario impreso, integrado a la web’”. Y agregaba Andrew: “¿Cómo debe cambiar el periodismo? Tiene que ser ‘parte de’ la web y no quedar en su uso como apoyo. ¿Simple, no? Rusbridger no lo ve como un proceso fácil, pero sí le apasionan las perspectivas de cambio y desarrollo hacia adelante. Es notorio en su circuito por su constante esfuerzo en la cooperación de sectores que quiere involucrar. Alienta la participación, invita a la réplica, permite la oposición y la crítica, provoca el debate y la publicación de información e invita a sugerencias”.
De eso se trata, en verdad: poner el ojo atento en los soportes papel para darles una mayor calidad y mejor capacidad competitiva. A esto se refieren en esencia –con otras palabras– lectores de PERFIL que en las últimas semanas enviaron cartas con cuestionamientos de mayor o menor envergadura respecto de textos, fotos, títulos y formas de edición que consideraron incorrectos, erróneos o poco claros.

Algunos de ellos, con insistencia en sus planteos o en parte de ellos, como el señor Goldín en el correo del pasado domingo y en el de hoy. Aunque elogiando las columnas de dos escritores, Goldín ratifica sus críticas (que me involucran) por la inclusión de una viñeta con ácido humor que ilustrara un artículo de Martín Kohan semanas atrás. Le respondo al lector quejoso: muchas veces, el humor puede resultar molesto o agresivo para algunos de sus destinatarios. En este caso, se trataba de un diálogo que cobijaba dura crítica al gobierno actual de Israel. No veo en él nada insultante; a lo sumo sí corrosivo, cuestionador. En cuanto al título que adjudiqué a su carta anterior, debo informarle que el que enviara resultaba excesivamente extenso para el espacio disponible, por lo que se optó por el finalmente publicado.

Cabe hacer, finalmente, un repaso por algunos “gazapos” hallados por lectores o por este ombudsman en ediciones recientes:

* Ayer, en la página 60, se publicó un fotograma del film El espejo de los otros en el cual dialogaban Norma Aleandro y Ana María Picchio; en el epígrafe se confundió a Aleandro con Graciela Borges.
* También ayer, el diario dedicó tapa y sus cuatro primeras páginas informativas a la reunión del G20 en China y adicionó parte de una página en Economía al tema, aunque sin aportar nada diferente a lo editado en el espacio previo. Esta última nota estuvo de más.
* El domingo 28 de agosto, en la página 49, se publicó dos veces la misma foto con distintos epígrafes para ilustrar una nota sobre el Parque de la Ciudad. Lo observó el lector Arturo Billion.
* La lectora Graciela Huerta envió esta carta: “En las soluciones  del  crucigrama del 13 de agosto, creo que se cometió un error en el horizontal del número 38, repetido dos veces el número. Estos crucigramas nos ayudan mucho a la gente mayor”.
* Finalmente, un problema técnico provocó un cambio en el orden de páginas en algunos ejemplares del suplemento sobre sindicalismo publicado el domingo 28 de agosto. El lector Edgardo Ronco, que se queja por ello en el Correo de hoy, puede dirigirse al archivo de Perfil en busca de un ejemplar correcto.