COLUMNISTAS
el escenario para 2010

El gasto y la energía amenazan la recuperación de la economía

Una mirada analítica sobre los principales desafíos que enfrentará el gobierno de Cristina Kirchner en 2010. Una reflexión importante porque el año próximo se definirá la “herencia” que el gobierno electo en 2011 recibirá en materia económica. Todo indica que, más allá de importantes avances por las commodities, las exportaciones industriales y las trabas a las importaciones en algunos sectores, el sucesor o la sucesora que encabece la próxima administración encontrará un campo minado y necesitará del apoyo de gran parte de la sociedad y la clase política; deberá ser un verdadero “piloto de tormentas”.

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La historia económica argentina de las últimas décadas muestra una increíble despreocupación de los presidentes de la Nación por los que lo sucederán. Ocultan estadísticas, se endeudan, no resuelven problemas bajo la consigna de que el transcurso del tiempo siempre ayuda. Hay excepciones, por supuesto: Néstor Kirchner no tuvo que partir de cero en el 2003, ni concretar la puesta a punto de la economía tras el colapso de 2001. Esta tradición, se cree, no será tergiversada en el 2011, cuando se juegue la sucesión de Cristina Fernández.

El panorama para el año del traslado del poder dependerá, por supuesto del balance final en diciembre de 2010, con el cierre del Bicentenario de la Patria. ¿Qué expectativas hay para los meses que vienen? ¿Qué factores jugarán? ¿La pugna política actual, que amenaza con convertirse en reñidero, impactará en la marcha de la economía? ¿Cómo pesarán los traumas del desempleo, la pobreza, la pulseada por los ingresos entre los sectores, es decir la grave cuestión social?

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Empecemos por las conclusiones finales. El que reciba la presidencia en 2011 deberá transitar sobre terreno minado. De ésta manera, entre las hipótesis que manejan los expertos puede adelantarse que el 2010 presenciará, con un aumento considerable de la cosecha de soja y un mejoramiento de las exportaciones un crecimiento leve, pero apetecible del dos por ciento del Producto Bruto Interno. Pero la soja no aliviará los otros focos de conflicto. La Presidenta continuará con suerte en materia financiera porque hasta ahora se prevén próximos meses con buena liquidez internacional, precios interesantes para los productos del campo con el agregado de una mejora considerable de la economía brasileña.

Junto con las buenas noticias persistirá, sin embargo, la ausencia de inversiones porque no hay instrumentos que posibiliten el financiamiento.En el hemisferio norte hay sobrecapacidad instalada, a lo que se suma la falta de previsibilidad en la administración del actual Gobierno. No habrá más empleo por lo que se espera un incremento del trabajo en negro, de tal manera que la degradación social será mayor. Continuarán los subsidios desde el poder central, pero sin retocar equilibradamente las tarifas, de modo que el futuro gobierno tendrá que hacerlo. Se espera un crecimiento del gasto público mientras los déficits provinciales continuarán irresueltos. La pulseada distributiva puede llegar a estar a la orden del día desde las primeras paritarias. La inflación continuará.

La mayoría de los economistas cree –si no hay un deterioro de la realidad internacional, ni aparecen recidivas como los derrumbes bancarios del 2008, ni temblores serios como los del default de Dubai– que una cierta recuperación surgirá en Argentina el segundo trimestre de 2010, en coincidencia con la venta de las cosechas.

De una pérdida importante en la cosecha de soja entre el año pasado y el actual que ya se va, se espera que la producción de soja bordee los 52 millones de toneladas, más un repunte del maíz. Si esto se alcanza, la colocación externa de soja más los envíos de productos industriales (sobre todo automotores) pueden ubicar las exportaciones totales en 66 mil millones de dólares, que alimentarán las arcas estatales que están flaqueando y brindarán luminosidad en las provincias productoras.

Si no aparecen cambios se espera que las importaciones traspasen los 46 mil millones de dólares, motorizadas por cierta recuperación de la actividad y –se cree, con optimismo– un corte progresivo de las limitaciones a las importaciones. Como se viene advirtiendo, las Licencias No Automáticas han perjudicado a varios sectores industriales aunque otros, pocos, manifestaron satisfacción en la medida que pudieron respirar frente a la competencia internacional.

No faltan analistas que no adhieren a escenarios futuros fáciles. Una eventual nueva caída de las cotizaciones mundiales –juzgan los informes de Finsoport– por factores o sucesos no previstos en un planeta con altos grados de incertidumbre puede acarrear una contracción de superátit comercial y, por lo tanto, en una menor expansión de las reservas locales y de la base monetaria. Estados Unidos sigue siendo la principal tracción del consumo y del endeudamiento mundial, que se deleitó con préstamos fáciles sin control ni regulación y este elemento de decadencia continua sin resolverse. No hay acuerdos certeros entre las grandes potencias para modificar los tipos de cambio o condicionar los movimientos financieros con reglas por todos aceptadas.

Un dilema al cual no se le encuentra la vuelta en el país es el fiscal. Durante los últimos años el gasto público subió 13 puntos del Producto Bruto. En el 2010 llegará al 36 por ciento del PBI. Este incendio puede tomar fuerza en 2010 y castigar con fiereza en 2011. La inconsistencia del manejo estatal es que la política fiscal que se maneja no se abastece en fuentes de financiamiento que deberían ser genuinas.

Impera el descontrol. En 2007 el déficit fue de 5.500 millones de pesos. En 2008 de 9 mil millones. Este mes de diciembre llegaría a 19 mil millones de pesos. El Gobierno ha apelado a cajas que tienen un límite, que pueden agotarse. Recurrió a préstamos de la ANSES y de la AFIP, a la estatización de las AFJP, a las transferencias extraordinarias del Fondo Monetario Internacional, a la ayuda del Banco Nación, a la emisión monetaria.

Este es uno de los tantos desafíos que se irán acumulando hacia el 2011. Porque surgen desde otros costados que parecen no estar incluídos en la agenda de la política y la gestión oficial.

Un caso es la falta de políticas de largo plazo para el campo. El stock ganadero se redujo un 15 por ciento, hay ocho millones de cabezas de ganado menos por la liquidación del stock. Y hay un peligroso descenso de las reservas de petróleo y gas que llevarán a importar a un costo fenomenal, agravando el sector externo. La inversión es precaria en ese frágil mundo energético y se habla, entre entendidos, de una “represión tarifaria”. Se acepta que las reservas probadas de petróleo son de 2.600 millones de barriles, pero enfrentamos la posibilidad de perder el autoabastecimiento. YPF ha dejado de ser la principal productora de gas. La compañía francesa Total es la que cubre más de un 26 por ciento de la oferta. Si estos datos son los del actual proceso de amesetamiento, ¿cómo se abastecerá un posible crecimiento de la economía en 2010?

Un poco más del 50 por ciento de la energía primaria se origina, en Argentina, en el gas natural. Las reservas se han consumido y no existió la estrategia para reponerlas.El técnico Daniel Montamat pregona que el gas de nuevos yacimientos, exploración exitosa mediante, está a 12 años vista. El gas importado de Bolivia no está seguro, y el gas por barco impone la construcción de una planta de regasificación, que no está presente en ningún plan. Si nada se modifica, si Bolivia abastece con prioridad al polo industrial de San Pablo y descuida a la Argentina, la administración nacional tendrá que importar gas por barco a precios internacionales. ¿Quién pagará la diferencia de valores del gas importado? ¿El Estado o los consumidores?

Con una mueca de ironía la prensa británica insiste en la existencia de grandes reservas petroleras en las cuencas que rodean las Islas Malvinas. En los hechos es una presunción que ya lleva casi medio siglo. La verdad es que Gran Bretaña sufre en estos días la considerable merca de los yacimientos del Mar del Norte y necesita, con urgencia, aferrarse a promesas esperanzadoras. Revistas británicas consideran que las islas del Atlántico Sur cuentan con un reservorio de 60 mil millones de barriles de petróleo. Como comparación: las reservas fuera de costa en Brasil podrían ser de 30 mil millones de barriles, exactamente la mitad.

Otra traba que está acompañada de muchísimas complejidades es el resquemor de los desposeídos y mal tratados en materia de salarios y de empleo.

La mitad de los casi 15 millones de personas que trabajan en Argentina ganan menos de 1.500 pesos por mes. Este monto no es arbitrario. Proviene de la Encuesta Permanente de Hogares que el INDEC divulgó a comienzos de diciembre.

En el caso de los hombres, la mitad percibe menos de 1.600 pesos, en tanto, la mitad de las mujeres arañan ingresos de menos de 1.200 pesos.

Los asalariados en negro acceden a pagos un 30 por ciento menores de los que trabajan en blanco.

Todos ellos forman parte de la capa del subempleo, trabaja menos cantidad de horas, aunque desee lo contrario. Si se suma el aporte de la familia (la mujer o los hijos) en la mitad de los hogares del país entran menos de 2.400 pesos por mes. Como contraste hay que tener en cuenta que el valor de la canasta de una familia tipo (matrimonio con dos hijos) para el INDEC era de 1.007 pesos en junio pasado, pero los estudios privados demostraron que el costo merodeaba los 1.500 pesos.

Si se siguen los sondeos de la escuela de Economía de la Universidad Católica Argentina el 75 por ciento de los asalariados privados no registrados trabaja en las pequeñas y medianas empresas, donde la dotación total no supera los diez empleados.

El Estado también es responsable de dependientes que están en negro.

El drama social es un volcán en actividad, siempre a punto de explotar. La mayoría de los ciudadanos que reciben subsidios estatales saben que no podrán reingresar al mercado de trabajo porque han perdido las habilidades y la tecnología de producción se ha modificado de manera radical. Los jóvenes son los grandes perdedores. Muchos han abandonado la escuela y el perfeccionamiento y, sin perspectivas, eligen la ilegalidad o, sin vueltas, el delito como subsistencia. Ninguno de los problemas podrá ser revertido antes de 2011. Por lo tanto, el que se coloque la banda presidencial tendrá que ser un experto en tormentas y, por otra parte, respaldado por toda la sociedad, incluyendo a todos los partidos políticos.


*Periodista especializado en Economía.