Lo logramos, por fin lo logramos: Europa nos mira. Doscientos años de europeidad sudamericana
parecen dar por fin sus frutos. Para algo importamos su cultura con constancia, para algo hicimos a
Buenos Aires tan igualita a París, tan igualita a Madrid. Para que nos reconocieran alguna vez como
un modelo posible. Y por algo el gran Sarmiento tradujo e importó, tradujo e importó, pero también
un día se tomó el buque y se fue para allá con su Facundo bajo el brazo. Para que nos tomaran
alguna vez en cuenta.
Pues bien, ese momento llegó. Europa se fija en nosotros y nos convierte en una referencia
posible. ¿Referencia de qué? ¿De las artes y de las ciencias? ¿De la conciencia ecológica? No
precisamente, hay que admitirlo. Somos el modelo (¡pero somos un modelo!) de la ruina y la debacle.
Para entender el hundimiento de un país, que en este caso es ni más ni menos que Grecia, se han
puesto a pensar en nosotros, en nuestro final de 2001. El caso argentino ilumina, somos un
paradigma mundial sobre las formas de venirse abajo.
Que tomen nota entonces los griegos. Lo primero que se debe hacer es sacar ollas y marmitas y
cucharas de buen tamaño y golpetear en las calles por las noches. Lo segundo es exigir
perentoriamente que se vayan todos los políticos. Lo tercero es unir el reclamo por los depósitos
bancarios retenidos al reclamo de los pobres de toda pobreza y a los que luchan junto con ellos. Lo
cuarto es guardar las ollas, las marmitas, las cucharas, al cabo de unos días agotadores. Lo quinto
es volver a votar por los mismos dos partidos políticos de siempre. Lo sexto es distraerse en el
recuento no tan desfavorable después de todo de los depósitos bancarios recuperados, al punto de
desatender el modo en que matan en las calles a los pobres de toda pobreza y a los que luchan junto
con ellos. Lo séptimo es olvidarse mayormente de todo para volver a decir, al cabo de unos pocos
años, como se dijo toda la vida, que “nunca estuvimos tan mal como ahora”. El resto es
talento argentino, nuestro genio y nuestra creatividad; habrá que ver si los griegos pueden
emularlos.