COLUMNISTAS

El modelo no existe

Por Jorge Fontevecchia | Sólo existe que Cristina pierda lo menos posible y sus colaboradores cercanos queden lo mejor posicionados posible.

Scioli, Trump y Macri, celebridades que pasaron a la política.
| Cedoc

“Para Platón, la educación se trata de modelar, de promover el espíritu de lucha, de evitar las quejas y los lamentos, porque el hombre virtuoso es el que nunca se lamenta y afronta con mayor entereza las calamidades. En 1693, Locke, en su libro que se llama precisamente Sobre la educación, señaló que la virtud es un hábito, que inculcar el afán de prestigio y el temor a la vergüenza es una de las tareas de la educación, porque cada individuo es intelectual y moralmente perfectible.”

Rodolfo Terragno,al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Siglo 21

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La vergüenza y el pudor no son universales. En distintas épocas o lugares las personas se avergüenzan ante diferentes situaciones. El hábito puede naturalizar tanto lo bueno como lo malo. Y quizás el kirchnerismo (como antes el menemismo) infundió malas prácticas al conjunto de la política argentina, que hoy hacen que hasta la oposición le haga beber a Scioli la propia medicina kirchnerista: atacar al adversario con lo que venga.

El sistema de votación con varias boletas es anacrónico, pero en estas elecciones la oposición denunció fraude en Salta con voto electrónico (Romero frente a Urtubey), en Santa Fe con lista única (Del Sel frente a Lifschitz), y en la provincia de Buenos Aires con el mismo sistema electoral de Tucumán (Solá frente a Fernández/Domínguez). La conflictividad electoral surge también de una mayor paridad de las preferencias de los votantes como de su volatilidad: el Frente para la Victoria obtuvo el 60% en las PASO en Tucumán y el 54% en esta elección, perdiendo uno de cada diez votos en sólo tres semanas (¿será efecto de las inundaciones bonaerenses que no llegó a reflejarse en las PASO?). Otro signo de anacronismo fue dispersar a manifestantes con la montada: la imagen de los caballos corriendo gente parece salida de la época del blanco y negro; en cualquier ciudad civilizada del mundo si fuera imprescindible disolver una multitud, se utilizarían camiones hidrantes.

Tampoco Scioli se puso a reparo de la campaña negativa, porque tras su inoportuno viaje a Italia, la presentación de su declaración jurada fue poco seria. Pero tiene razón la Presidenta al decir que los ataques a Scioli son ataques al kirchnerismo porque la Tupac de Milagro Sala en Jujuy –acusada de tener que ver con el asesinato del militante radical–, Aníbal Fernández –acusado por el triple crimen– y Manzur –acusado de fraude en Tucumán– son mucho más representantes de la galaxia K que de la liga con fe y esperanza de Scioli. Diagnóstico que asume la estrategia con la que se pretende relanzar la candidatura de Scioli, “sciolizando” la campaña y dejando atrás al Scioli Súper K con el que fue a conquistar al votante kirchnerista en las PASO, para volver a seducir a la clase media.

Hace sólo 60 días todavía Zannini era el candidato a vicepresidente de Randazzo en la fórmula pura K contra Scioli, que se deshizo apenas horas antes del cierre de listas cuando la derrota de los kirchneristas era inevitable. En eso tiene razón Cavallo cuando sostuvo que Cristina ya había perdido al elegir a Scioli. Porque si en las PASO Scioli hubiera obtenido el 30% de los votos y Randazzo el 12%, la batalla por el control del peronismo que se librará entre diciembre 2015 y octubre de 2017 ya se habría definido a favor del PJ tradicional con Scioli a la cabeza. Y Cristina Kirchner hubiera quedado definitivamente desnuda como una pata más que renga.

La decisión de que no hubiera competencia en la candidatura presidencial del Frente para la Victoria en las PASO no fue para que su candidato resultara el más votado, ya que fueron con dos candidatos aceptando que eso no suceda en la provincia de Buenos Aires, mayor distrito electoral del país y simbólico bastión fuerte del oficialismo. Ni tampoco fue para conseguir unas PASO con más del 40%, porque si hubiera habido competencia entre Scioli y Randazzo en las primarias, la suma del Frente para la Victoria en la candidatura presidencial hubiera superado el 40%. Fue simplemente para que el candidato de Cristina (Zannini incluido) no perdiera frente a Scioli, convertido en esa circunstancia en candidato sólo del PJ.

La ingenuidad de Randazzo, que hasta el último día creyó que era el candidato de la continuidad del modelo, fue no haber comprendido que el modelo no existe. Sólo existe que Cristina Kirchner pierda lo menos posible y sus colaboradores más cercanos queden lo mejor posicionados posible. Esto vale incluso para la candidatura a diputado de Máximo Kirchner, a quien los fueros parlamentarios le resultarán judicialmente más útiles.

Tampoco habría que imaginar como una posición permanente que Aníbal Fernández sea el candidato de Cristina “contra” Scioli, y el encargado de mantener a un eventual presidente Scioli a raya desde la provincia de Buenos Aires con acceso a todas las cuentas extrañas de cuando fue gobernador. Si Scioli fuera presidente y Aníbal Fernández gobernador, no habría que descartar que en poco tiempo Aníbal se hiciera sciolista como ya antes fue duhaldista.

Donald Trump, por su incontinencia verbal, es una especie de Maradona norteamericano (en un país sin empresas, como la Argentina, el héroe nacional es un futbolista, pero en Estados Unidos puede serlo un empresario). Y demuestra que la campaña agresiva y negativa trae votos. El problema es que luego dificulta la gobernabilidad.

Recientemente utilicé, para el periodismo corto de vista pero también vale para los políticos miopes, la analogía con la cual Baruch Spinoza trató de explicar nuestra percepción del mundo y los problemas que trae el inmediatismo. Metáfora que varios trabajos de filosofía reelaboraron bajo el título “La mirada del gusano y el ojo de Dios”.

Spinoza imaginó un gusano que habitara en nuestra sangre con la suficiente capacidad como para distinguir entre capilares, venas, arterias y órganos como también para entender las interacciones que se producen dentro de nuestro sistema sanguíneo. Pero, aun así, ese gusano –ahora cito textualmente a Spinoza– “sería incapaz de determinar cómo la naturaleza general de la sangre modifica todas las partes y las obliga a adaptarse de forma que guarden una relación fija entre sí”. Ese gusano percibiría cada parte del cuerpo como una totalidad, cuya naturaleza finaliza en sí misma, y su perspectiva aislada le impediría comprender el todo que realmente habita.