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El nacimiento de la filosofía

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Los acontecimientos que enriquecen el espíritu de los mortales carecen de un registro confiable. O al menos carecían hasta ahora. Nadie sabe con seguridad cuándo nació la filosofía. Johann Jakob Brucker (Jacobus Bruckerus), en su Historia crítica de la filosofía desde los comienzos del mundo hasta nuestros días, escrito en 1731, dice que aquélla se remonta a los albores del mundo o, según como se traduzca la palabra latina que emplea, hasta la cuna o la infancia misma de la humanidad.

Bruckerus va más allá de los griegos, los egipcios y los babilonios, más allá del diluvio, hasta llegar a esa época incierta entre Adán y Noé, en que la humanidad daba sus primeros torpes pasos pero ya se sentía lo suficientemente adulta como para cometer los primeros grandísimos errores. Es por eso que la primera parte de su voluminoso libro se llama Filosofía antediluviana. En opinión de Bruckerus, Adán no habría tenido tiempo para dedicarse a las especulaciones metafísicas. En realidad, podía haberlo tenido antes de que fuera expulsado sin miramientos del Paraíso Terrenal, pero no después. Quien tiene que ganarse el pan con el sudor de su frente no tiene al atardecer la cabeza despejada como para dedicarse a esas cosas. Antes del “cruento despido”, como lo llama Bruckerus, al tomar conocimiento del sexo opuesto y al verse rodeado de mil maravillas todas nuevas, lo último que hubiera podido hacer es sentarse a reflexionar. Para la reflexión hace falta frustración, miedo a la muerte, inseguridad, abulia, etc., todas cosas que tanto Adán como Eva desconocían hasta el momento del pecado primigenio. El abismo otorga el conocimiento, un prado verde, la tranquilidad, el futuro asegurado, el sexo al alcance sin preámbulos sólo conduce al goce irreflexivo.

Por lo general, los filósofos griegos consideraron siempre que la filosofía nace con Tales de Mileto en el siglo VII aC, pero al parecer nadie consideró necesario explicar cómo se había producido el surgimiento de una nueva forma de pensamiento. Parecía haber un común acuerdo en considerar la filosofía como la forma de pensamiento racional por excelencia, es decir, una forma de pensamiento que nunca recurre a elementos sobrenaturales para explicar la realidad y rechaza de plano el uso de una lógica ambivalente o contradictoria.

Un historiador moderno, Hans Jonas, en cambio, señala en uno de sus tratados con absoluta exactitud el momento preciso del nacimiento de la filosofía: el 28 de mayo del año 585 a.C.