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El NO de Colombia y Alfonsín

Paralelismo entre el proceso de paz con las FARC y las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en la Argentina. Por qué el rechazo es una buena noticia.

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El CEO de PERFIL junto al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. | Cedoc.
Hace poco más de un mes mientras entrevistaba al presidente Santos en Bogotá y me contaba con mucho entusiasmo su idea de reforzar el acuerdo de paz con las FARC con un plebiscito, pensé en Alfonsín y sus leyes de Obediencia Debida y Punto Final con las que fracasó buscando “pacificar”, después de haber juzgado y condenado a los comandantes de la juntas militares de la dictadura.

La sociedad no aceptó las leyes de Alfonsín que habían sido aprobadas por el Congreso pero no eran sentidas como legítimas por la mayoría, lo que derivó en su declaración de inconstitucionalidad más de una década después y la reapertura de todos los juicios que estas leyes habían impedido.

Pensé que si Alfonsín hubiera hecho en los 80 un plebiscito como ahora hacía Santos en Colombia le habría dado legitimidad a sus leyes. Pero partía del error de pensar que iba a ganar el Sí al acuerdo con las FARC como la gran mayoría de los extranjeros creíamos que iba a suceder (otro Brexit). 

El primer síntoma de mi error fue hace más de una semana el día que Santos firmó el acuerdo con la FARC y felicité a una colombiana que trabaja conmigo pero ella me dijo: ¨De ninguna manera, voy a votar por el No, quiero la Paz para Colombia pero no que esos guerrilleros que asesinaron y violaron salgan sin condena y tengan derechos políticos”. 

A muchos colombianos ver al jefe de las FARC  Rodrigo Londoño alias Timochenko (anacronismo de la era de la ex URSS) convertido en un político les resulta revulsivo. Quizás tampoco en Argentina hubiera sido muy digerido que Firmenich se postulara para senador después del indulto de Menem en los 90.

Y quizás tampoco Alfonsín hubiera ganado un plebiscito a fines de los 80 a pesar de haber hecho el único juicio contra una dictaduras del siglo XX y condenado a sus comandantes sin haberlos vencido por las armas, solo con el poder de la ley y la democracia en aquel memorable juicio de Cámara Federal.

Siempre es difícil la paz. Y nada duradero se logra si se la produce con acuerdos o leyes que no son aceptadas como legítimas. Finalmente, puede terminar siendo una buena noticia para Colombia el triunfo del NO porque genere también la Paz pero en condiciones que todos los colombianos acepten como legitimas.