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El Papa comenzó una gira que consolida su liderazgo mundial

Dispuesto a afrontar controversias, Francisco inició su visita a La Habana. El columnista de PERFIL, enviado especial de TN y El Trece, analiza este viaje de alto voltaje político.

Saludo. Raúl Castro recibe al Pontífice en el aeropuerto habanero.
| AFP

Desde La Habana
“Voy para fortalecer la fe y la esperanza” fue el mensaje que Francisco hizo llegar a la ciudadanía cubana a través de un video grabado en el Vaticano. Esa frase encierra el núcleo de las expectativas religiosas de su viaje a la isla. Claro que ésa no es la única perspectiva desde la que debe enmarcarse un periplo que lo tiene hoy en La Habana y que lo llevará a los Estados Unidos. El tema político estará también presente a lo largo de toda esta gira.

El fenomenal éxito diplomático del Papa, quien en una gestión de alto riesgo y gran audacia fue el artífice clave para lograr que ambos países restablecieran relaciones diplomáticas después de 54 años, ha consolidado su liderazgo mundial.

Es un liderazgo basado en sus cualidades morales a través de las que demuestra cada día que, cuando al poder se lo pone al servicio del prójimo, adquiere la verdadera dimensión de ser un instrumento de cambio.

Por supuesto que todo no es un lecho de rosas. Hay aspectos controversiales que estarán presentes a lo largo de todos estos días. En Cuba, la incógnita es si Francisco recibirá o no a alguno de los grupos de disidentes políticos. A manera de recuerdo, hay que señalar que ninguno de sus dos predecesores que visitaron la isla –Juan Pablo II y Benedicto XVI– lo hizo. El archivo muestra un encuentro entre la titular de las Damas de Blanco, una de las organizaciones que se oponen al gobierno de los hermanos Raúl y Fidel Castro, y Francisco. Ocurrió en la Plaza de San Pedro durante una de las audiencias generales, el 8 de mayo de 2013. “Sigan adelante”, fueron las palabras de aliento que les dedicó el Santo Padre. En la prensa cubana el tratamiento a la señora Soler y quienes la acompañan es el de “mercenarias”.

Más polémicas. Tan fuertes como las controversias que rodearán la presencia del Papa en Cuba serán las que habrá en los Estados Unidos. De hecho, vale recordar que el viaje original estaba limitado a Filadelfia, donde Francisco encabezaría la celebración de la Jornada Mundial de la Familia. En su encuentro con el presidente Barack Obama, y en sus discursos en el Capitolio y en las Naciones Unidas, insistirá con temas que son centrales en su papado: la trata de personas, la inmigración, el cambio climático, el narcotráfico, la desigualdad social y económica.

Los muchos artículos que los grandes medios estadounidenses le vienen dedicando al Sumo Pontífice aluden sin tapujos a las incógnitas y reacciones adversas que sus posturas vienen produciendo en los sectores conservadores de la política y de la religión.

Más allá de todas las consideraciones políticas, hay un dato palpable de la realidad que impacta: es la cercanía de Francisco con la gente. Una reciente encuesta del Pew Research Center muestra que nueve de cada diez católicos norteamericanos tienen una opinión positiva del Papa.

“Creo que están respondiendo a la invitación del Papa. El ‘efecto Francisco’ es real”, dijo hace unos días el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington, quien estimuló vivamente la gestión del Santo Padre para el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

El viernes pasado entrevisté en la plaza de San Pedro al profesor José María del Corral, quien está a cargo de Scholas Ocurrentes, el programa de escuelas destinado a jóvenes  de todo el mundo cuya álma mater es el Papa.

Del Corral estaba aún conmovido por la experiencia vivida durante la videoconferencia en la que participaron chicos y chicas cubanos y estadounidenses televisada por la CNN que fue coordinada por Francisco. Afloró allí un sentimiento de mancomunión que conmovió a todos los presentes.

Al momento de terminar de escribir esta columna, acabo de llegar a La Habana a bordo del vuelo papal como enviado especial de TN y Canal 13. Vi a Francisco sonriente, de excelente humor y feliz de emprender este viaje que hará historia.

Antes de abordar el avión en Roma, el Papa hizo una parada por la Basílica de San Pedro y la iglesia de Santa Ana, para saludar a las familias de refugiados que allí duermen.
En relación con esto, durante el trayecto del viaje a Cuba el Papa se dirigió a los periodistas que lo acompañábamos en el vuelo y se refirió al drama de los refugiados que escapan de la guerra. Se mostró muy preocupado, pero le pidió a todo el mundo un pequeño esfuerzo para ayudar a combatir la crisis de los refugiados.

Por el peso político y religioso de este histórico viaje, del casi centenar de periodistas acreditados en el vuelo, la gran mayoría representa a medios norteamericanos, que mantienen una visión muy positiva del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y destacan, a su vez, el indiscutible liderazgo moral de Francisco a pesar de las duras críticas que recibe de sectores minoritarios de la Iglesia.

Una vez aterrizado en el aeropuerto cubano, el papa Francisco fue recibido por el presidente Raúl Castro, quien en una tarde húmeda y algo lluviosa brindó un discurso mayoritariamente político, en el que hizo una encendida defensa de la Revolución y destacó el hecho del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Castro también reconoció la labor del Papa en este punto, pero no dejó de recordar los problemas que aún quedan por resolver: el fin del bloqueo y la devolución de la base de Guantánamo a Cuba.

Por su parte, Francisco focalizó su discurso en el aspecto apostólico de su visita, resaltando la importancia del diálogo para superar las diferencias entre las naciones, la necesidad de respetar las libertades y oponiéndose a los liderazgos dinásticos.
Todos estos elementos que hasta ahora se vieron en los primeros minutos del papa Francisco en Cuba le dan a esta visita un marco histórico indiscutible que representa un gran mensaje para el mundo en cuanto a la validez del diálogo como mecanismo excluyente para resolver las diferencias políticas.